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El primer día pasó, nadie hablaba, nadie salía de la habitación para nada más que para ir al baño y la pareja de médicos del grupo se sentían exhaustos de todo el trabajo que había allí y del horror que se estaba sufriendo, les llevaron comida un par de veces y le hicieron más exámenes a la única figura que no se movía ni abría los ojos.
Yara no le volvió a soltar la mano inerte y pálida a Apolo, ya no lloraba pero sentía una profunda tristeza que no podía mitigar de ninguna forma, o eso pensaba ella hasta que vio aparecer a su antiguo alumno por la puerta.

- ¿Qué tal estáis, necesitáis algo? - era un amor, tenía una completa vocación de ayuda a los demás. Cuando entró en la sala todos se quedaron sonriéndole con tristeza ya que se estaba portando muy bien con ellos. - Yara, ven un momento por favor.

Ella se levantó con cierto recelo de dejar al joven pero le siguió durante un par de pasillos hasta llegar a lo que sería una gran sala que ahora era un almacén llena de estanterías con miles de cajas de medicamentos.

- Toma, tómate una cada doce horas, te vendrá bien - le dijo mientras le tendía una ristra de pastillas en las que en el aluminio que las guardaba ponía Citalopram. Ella sabía que eran antidepresivos, pero las cogió intentando esbozar una sonrisa mientras le daba las gracias, no estaba pasando un buen momento y ella sola no podía salir de ese pozo.

Durante los dos días siguientes no pasó absolutamente nada, Apolo seguía dormido y al tercer día por la noche entraron Gabriel y Justin con un poco de preocupacion de que todavía no se hubiera despertado aunque ya le habían podido quitar el ventilador y respiraba por si mismo.
A veces en mitad de la noche se podían escuchar leves sollozos de algunos además del trajín que había fuera, la guerra no paraba y seguían llegando demasiados heridos. Yara no mencionó lo de las pastillas a nadie aunque le hacían un leve efecto, de profunda tristeza y preocupación ahora sólo sentía apatía y rabia por verse en la situación en la que estaban por culpa de una traición horrible aunque ese hombre no volvería a hacer daño nunca más a nadie.

Yara les pidió salir a todos de la habitación un rato, necesitaba intimidad con Apolo y los demás lo entendieron y salieron a dar una vuelta, aprovecharon para ducharse, estirar las piernas y tomar el aire. John se llevó a Miles a pasear por el campus junto a Neal. Ella se sentó en la cama a su lado mientras le agarraba la mano con dulzura. Con la mano libre le acariciaba con suavidad su pelo que estaba sucio pero aún así no estaba enredado, sus mejillas, sus labios, había empezado a recuperar el color y se veía con una serenidad que asustaba, él, que era un torbellino de emociones, de pasión, de lucha, estaba tumbado dormido sin moverse y eso le volvió a traer a Yara una gran oleada de dolor y se tomó una pastilla más, necesitaba adormecer a su cerebro y esa era la única forma que tenía de hacerlo en ese momento.

- Vi la foto que tenías sobre el corazón cuando te encontramos - No sabía cómo empezar a hablar con él y al decir eso sus ojos se llenaron de lágrimas - me acuerdo de ese día, te dije por primera vez te quiero. - su respiración era pesada pero constante - la bala perforó una pequeña parte del hígado pero la trayectoria era limpia y dicen que por unos centímetros estás vivo. - y empezó a hablarle como si estuviera escuchando cada palabra que decía, le narró todo lo que había pasado esos días y continuó con su monólogo durante casi dos horas en las que la garganta se le secaba y tenía que beber agua cada poco minutos. Era fácil hablar a una persona en ese estado, se sentía libre de poder decir lo que quisiera e incluso le mencionó que el tema con R no estaba zanjado y ya hablarían porque necesitaba información que claramente Robert no le iba a dar. - ¿Por qué estás increíblemente guapo hasta en esta situación? - al decir eso casi sonrió por primera vez en varios días pero ver que no obtuvo ningun tipo de respuesta hizo que se derrumbara sobre él llorando encima de su pecho - Por favor despierta, el mundo te necesita, yo te necesito.

El Cambio por la LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora