009. BAKUGO EN PROBLEMAS

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Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

Después del primer encuentro con la familia Uchiha, Bakugo pasó muchas tardes en la casa de los Uchiha. Él sólo quería estar con Mikoto y al ser ama de casa, sabía que cuando pasara por la casa estaría por allí. Que estuvieran el viejo, el enano o el ojeroso le importaba tres mierdas al rubio ceniza.

Con el tiempo dejó de ver a Mikoto como una mujer atractiva, para verla como una sustituta de su madre. No le gustaba reconocerlo, pero echaba de menos a sus padres, sobretodo a su madre. La presencia de Mikoto en su vida hacía de su vida menos miserable de lo que era. Añoraba a sus compañeros, incluso al inútil de Deku. Y para colmo, sin villanos no podía ser un héroe, le habían quitado su razón de ser.  Mikoto se había convertido en el pilar que sostenía su vida. Sin ella y su bondad ... No quería ni pensar en aquella.

Una de las muchas tardes en las que Bakugo las pasaba en la mansión Uchiha, Sasuke regresó del entrenamiento completamente abatido.

—Este chico... —dijo Mikoto negando con la cabeza. —Deberías aprovechar las tardes que no tienes clases para descansar. No tienes por qué esforzarte tanto, Sasuke. 

—Pero Itachi pasó todos los cursos de la escuela en un sólo año. Siento que cada día que pasa estoy más lejos de él. —dijo Sasuke con amargura a su madre.

—No le des tantas vueltas a la cabeza, enano. Seguro que ojeroso hizo trampas y por eso lo consiguió así de rápidos. Parece un empanado, pero el cabrón es más listo de lo que aparenta. Igual chantajeó a sus profesores. —meditó Bakugo. Mikoto acostumbrada a la mala boca de su casi hijo adoptivo no le reprendió.

—¡Itachi no hizo trampas! ¡Tú no le conoces! —exclamó sSasuke alzando la voz.

—No te enfades con Bakugo, Sasuke. Ya sabes como es Bakugo. —dijo Mikoto zarandeando al rubio cariñosamente.

—Encima que intentaba animarte, enano. —replicó Bakugo.

—Sasuke tienes que saber que eran otros tiempos. Acabábamos de salir de la guerra y la villa necesitaba urgentemente a más ninjas capaces de defender Konoha en caso de ataque. —explicó Mikoto. —Además, Itachi siempre ha sido especial.

Bakugo se tensó ante esto último. No le gustaba escuchar de boca de Mikoto que Itachi era especial. Sentía celos.

—Yo también soy especial, Mikoto. —dijo con altanería el rubio. Era el único nombre que merecía la pena ser recordado de Konoha.

—Claro que lo eres, Katsuki. —dijo Mikoto sonriéndole y revolviéndole el cabello. Cada vez que Mikoto le revolvía el cabello, Bakugo sentía una felicidad inmensa.

—Sí, claaaaro que lo eres. —dijo Sasuke con sarcasmo rodando los ojos.

—No me gusta el tonito que has usado, enano. —dijo Bakugo frunciendo el ceño. —¿No crees que soy especial?

—No lo creo, lo sé. —replicó Sasuke.

—Tienes suerte que tu madre está aquí, enano. —dijo de forma intimidante Bakugo.

—Siempre tienes alguna excusa para no demostrar lo que dices. Eres solo palabras. —

—Grrrrr. —gruñó Bakugo. —No puedo usar mi poder contra críos como tú, sino estarías arrepintiéndote ahora mismo. —

—Está bien. ¿Por qué no nos enseñas a  tu poder, Bakugo? No hace falta que sea peleándote contra mí. Puedes mostrarlo contra un árbol. —desafió Sasuke.

—Me encantaría verte en acción, Katsuki. —dijo entusiasmada Mikoto dando una palmada.

—Mmmm. —reflexionó Bakugo mesándose la barbilla. —Es una buena idea. No eres tan tonto como creía, enano. Vamos, acompañadme. Vais a ser testigos directos de mi asombroso poder.—

Katsuki Bakugo en KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora