El teléfono móvil sonó y Apolo no perdió ni un segundo en separarse y cogerlo con ansiedad poniendo el manos libres mientras salía de la habitación corriendo para que todos escucharan la conversación en silencio.
- Aquí Uno - Menos mal, uno de los líderes agradables - ¿Rojo?
- Aquí Rojo. - no había que perder tiempo por si pinchaban los teléfonos a toda la ciudad y triangulaban su posición.
- Reunión en una semana en el Al Hirschfeld Theatre por la noche. Fin del comunicado, buena suerte Apolo.
La llamada se cortó y tras la emoción del principio esperando que tras la llamada obtendrían algún tipo de respuesta lo que obtuvieron fue que Uno sabía quién era Apolo, le había llamado por su nombre, estaban realmente jodidos.
El líder se agarró del pelo echándolo hacia atrás, se levantó recogiendo el móvil y se encerró en el baño.
Todos se miraban con incredulidad, lo bueno era que en una semana tendrían alguna respuesta, lo malo era que esas respuestas no serían agradables de escuchar.
Yara se levantó y se dirigió al baño bajo la atenta mirada de todos, por suerte el pestillo no estaba echado y abrió la puerta despacio. Lo que encontró hizo que el alma se le partiera en mil pedazos. Apolo estaba echo un ovillo sentado en el suelo con las manos en la cabeza llorando en silencio, observó cómo le caían las lágrimas de esos ojos azules por las suaves mejillas cuando se giró y la vio, rápidamente ella cerró mientras él escondía más su cara entre su cuerpo.
Se acercó y se arrodilló frente a él poniendo sus manos en sus antebrazos haciendo que la mirara.- Apolo, mírame - habló con la voz más suave y dulce que pudo mientras intentaba levantar el mentón del chico - por favor, mírame. - le dolía verle así, a pesar de lo que había pasado hace un par de días le quería y sus sentimientos no habían cambiado, todo el mundo se enfada y eso no tiene por qué significar dejar de querer. - Vamos a ir a esa reunión y todo se va a arreglar, no te preoc....
- Ahora no, - levantó la mirada llena de lágrimas y por primera vez la miró - ahora no me vengas con esa positividad, ahora no podemos pensar que, - hizo una pequeña pausa midiendo sus palabras- simplemente ahora no.
Apolo le separó las manos con delicadeza y volvió a llorar sin hacer ruido mientras se seguía agarrando del pelo con desesperación y enfado.
- Por favor vete, no quiero que me veas asi - Yara se levantó y se encaminó a la puerta - y por favor, no les digas nada de esto - ella asintió con la cabeza, él era el líder y que el grupo entero que le seguía le viera llorando sin control no era buena idea por lo que no comentó con nadie la escena que acababa de ver.
Apolo seguía llorando, no podía parar, él estaba preparado para morir pero si sabían su nombre lo más probable es que también supieran el de la mayoría del grupo, no podía reprimir los sollozos por lo que abrió el grifo para apagar el llanto. Sentía que estaba guiando a sus amigos hacia la muerte y eso le destrozaba por dentro. Entonces se acordó y se llevó la mano al bolsillo y sacó lo único que se trajo de su casa por última vez el día anterior, tres pequeñas fotografías, en una se observaba a La Trinidad en su graduación hacía más de diez años, a veces extrañaba aquella época, en otra estaba toda la familia el día del jardín botánico, se veían tan sonrientes ajenos a lo que el futuro les deparaba, todos estaban cansados ya que John y Gabriel les hicieron perderse dentro y casi quedarse encerrados pero ellos dos eran diferentes a los demás, eran de corazón noble e iluminaban sus vidas, la tercera no pudo mirarla, simplemente no podía y la dejó caer al suelo encima del móvil para que no se mojara ya que era su más preciado tesoro en ese momento, era una foto de Yara junto con Miles y él del día que le dijo te quiero por primera vez en ese puente de Central Park.
Yara no iba a quedarse de brazos cruzados, se soltó las trenzas dejando el pelo suelto, cogió la navaja pero dejó la Glock ya que si iba a salir como una persona inocente no era buena idea llevar un arma de fuego de contrabando y puso a mano sus carnés falsos que le había conseguido William y sin dar ninguna explicación salió de la casa mientras alguna voz tímida como la de Clarise preguntaba a dónde iba. De noche la calle tenía muy mala pinta pero de día era casi peor, los sonidos de explosiones sonaban a lo lejos, seguían bombardeando algunos distritos de la ciudad pero por suerte ese día no tocaba el suyo. Había escombros por toda la calle y no circulaba ningún coche, tampoco se veía a nadie en la calle aunque podía ver en alguna ventana gente mirándola mientras seguro que pensaban que esa chica estaba loca. Empezó a andar por las calles buscando algún indicio de vida pero sólo se encontró un par de cuerpos tendidos en el suelo a la entrada de una callejuela, tuvo que apartar la vista y seguir caminando. Llegó a una plaza donde había algunos policías acompañados de militares habían montado una carpa y estaban repartiendo comida y bebida a las pocas personas que se atrevían a ir hasta ahí. La mera idea de que toda esa gente seguro que había matado a inocentes y encima ahora se ponían a hacer obras de caridad le pareció demasiado hipócrita, se quiso dar la vuelta pero alguien la llamó.
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El Cambio por la Libertad
Bilim KurguYara se muda a Nueva York a terminar sus estudios de piano cuando súbitamente se ve envuelta en una Revolución.