Los siguientes días fueron la agonía para todos, incluso para Ryan, que aunque tenía a Clarise a su lado en todo momento seguía sin despertar y Gabriel empezó a perder la esperanza de que volviera a abrir los ojos y la herida cosida empezaba a cambiar un poco de color preocupándole.
Kendra y Justin estuvieron de la mano todo ese periodo y no hablaron con nadie más, solo entre ellos, estaban realmente destrozados y no sabían cómo afrontar la situación, era lo peor que les podía haber pasado y lloraron su muerte bastante tiempo.
Apolo se pasaba el día encerrado con la Trinidad y a veces Yara haciendo planes y escritos aunque todavía sentían un gran dolor que no podían mitigar. Una noche tuvieron que ir a una reunión, los demás líderes fabricaban explosivos mucho más peligrosos que los suyos y el grupo liderado por Álvaro intentaban hackear los televisores que seguían mostrando nieve cuando se encendían.
Las manos de Philip estaban vendadas y las curas que se ofreció a hacerle Yara eran casi una tortura para el pobre hombre aunque Gabriel le hizo una crema especial para que cicatrizase de manera rápida.- Ahh mierda Yara - Philip gritaba de dolor en el baño cuando la joven le desinfectaba las grandes heridas y quitaba la piel y el tejido muerto mientras se disculpaba, lo hacía con toda la delicadeza que podía pero era algo que dolía de todas las maneras posibles - ¿Cómo estás? - la mirada siempre viva del joven se centró en ella para intentar soportar el dolor desviando la atención.
- ¿Cómo crees que estamos todos? - tenía la mirada cansada, estaba harta de esta guerra y de perder a gente querida. El chico se inclinó y le besó la frente de modo paternal a lo que ella cerró los ojos - esto ya está. - empezó a colocar las vendas de nuevo y cuando acabó le limpió los ojos con el colirio que les había dado Gabriel y acto seguido se lo echó ella también, ya veían relativamente bien y esperaban que tras un par de días volvieran a tener la vista perfecta.
- Canta, por favor - ella levantó la cabeza con extrañeza pero él se veía bastante seguro de lo que decía - por favor. - alzó la ceja, no entendía esa petición tan poco usual. - hace tres meses que no escuchamos ninguno música y tienes una voz preciosa, ¿tú no la necesitas?
- Yo la escucho todos los días en mi cabeza, de no ser así ya me habría vuelto completamente loca. - tenía razón, cada vez que podía recordaba obras musicales, tenía miedo de olvidarlas, siempre tenía una gran melodía en su cabeza, él le volvió a pedir que cantara y ella comenzó a darle el gusto en voz baja sentada en el suelo del baño frente a él.
Phil esbozó una sonrisa y las lágrimas salían de sus ojos verdes, ella al mirarle fue imposible no sonreirle de vuelta y durante unos minutos él se unió a la canción, estuvo a punto de cantar melodías de alguna sinfonía pero prefirió decantarse por alguna canción popular y que pudiera ser acompañada, estuvieron encerrados en el baño más de media hora entre las curas y cuando hubo callado de nuevo la joven el abogado la abrazó como pudo susurrándole de mil formas "gracias".
- ¿Cómo estás Pequeño John? - Phil se sentó al lado del poeta que escribía frente a la ventana mirando la ciudad bajo su manto de humo de color gris, el joven giró la cabeza y se subió las gafas intentando esbozar una sonrisa.
- No soy el que lo está pasando peor por lo que no puedo quejarme mucho, sería demasiado hipócrita - el abogado le abrazó y se quedaron juntos unos minutos en silencio, la situación les hacía doler el pecho y no parecía que fuera a mejorar.
Tres días más tarde todo continuaba igual, todo salvo Ryan. Estaban casi todos por fin dormidos cuando los gritos de Clarise resonaron en todo el piso haciendo que despertaran todos menos Gabriel que ya llevaba varios minutos sobre el joven inerte haciéndole la reanimación cardiopulmonar.
Entraron en la habitación donde estaba y temieron lo peor, el joven no tenía pulso y no respiraba, en su rostro se veía paz pero tenía un tono grisáceo y daba un gran choque con las caras de horror de los demás. No había nada que hacer, Ryan también se había ido pero Gabriel no parecía entenderlo puesto que cada vez presionaba más fuerte contra el pecho del joven mientras algunas lágrimas caían sobre el pecho desnudo del cuerpo y no paraba de repetir que podía hacerlo, que no dejaría que se fuera, no fue hasta que Philip y Apolo le abrazaron y le consiguieron quitar de encima ignorando los gritos de dolor de Gabriel que pudieron estar frente a él observándole con lágrimas en los ojos.
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El Cambio por la Libertad
Science FictionYara se muda a Nueva York a terminar sus estudios de piano cuando súbitamente se ve envuelta en una Revolución.