Capítulo 12

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—Entonces Ares, en resumen, tu plan es asesinar a tu padre y a Hefesto, ah, y a Damén y a cualquier ser viviente antes de que la boda se realice y luego fugarte junto a Kala. Y para ese entonces nosotros ya habremos cerrado Entrión y salido de Londres por unos días mientras tú te encargas de seguir asesinando a cualquiera que sea un símbolo de amenaza, ¿cierto? —Mika habló tan veloz que ahora entendía menos cómo Kala puede comunicarse correctamente con ella.

Nos encontrábamos sentados en la sala de la casa de Kala junto a su padre, quien no emitía palabra en un intento de procesar todo lo dicho por mí, y resumido; de manera desastrosa por Mika. 

—Bueno, en mi mente no sonaba tan sangriento. —admití sinceramente. 

—Ares, en tu mente nada es muy sangriento. Lo sabemos. —respondió Mika.

—Entonces, Ares. —al parecer el padre de Kala logró salir del trance en que se encontraba—. ¿Cuándo piensas hacerlo? —sabía que él estaba igual e incluso más preocupado que yo por su hija. Y lo comprendía perfectamente. 

—Faltan tres meses para la boda, mi plan es hacerlo un mes antes, al menos llevármela de Atenas. Pero para aquello debo asegurarme de tener a dónde llevarla, un lugar que no pueda ser penetrado. Que Entrión esté completamente sellada y que ustedes no estén en Londres para ese momento. ¿Hablaron con la madre de Kala?

La mirada entre ambos ya me avisaba de la posible respuesta.

—Ella, se niega a hacernos caso, Ares. Es imposible. —dijo Mika apenada. A pesar de todo, Kala reconocía que seguía siendo su madre y si bien ocurrió todo lo ocurrido, tampoco deseaba que le ocurriera algo malo.

—Está bien, tampoco creo que alguien vaya por ella nuevamente, y de ser así; aquello sale de nuestras manos. —dije para que ambos dejaran de sentirse responsables. 

—Ares, no quiero ser negativo pero, ¿Y si la llegan a casar? No quiero que mi pequeña sufra o que la obliguen a hacer algo que no quiera. —aquello era un pensamiento que me atormentaba cada noche desde que Kala se marchó. Trato de mantener mi cabeza fría al respecto porque de no hacerlo, dañaría todo. 

—No va a suceder. Le prometo, le juro. Aquello no va a suceder. Doy mi vida y mi poder antes de dejar que eso llegue a suceder. Le hice una promesa a su hija y a usted, y yo no rompo mis promesas. Aunque me cueste la inmortalidad cumplirlas. —una lágrima escapó de su ojo derecho, y por primera vez, sentí culpa.

—Gracias hijo, porque a pesar de todo, Kala ha tenido los mejores momentos de su vida a tu lado. Le diste amor, le diste un hogar. Y no hablo de una casa, me refiero al sentimiento de calidez, porque no importa si es en Grecia o aquí en Londres, ella se siente en casa cuando estás a su lado.

—Ella fue quien realmente me dio un hogar. Estoy en deuda con Kala por haberse quedado cuando cualquier otra hubiese salido corriendo desde el primer momento. La amo, y eso es mucho para mí porque, porque no sabía lo que era eso antes de conocerla. —el padre de Kala se puso de pie al mismo tiempo que yo lo hice, y nos abrazamos.

—Awwww, a pesar de que, se olvidaron de que seguía aquí, no puedo negar que la escena fue muy bella, y un poco cursi. —la voz de Mika nos sobresaltó a ambos. Realmente habíamos pasado por alto el hecho de que seguía aquí— Tranquilos, acabo de grabar todo para cuando Kala regrese. —habló con tanta seguridad, que no pude evitar asentir.

—Kala volverá, y todo volverá a estar bien. Puedo dedicar mi vida eterna a aquello. Lo lograremos. —dije, tratando de alentarlos. La mano del padre de Kala palmeando mi hombro.

—Lo lograremos.

***

Aquella misma noche, volví a Grecia bastante agotado. Cuando estuve dentro del templo, pude notar que la mayoría de los miembros de la casa estaban durmiendo, solo un poco del personal de servicio preparando, supongo, las tareas a realizar a la mañana siguiente.

Cuando estaba a punto de llegar a mi habitación, una conocida voz me detuvo.

—Por primera vez te veo tan enfocado en lograr algo, pero jamás imaginaria que Kala fuera capaz de llevarte tan lejos. —giré para encontrar a Atenea recostada de uno de los muros. Me mantuve en silencio porque mentirle a Atenea no era una opción—. Pensé que solo querías el collar para evitarle las pesadillas, sin importar que tú siguieras teniéndolas. Pero de ahí, a arriesgarte a que los maten por mantener un amorío a escondida, es algo superior.

—Atenea y-

—No diré nada. No es mi asunto, y no tengo nada contra Kala. Ninguna de mis guerras son personales, y lo sabes. Lucho por lo que debo y me concierne, y esto no lo hace. Pero tú, Ares, debes ser más cuidadoso si no quieres que las cosas se escapen de tus manos.

—Lo sé, y por eso estoy tratando de controlarme. —respondí.

—Sí, pero tampoco debes exagerar. ¿Ares el amante del dolor sin provocar guerras? Es muy evidente que algo andas haciendo. No seas tan obvio, hermano. Adiós, le dices a Kala que espero verla pronto. —dicho esto, empezó a caminar.

—¿Cómo lo sabes? —subí un tono para que pudiera escuchar. 

—Soy la diosa de la sabiduría Ares, es evidente que tú no lo eres. —reí un poco y terminé por entrar completamente a la habitación. 

Mañana iría a ver a Kala, por tanto deseaba que la horrible noche que me esperaba terminara pronto. 

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora