101.SAPOS Y RANAS

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Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

—Hagamos un trato, yo te enseño un jutsu alucinante y tú a cambio me das 1.000 Ryos (equivalente a 100 €).—sugirió Jiraiya

—Mmmmm....—Bakugo se cruzó de brazos, pensativo. —Está bien, pero sólo si de verdad es alucinante.—

—Jejeje. —sonrió Jiraiya. —Por fin parece que nos ponemos de acuerdo en algo. —el sannin empezó a hacer sellos. —Jabalí, perro, gallo, mono, oveja ....¡KUCHIYOSE NO JUTSU! (técnica de invocación)—

Una nube de humo blanco apareció entre ambos ninjas, y cuando se despejó apareció un sapo de un tamaño aún superior del que el sannin estuvo montado cuando el rubio y el canoso se conocieron. El sapo extendió la lengua y le entregó un rollo gigantesco a Jiraiya. Después, el sapo desapareció en una pantalla de humo.

—Lo que acabas de presenciar ha sido la Kuchiyose no Jutsu. Es un ninjutsu de espacio-tiempo . Es una técnica  que permite al usuario invocar desde largas distancia a animales u objetos para utilizarlos  en combate o pedirle ayuda para llevar a cabo una tarea. La ventaja es que puedes llamarlos cuando quieras, siempre que tengas suficiente chakra, claro está—desplegó el rollo que le había dado el gran sapo en el suelo. —Pero para poder realizar la técnica necesitas firmar un contrato de sangre con un ser vivo. Ese rollo que ves en el suelo  contiene el contrato de invocación con los sapos Gama. Escribe tu nombre con sangre y luego con tus huellas dactilares firma debajo. Después, liberas el chakra y coloca la mano con que firmaste donde quieras invocarlo. Los sellos son los que me has visto antes. Jabalí, perro, gallo, mono y oveja.—

—Sí, sí. Lo que tu digas. Pero no pienso firmar ese contrato. —dijo Bakugo, decepcionado con el jutsu de Jiraiya.

—¿Cómoooo? ¿Por qué? —preguntó Jiraiya, perplejo.

—¡Pues porque aún me queda algo de orgullo y no pienso invocar a una puta rana!—respondió Bakugo. —¡Así que si quieres que te de 1.000 Ryos será mejor que saques de tu viejo culo un contrato para invocar dragones!—

—¡En primer lugar, son sapos, no ranas! ¡Y en segundo lugar, los dragones no existen, imbécil!—replicó Jiraiya, ofendido por la falta de respeto.

—¡YO QUIERO UN DRAGÓN!—insistió Bakugo, haciendo pucheros como un niño pequeño.—¡QUIERO UN DRAGÓN DE COLOR ROJO Y QUE SEA GIGANTESCO!—

—¡Que no existen, pesado! —dijo Jiraiya alzando la voz.

—Grrrr...—gruñó Bakugo. —Pues al menos un águila, un tigre o un león. Incluso aceptaría un oso.—

—¿Que te crees, que soy amigo de todas las especies del mundo? —dijo Jiraiya en tono sarcástico. —No te imaginas lo difícil que resulta tener este grado de afinidad con una especie animal. Tuve que pasar mucho tiempo en el monte ....—

—¡Que no me cuentes tu vida! Va a invocar a esas ranas tu puta madre, así que vete haciendo a la idea que no te voy a dar dinero para que te lo gastes en prostitutas y en alcohol.—dijo Bakugo cruzándose de brazos.

—¡Firma el puta contrato de una puta vez, Bakugo!—gritó Jiraiya perdiendo los nervios. Al darse cuenta del lenguaje empleado se avergonzó—¿Ves lo que has conseguido? Has conseguido que alguien tan culto como yo hable de forma tan vulgar como tú.—

—¡Vete a tomar por culo, viejo pervertido!—dijo Bakugo.

—¡Que firmes el contrato!—ordenó Jiraiya a punto de estrangular al rubio ceniza.

—¡Ni de puta coña! Solo los penosos como tú aceptarían invocar a animales tan penosos como tus estúpidas ranas.—exclamó el rubio ceniza.

—Grrrr ....—Jiraiya apretó los puños. Empezó a inspirar y a expirar para calmarse. —A ver, ¿se puede saber que te han hecho los sapos para que les tengas tanta manía?—

Katsuki Bakugo en KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora