Capítulo 1

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Kala

Nada. Ni dolor, ni ira, ni decepción. Lo único que sentía ahora mismo era, absolutamente nada. Han pasado cinco meses desde lo ocurrido, cinco meses en que no he podido volver a Londres, en que no veo a mis padres, ni a Mika, a nadie más que a la persona encargada de traerme comida y cualquier otra cosa a la habitación de la que he decidido no salir. Debo explicarles lo que ha estado ocurriendo, porque no crean que lo estén entendiendo.

♤FLASHBACK♤

—Necesito que tomes una decisión ahora, Kala. No tengo todo el día para ti. —exclamó Damén, se disfrutaba bastante la situación.

Tienes que asegurarme que mi familia estará bien, y Alala.

Kala, podré ser ladrón y un poco mentiroso, pero cumplo mis promesas. Además, tu familia no me importa mucho, solo los tomé de carnada porque son lo único por lo que cederías dejar a Ares.

¿Qué pasará con Ares? —fue lo siguiente que pregunté. Mi pecho se inundaba de dolor solo de pronunciar su nombre.

No lo sé, Zeus se hará cargo de él. Él no te volverá a buscar, y de hacerlo, no creo que lo logre. Entonces, ¿eso es un sí?

No quiero que me toque, ni que se acerque a mí. Quiero una habitación lejos de él, al menos.... Al menos hasta la boda.

Eso no será problema. Pero después del matrimonio dejas de ser mi responsabilidad y por tanto, deberás cumplir tus labores de esposa. Recuerda que es la antigua Grecia, no Londres.

—¿Qué harás con ellos? Debes soltarlos ahora. Al menos... déjame despedirme si no los veré por un tiempo.

—Agh, odio las reuniones familiares. Tienes cinco minutos, si intentas escapar, ya sabes las consecuencias.

Se acercó hasta mí y desató los nudos, inmediatamente me puse de pie y fui a desatar a mis padres y a Mika. Damén salió de la habitación dejándonos solos.

—Hija, lo siento, lo siento mucho. —dijo mi padre intentando disculparse. Mi madre solo se mantenía en silencio.

—Kala, no puedes casarte con ese hombre. ¿Y Ares? —preguntó Mika.

—No lo sé, lo más seguro con su padre. No sé. —dije mientras las lágrimas brotaban de mis ojos.

—Kala, ¿Estás segura que quieres hacer esto? No debes hacerlo por nosotros. —decía mi padre.

Sí debo, por mí culpa están aquí. Yo haré lo que tenga que hacer. Confío en que Ares no me va a dejar sola, él lo prometió. Prometió que cuidaría de mí, y yo le creo. Quiero creerle. Yo solo, esperaré, y luego cuando logre escapar, yo... Ares y yo buscaremos la manera de mantenerlos a salvo. Confíen en mí.

Nos abrazamos fuertemente entre todos, a excepción de mi madre, quien permanecía estática en su lugar. No iba a ser yo quien buscara de ella, cuando fue ella quien nos dejó en un momento vulnerable solo por no afrontar la verdad del universo. Una verdad que iba más allá de lo que ella consideraba era lo único cierto, o lo único que debería serlo.

La puerta fue abierta y con eso supe, que mi nuevo destino estaba por iniciar. Uno que no elegí y que mucho menos deseaba. Sin embargo, mi egoísmo no iba a permitirme ponerme por delante de las personas que amo y quienes no tuvieron la culpa de ser involucrados en la situación actual. Mi corazón dolía con fuerza, y eso solo me decía algo; mi amado estaba sufriendo igual o más que yo. ¿Cómo habrá reaccionado al despertar y no verme? ¿Qué estará haciendo? ¿Cómo lo estará llevando?

Esto es por mi familia, por Ares, por todos los que amo y espero ver felices, aunque eso implique sacrificar mi felicidad. Iba a hacerlo.

No dejes de pelear por mí, Ares. Porque cuando lo hagas, a mí no me quedarán razones para seguir siendo fuerte.

¿Por qué peleas, Ares?

Espero que lo hagas por mí.

Pelea por mí.

♡FIN DE FLASHBACK♡

Luego de cruzar Entrión, supe que no nos quedaríamos en Atenas. El camino fue bastante largo, o yo estaba extremadamente cansada. Recordé que Damén se había quedado con mi esfera y el daño que podría ocasionar. Debía quitársela.

Eretria, descubrí, era el nombre de la ciudad a la que nos dirigíamos. Al llegar a la ciudad, muchas personas se acercaban a la pequeña carroza perteneciente a la época, algunos se arrodillaban, y otros al parecer solo admiran la "belleza" de su nueva diosa. Nos estacionamos frente a una gran casa, nada comparada con el templo de Zeus, pero bastante grande para mi gusto. Ni con su belleza logró calmar mis nervios. Algo que llamó mi atención, fue la cantidad de soldados que vigilaban la casa, inmediatamente supe que escapar, solo me traería una muerte segura. Al bajar de la carroza, los portones de la gran estancia se abrieron, revelando a la razón de mis pesadillas; Hefesto.

Nunca fui una persona juzgadora, porque aunque Hefesto no fuera una persona para nada atractiva, y el estado de su pierna no ayudaba mucho, lo que lo hacía un ser desagradable era su humor. Sonrió abiertamente tratando de ser amable, recibiendo silencio de mi parte.

—Bienvenida a tu nuevo hogar, futura esposa. —dijo bastante feliz, ¿Qué no entendía que estaba aquí contra mi voluntad?

Aquel gesto de recibimiento causó en mí el desagrado que nunca antes había sentido.

Ares, ¿Dónde estás?

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora