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¿Negro? Todos mostraron cara de incredulidad pero fue acompañada de una sonrisa, todos menos Raven, que parecía no salir del asombro inicial y Robert, que miró a Yara con tristeza, como si supiera cuál iba a ser el final de todos y rodó los ojos a Apolo inquisitivamente diciendo con la mirada que había condenado sin siquiera ser consciente de ello a una vida más, una vida que no tenía por qué estar ahí y desperdiciarse de esa forma.
Apolo fue hacia un rincón del salón y se inclinó sobre un mueble con varios cajones abriendo uno de ellos, se acercó a la nueva incorporación y le tendió un pañuelo de color negro. Hubiera sido un momento digno de plasmar en un cuadro por R si no fuera porque él había vuelto a hundir su cabeza entre sus manos casi reprimiendo una lágrima aunque más tarde plasmaría en el silencio y la soledad de su apartamento lo ocurrido aquella noche en la pequeña sala del café. Ella tomó el pañuelo con delicadeza, seguía un poco mareada por lo que estaba ocurriendo, ¿qué hacía ella ahí? Ella, que ni siquiera era capaz de plantar cara a la gente mayor que se le colaba en las colas del supermercado, simplemente les dejaba hacer, sonreía y les decía que pasaran ya que les quedaba poco tiempo de vida y luego cuando volvía a su casa tocaba el piano con rabia. Una rabia que sabía que existía, sin la irá no se hubieran producido revoluciones ni luchas por los derechos humanos pero que ella sabía erradicar de manera correcta a través de la musica, no a través de la violencia.
Tras esos momentos un poco desconcertantes todos se sentaron a hablar de lo ocurrido la mañana pasada en la concentración y de cómo posiblemente mejorar la situación para intentar que eso no volviera a ocurrir aunque todos se alegraron de que no hubiera habido ninguna víctima mortal, sólo heridos y magullados.
Yara sólo observaba, se había sentado al lado de John que le había hecho un hueco a su izquierda con una sonrisa y dejando su sitio de al lado del líder a Gabriel, que se situó a la derecha subiéndose las gafas casi por inercia y no porque realmente se le hubieran recurrido por la nariz. No se atrevió a decir nada en toda la reunión, simplemente miraba cuidadosamente a cada uno intentando conocer un poco más a cada persona por cómo actuaba, se movía, a quién miraba y cómo reaccionaba a cada palabra. Estuvieron allí reunidos hasta bien entrada la noche y cuando empezaron a recoger Apolo llamó la atención a algunos para que se quedasen. Se le veía nervioso, una pequeña capa de sudor marcaba su frente que hacía que pasara cada pocos segundos instintivamente un pañuelo por ella. Se quedaron Apolo, John, Philip, Gabriel, Arthur y Robert junto con Yara.

- Me han llamado desde los demás grupos - todos miraron con preocupación, ellos no estaban solos, igual que existía El Cambio había más grupos clandestinos que se apoyaban y ayudaban aunque ellos eran los más importantes. - Están preparando un pequeño golpe para mañana al arsenal militar del cuartel del norte. Nos piden ayuda - Yara contuvo la respiración y miró al techo, ¿cómo iba a colarse en un cuartel militar a por armas? No se lo planteaba por la cabeza en ningún momento pero siguió escuchando atentamente - No necesitan gente para estar dentro - dijo él rápidamente al ver que ella había tensado mucho la mandíbula y eso hizo que ella se relajada de nuevo notablemente - sino como distracción fuera, quieren que hagamos algún plan de omisión para que puedan entrar y que haya la menor gente dentro posible vigilando. No necesitamos a todos por eso sólo os reuno a vosotros. Sólo suele haber unas cinco personas por turno. ¿Alguna idea?

Todos miraban expectantes, reflexivos, pensando en qué podían hacer para que los militares salieran y dejaran casi sin protectores el arsenal de armas que había entre esas paredes.

- Una batalla campal improvisada - susurró Yara pero lo dijo lo suficientemente alto para que todos la escucharán y giraran a verla.

- Claro, ¡eso es! Si provocamos una pelea frente al cuartel esa noche saldrán a calmarla y tendrán algo de tiempo los demás. - se le iluminaron los ojos, parecía una buena idea pero tenían que intentar no involucrarse en ella ya que no podían permitirse el lujo de que les llevaran a comisaría y les ficharan.

El Cambio por la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora