25.MISIÓN DE RANGO C

7.6K 962 221
                                    

Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

Bakugo estaba en puesto de Ichiraku comiendo un bol de ramen picante. Habían pasado dos semanas desde que se había convertido oficialmente en un genin al pasar la prueba de Kakashi. Llevaba la bandana del símbolo de la hoja en la frente, como su compañero Sasuke. Si antes pensaba que ser ninja era para perdedores, ahora estaba convencido de ello. Las misiones, si se podían llamar misiones a lo que hacían, era muy rutinarias que cualquier persona podría hacer. Cortar el césped, encontrar un gato, cuidar de unos perros ... No era el trabajo más entretenido del mundo.

—¡BAKUGOOO! —gritó Ayame abalanzándose sobre el rubio, abrazándolo con fuerza. 

—Tsk, siempre tan molesta. —masculló Bakugo. —¿No ves que estoy comiendo?—

—¡Es que hace casi un mes que no te veo! Hubiera sido un detalle que te hubiera pasado a saludar y decirme que te has convertido en un genin. —se quejó haciendo pucheros.

—Bah, no es ningún logro. —le restó importancia Bakugo, resoplando. 

—¿Por qué traes esa mala cara? —preguntó Ayame. —Bueno, siempre tienes mala cara. Me refiero a por qué traes peor cara de lo habitual.—

—Es mi cara, si no te gusta te aguantas, cocinera. —dijo Bakugo de malos modos.

—Vamos, pequeño gruñón, ya sabes que me gusta hacerte rabiar. Ahora en serio, ¿qué te pasa?—preguntó Ayame preocupada por su amigo.

—Esto de ser un ninja es una mierda. Cualquier inútil puede hacer lo que estamos haciendo. —se quejó Bakugo.

—¡Anímate! Es normal que al principio las misiones sean fáciles. ¡Verás como dentro de nada la cosa cambia! —trató de consolarle Ayame. —Te queda muy chula la bandana. Y pensar que hace nada eras casi un bebé ... —

—Y tú una niñita asustada que necesitaba que la cogieran de la mano. —dijo Bakugo de manera distraída, jugando con los palillos de madera.

Ayame, avergonzada, se ruborizó por el comentario del rubio pero se le pasó rápido.

—Eso es agua pasada. Ahora soy una bella joven de 17 años. —dijo Ayame con orgullo. Orgullo que pasó a irritación al ver que Bakugo la ignoraba y que seguía distraído con los palillos de madera. —¡Bakugo! ¡No puedes tratar así a las damas! —le regañó quitándole con brusquedad los utensilios de madera.

—¿De qué demonios estás hablando? —dijo Bakugo saliendo de su trance.

—Es igual. —suspiró resignada Ayame.— Cambiando de tema. ¿No me notas diferente? —le preguntó al rubio.

—¿Diferente?—arqueó una ceja confundido el rubio.

—Desde el mes pasado, ¿no notas que he cambiado? —volvió a insistir dando una vuelta sobre sí misma para que apreciara que se había cortado el cabello.

—Mmm... —la miró de arriba a abajo tratando de encontrar la respuesta a su pregunta. —No sé. Puede que hayas engordado unos kilos. —contestó Bakugo con un bostezo.

¡PLAFFF!

Otro bofetón recibió Bakugo en la misma mejilla que le había dado anteriormente su compañera pelirrosa. Al igual que con Sakura, Bakugo se quedó como una estatua en estado de shock.

—¡ERES UN IDIOTA, BAKUGO! —gritó Ayame al borde de las lágrimas y se marchó del restaurante a toda prisa.

—¿Qué cojones acaba de pasar? —preguntó Bakugo al aire, con un tic nervioso en el ojo. —¿Y por qué cojones es ella la que acaba enfadada si yo soy el que ha recibido el guantazo?—

Katsuki Bakugo en KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora