Empire | J.Jungkook.✔(𝘍𝘪𝘯𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘢)

Capítulo. 50.

Me removí entre los brazos de Carlos, pero no logré absolutamente nada, era mucho más fuerte que yo y sabía que no se me iba a ser fácil soltarme de su agarre. Me arrastró hasta fuera de aquel lugar donde estaban los policías, logrando que los disparos cesasen al verme entre sus brazos siendo apuntada hacia la cabeza con un arma.

− ¡Richard! − gritó el nombre de mi padre haciéndome estremecer − Si no me entregas los papeles de la empresa en este preciso instante, tu hija pasa a su siguiente vida.

− ¡Eres un maldito! − espeté, pero me gané un golpe de su parte en la cabeza, sentía como algo caliente rodaba por mi rostro.

− Es mejor que te calles sobrinita, si no quieres que te vaya peor.

Hubo un silencio sepulcral hasta que otro grito de aquel hombre que me tenía prisionera retumbó por todo el lugar.

− ¡Richard!

− Aquí estoy − vi como mi padre salía de detrás de uno de los autos de policía que había estacionado cerca de donde me encontraba.

− ¡Papá no lo hagas! − traté de gritar más fuerte, pero la mano que me tenía sujeta por el cuello tapó mi boca impidiendo que pronunciara otra palabra.

− ¡Cállate! − gritó en mi oído − Tal parece que no aprecias tu vida niñita.

− Déjala libre, este asunto es conmigo, ella no tiene nada que ver − el rostro de mi padre estaba lleno de angustia y dolor al verme en aquel estado.

− Quizás tengas razón, pero esta enana es mi pase a Empire, no puedo liberarla así por así − sonrió con sorna y me pude percatar de alguien apuntando con un arma en nuestra dirección.

− Suéltala − una voz más que reconocida para mí se hizo presente por detrás de Carlos.

− ¡¿Jungkook, que estás haciendo?! − espetó mi padre frunciendo el ceño.

Era él... Mis ojos se cristalizaron al escuchar aquel nombre.

− ¿Te crees muy valiente muchachito? − preguntó Carlos con algo de sorna y fue que caí, Jungkook le estaba apuntando a la cabeza con una pistola.

− Déjala libre − volvió a hablar y todo mi cuerpo se tensó cuando aquel hombre que me tenía sujeta rio con una sonora carcajada.

− ¡Jungkook, baja el arma y ven aquí! − la voz de mando de mi padre no logró absolutamente nada.

Giré mi vista hasta dónde se encontraba aquel hombre con el arma escondido detrás de una pared y vi como la rastrillaba y apuntaba hacia Jungkook... el terror se adueñó de mí llevándome a levantar con fuerza la cabeza propiciándole un fuerte golpe en el mentón a Carlos llevándolo a soltarme, cuando me vi libre de su agarre grité lo más fuerte que pude el nombre de Jungkook, una bala paso por mi costado atravesando el pecho de Carlos haciéndolo caer sobre el suelo de rodillas, me tapé los oídos por el sonido ensordecedor de aquel disparo que me había dejado aturdida, pero cuando intenté reponerme para buscar a Jungkook, las manos de mi padre me arrastraron fuera de aquel lugar contra mi voluntad. Patalee en el aire para que me soltara, pero fue inútil, los disparos volvían a llover como pequeñas lucecitas de un lado al otro, logré soltarme de su agarre para dirigirme en la dirección donde había dejado a Jungkook, pero al acercarme quedé inmóvil cuando vi a Max detrás de él con el arma lista para ser disparada, Jungkook estaba de espaldas por lo que no lo había visto y yo me había quedado en shock por unos segundos hasta que reaccioné y grité lo más fuerte que me permitió mi voz.

− ¡Jungkook!

Mi llamado hizo que se girara hacia donde me encontraba, me miró atentamente y sonrió de aquella manera que tanto amaba, cuando el sonido de aquel disparo se clavó en mis oídos como dagas apuñalándolos una y otra vez, vi caer el cuerpo de Jungkook al piso y todo mi mundo se descolocó, me dejé caer de rodillas sobre la grava apoyando mis manos en ella lo más fuerte que pude... Lo perdí, lo perdí...me repetía una y otra vez en mi mente, todo mi mundo se detuvo, la voz de mi padre llamando mi nombre se escuchaba lejana y distorsionada, al igual que el sonido de las balas chocando contra el metal...me perdí en mi propia agonía hasta que una fuerte punzada se hizo presente en la parte trasera de mi cabeza provocando que todo a mi alrededor girara para después teñirse de negro y no saber más nada de mí.