Habían pasado dos semanas desde que se fue del hospital, dos semanas a las que había sobrevivido prácticamente sola, había salido adelante y había podido defenderse con éxito, pero a qué precio, estaba rota por dentro.
Hacía un par de noches salió a por algo de comida ya que la que conseguía y le sobraba la repartía entre la gente que veía en peores condiciones que ella, entre niños e incluso algún animal que veía hambriento cuando en un pequeño callejón oscuro escuchó un disparo, rápidamente desenfundó el arma, la Glock, y con la otra mano sacó la navaja, se sentía mucho más cómoda con el arma blanca ya que con la pistola se sentía más miserable. Entró en el callejón sin ser vista y se encontró con un niño en el suelo llorando frente a un militar que le apuntaba con el arma dispuesto a disparar otra vez. Ella guardó la pistola y se acercó con máximo sigilo y cuando estuvo tras él, que volvía a levantar el arma mientras reía con una mueca que repulsaba a Yara en la cara le agarró sin dar tiempo a reaccionar al hombre que no esperaba que nada se interpusiera entre su juego horrible y el niño e hizo caer al militar ya sin vida al suelo.
El niño seguía llorando pero ella le dio la mano, le cargó y se lo llevó de alli corriendo por las calles hasta un lugar seguro donde le bajó y le dejó sano y salvo. Había salvado una vida, le sentó bien y bajo el pañuelo esbozó una pequeña sonrisa de satisfacción que le impulsó a volver a ayudar al que lo necesitara.
Se pasó los siguientes días haciendo lo que había que hacer, ayudar a los débiles y acabar con los puestos de poder y eso hizo, los militares empezaron a hacer las rondas de dos en dos por la gran alerta de que había habido ataques de gas pimienta casero en algunos sitios y de la sombra invisible de Negro que atacaba a los asesinos y no dejaba ningún testigo.
Se habia convertido en una especie de justiciera, cuando iba a la carpa y paseaba por las mañanas veía situaciones injustas casi en cada esquina y se quedaba con la cara de las personas que agredían a otras y luego por la noche salía de caza e impartía justicia en nombre de El Cambio, la Revolución y las pobres víctimas.En el hospital unos días después de la partida de Robert alegando que él siempre vuelve, tarde más o menos pero vuelve, le dieron el alta a un Apolo que ya podía andar con naturalidad y el grupo se fue directo por las alcantarillas al Café donde se reunían antes. No podían ir a la casa de seguridad ya que escucharon que hubo un bombardeo ahí y no quedaba ningún bloque de edificios en pie. La planta de arriba del Café estaba intacta, sucia pero en pie y sin previsión de derrumbamiento. Se instalaron como pudieron e incluso Philip salió y a los minutos volvió con un periódico con el titular de *Negro, el terror militar*. Todos lo leyeron con asombro, hablaban de Negro, de Yara, había asesinado a varios militares, salvado a varias personas y ayudado a niños y menos favorecidos, era una heroína. No se lo podían creer, estaba bien y encima estaba llevando la lucha a un nuevo nivel más fuerte y sólido, se les llenó el corazón de orgullo y alegría saber que estaba bien.
Salían por la noche a buscar comida y a buscarla sin éxito pero los ánimos empezaban a mejorar, incluso hicieron un Meeting en una plaza en la que acudió mucha más gente de la esperada. Los militares seguían atacando pero el pueblo empezaba a no tener miedo de defenderse. En ese Meeting no salió Rojo, le daban por muerto y eso hacía que la gente rugiera con más furia y no iban a desvelarle todavía, él se quedaba detrás del escenario dirigiendo todo junto con Justin, que tampoco salía por si había que tratar a algún herido no perder ni un segundo.
Philip salía más que ningún otro por las noches, volvía con paquetes y objetos que dejaba en la planta baja del Café, nadie sabía de dónde los sacaba ni realmente qué eran y se pasaba el resto del día solo con alguna visita de Gabriel y Apolo hasta que llamó a todos para que le ayudarán a esparcir el gas pimienta casero que había fabricado por los cuarteles y carpas militares. Todos ayudaron y causaron algún estrago entre los cuerpos de seguridad por lo que se lo tomaron como una pequeña victoria personal aunque no causaron ninguna víctima mortal.
Sobre Yara habían perdido la esperanza de encontrarla aunque sabían que estaba por ahí ayudando a todos los que podía y destruyendo al Gobierno poco a poco.
Apolo estaba emocionalmente mal, se pasaba los días sin hablar, sólo decía algo cuando se hablaba de la Revolución pero el resto del tiempo lo pasaba mirando por la única ventana del Café con la esperanza cada vez más pequeña de verla pasar por ahí y que volviera con ellos, con él.
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El Cambio por la Libertad
Science FictionYara se muda a Nueva York a terminar sus estudios de piano cuando súbitamente se ve envuelta en una Revolución.