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Yara despertó como siempre, sin despertador pero con una mezcla de sensaciones, por un lado estaba emocionada de ver otra vez a Apolo y esa sonrisa que, ella empezaba a sospechar que sería una de sus debilidades y por otra de lástima hacia Erik. No sabía por quien sufría ya que el chico era bastante reservado respecto a sus amoríos y no quería presionarle anoche.
Se levantó y vio que no había nadie despierto en la casa y salió dispuesta a irse a trabajar y su turno de pianista pasó sin pena ni gloria, ella sólo tocaba y tocaba apenas con sentimiento ya que tenía la cabeza en otra parte.
Al acabar el turno y después de comer vio que se acercaba la hora de ver a aquel hombre amable y guapo por lo que tuvo que andar con prisa por las bulliciosas calles de Nueva York para llegar a tiempo.
Llegó con la lengua fuera a la puerta del museo donde, ya Apolo la esperaba con una sonrisa en el rostro.

- Hola Yara, qué alegría que estés aquí ya. - Se dieron dos besos y procedieron a entrar al museo.

Tras varias horas mirando cuadros y esculturas y comentándolas salieron del lugar charlando animadamente de las obras y Apolo le ofreció ir a tomar una copa, la cual ella aceptó.
Llegaron a un bar, donde se sentaron en una mesa apartada y pidieron. Tras una conversación liviana, ella le preguntó a qué se dedicaba.

- Pues soy periodista. - Comentó sin darle mayor importancia pero ella sentía gran curiosidad.

- ¿Algo que haya podido leer? - Contestó con una sonrisa.

- Posiblemente jajaja. A veces trabajo para el New York Times.

- ¿Bromeas? Claro que leo el New York Times.

- Jajaja bueno, trabajo para alguna revista más de vez en cuando. - Su voz cambió y se notaba ahora un semblante un poco más serio y severo, sus pupilas se dilataron- suelo hacer reportajes y columnas de opinión de denuncia social.

Su cara era una maravilla y una combinación de emociones, estaba contenta por conocer a alguien que compartiera su pasión, aunque fuera en otro ámbito, por lo que le preguntó y él muy amablemente le respondió a absolutamente todo sin perder la sonrisa.
Cuando ya hubieron terminado la conversación se quedaron callados, simplemente se miraban a los ojos sin necesidad de buscar un tema de que hablar, no era un silencio incómodo, sino todo lo contrario se sentían muy cómodos ahí, en ese bar casi de noche en silencio observándose.

Él insistió en acompañarla a casa, lo cual viendo que era de noche aceptó y caminaron por las calles despacio, hablando y haciéndose reír. Llegaron al portal y se despidieron con un abrazo, y diciéndose que en dos días volverían a verse.
Yara subió las escaleras con una sonrisa no sin antes de cerrar la puerta del portal echándole una última mirada a Apolo, el cual seguía mirándola fijamente sonriendo.

Llegó a su casa y se encontró a Erik tirado en el sofá comiéndose a besos con una chica. Había una botella de vino vacía encima de la mesita frente a la televisión. Ellos ni se percataron de que alguien había entrado en el piso.
Yara sonrió por ver a su amigo de mejor humor y se fue silenciosamente hacia su dormitorio, el cual estaba terriblemente solitario aunque eso no le importaba lo más mínimo.

*Me lo he pasado genial hoy, duerme bien, A*

*Gracias e igualmente :)*

Sonrió tontamente hacia su pantalla y se fue a dormir aunque le costó bastante. A la mañana siguiente despertó cuando el sonido de su despertador martilleaba en su cabeza, no había bebido pero había dormido poco. Se levantó y tras una ducha rápida salió a la cocina a desayunar, donde se encontró a Erik con su pareja de anoche.

- Buenos días parejita, ¿qué tal habéis dormido? Si habéis dormido... - añadió soltando una risita a la que ella respondió con una mirada cómplice pero él con una seriedad casi impropia.

- Bien gracias. Hoy tenemos clase, ¿Te apetece que vayamos juntos los tres? - ella parecía muy agradable al preguntar eso pero inmediatamente Erik dijo que no, que mejor que cuando acabara de desayunar su compañía nocturna, se fuera yendo y que ya se verían en clase.

La chica se levantó y soltó un bufido seguido de algún pequeño insulto, recogió sus cosas y salió por la puerta sin siquiera despedirse de él.

- Eso ha sido muy inapropiado. ¿Qué demonios te ha pasado? - Le reprochó Yara. Pero la mirada de él estaba fija en el café.

No contestó sino que se levantó, cogió el chelo y se fue camino a clases.
Yara se quedó casi petrificada pero se obligó a acabar el desayuno y coger la mochila cuando la puerta de una habitación se abrió y apareció Marc con su estuche y mochila en la mano.

- Buenos días. ¿Tú también vas a clase ahora?

- Buenos días. Sí, tengo toda la mañana. Cada vez me ponen más horas, esto es desesperante.

Ella se quedó sorprendida al haber intercambiado algunas frases con su compañero pero se quedó aun más sorprendida cuando se vio caminando junto a él de camino a clase.
Él no hablaba mucho e iba con la mirada penetrante mirando al frente y una expresión sería pero aún así, consiguieron que no fuera incómodo intercambiando algunas frases de cortesía.
Llegaron al aula y pasaron, aunque él era callado y serio, era educado y la dejó pasar sujetándole la puerta. Ella agradeció y al entrar al salón vio a Erik tirado al fondo de la clase con la cabeza sobre la mesa. Decidió ir a sentarse con él no sin antes preguntarle a Marc si se sentaba con ellos a lo que tras un silencio de valoración aceptó no sin antes echar una mirada de apatía a Erik.

Las clases transcurrieron sin más, Yara las pasó atendiendo y tomando notas, Marc se las pasó también atendiendo y Erik sólo dibujaba cosas en un cuaderno sin prestar ningún tipo de atención. Sólo sacaba su cabeza de ese cuaderno para observar a lo que creía Yara que eran las personas de la clase, aunque él sólo miraba con veneración a una.

Marc salía del aula pero antes de hacerlo una voz lo llamo tímidamente y se giró.

- ¿Te apetece tomar una copa esta tarde? - Le decía Erik acompañado de Yara y un grupo de amigos.

- No gracias, no bebo. - Y simplemente se marchó con una mirada de reprobación no hacia el grupo, sino hacia el mismo Erik.

El Cambio por la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora