Capítulo 36

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A parte de conseguirme una carroza, la joven se ofreció a acompañarnos para cuidar de Kala, mientras yo manejaba a los caballos. Recordé un pequeño atajo a la ciudad que descubrí durante una de mis guerras. Los caballos corrían lo más rápido posible, y yo sentía que aún así no era suficiente. No podía poner en uso mis poderes y transportarla, porque en su estado no lo soportaría. Casi no tenía fuerza, mis muñecas ardían y mi pecho se sentía apretado, pero no podía desfallecer ahora, debía poner a Kala a salvo.

—Debes apresurarte, no creo que aguante mucho. —dijo la chica, miré atrás y vi cómo mi Kala, poco a poco se apagaba. 

—Aguanta cariño, solo un poco más. —susurré.

***

No sé cuánto tiempo había pasado, pero podía visualizar el templo de Entrión, obligué a los caballos a dar más de lo que estaban dando y cuando estuve en el lugar, me arrojé velozmente de la carroza y tomé a Kala. Sus ojos se encontraban totalmente perdidos y su respiración era casi inexistente.

—Aguanta, aguanta Kala. Ya estamos aquí. 

Al entrar a el templo, coloqué el cuerpo de Kala en una de las esquinas y me propuse encontrar algún lugar de dónde sacar agua. ¿Por qué mierda atenea no pudo ser más específica?

De un momento a otro, un foco se encendió sobre mi cabeza. Recordé el pequeño muro en que solía sentarme. Me acerqué con rapidez e intenté limpiarlo, respiré al ver que se trataba de una tapa. Puse toda mi fuerza sin importar lastimar mis muñecas y lo abrí. El fondo era invisible pero aún así el agua no perdía su aspecto puro y cristalino.

—Kala, ¡Lo encontré, Kala! —una punzada hizo presencia en mi corazón, me giré y pude ver que los débiles ojos de Kala, se habían cerrado por completo—. Kala…

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora