Capítulo 9

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Me levanté gracias a todo el movimiento que sentía alrededor de la casa, supuse que Hefesto ya se había levantado. Una sonrisa se dibujó en mi rostro puesto a que mi cansancio había disminuido favorablemente luego de la hermosa velada de anoche, y sobre todo por el hecho de haber dormido tan plácidamente. Recordé lo que Ares me había dicho y lentamente retiré el collar de mi cuello, lo coloqué debajo del colchón. Dudo que alguien revisara allí debajo.

Me di un pequeño baño, pues aquí el agua no caía de una regadera, sino de algunos envases que los trabajadores llenaban y luego llevaban a los pequeños baños de los cuartos. Me vestí y peiné mi cabello como pude, y por último, me dispuse a salir de la habitación.

Llegué hasta el pequeño comedor y encontré a Hefesto quien ya había empezado a comer, y al parecer iba de salida. ¿Debía ir con él?, cuando notó mi presencia se detuvo y esperó a que me sentara y me sirvieran el desayuno. Luego, prosiguió con la actividad que había pausado.

—¿Cómo dormiste? —preguntó. Aunque quisiera responder con un: "oh, bueno, bastante bien sabes. Hice el amor varias veces con el dios de la guerra y luego dormí como un bebé", debía fingir que no dormía bien.

—Posiblemente mal desde que me quitaste mi collar. Pero tranquilo, aún no voy a morir por falta de sueño. —dije sarcástica, juntarme con Mika había dado sus frutos.

—Tranquila, en tres meses cuando nos casemos, tendrás un collar de vuelta. No quiero que mueras, aunque te parezca difícil creerlo.

—Ah, claro. —fue lo único que dije y seguí comiendo. Haber tenido aquel maratón sexual me dejó hambrienta.

—Bueno, como sabrás, debo salir a trabajar. Me iré a las 9 y llegaré a las 7, a tiempo para cenar contigo. —mis ojos se iluminaron, aunque, ¿Qué haría conmigo?

—¿Yo debo ir contigo? —pregunté tímidamente.

—No. Bueno, solo si quieres, que no creo. En el taller hay demasiados hombres y ninguno de ellos es el más educado que conocerás. No quiero que las cosas se salgan de control. Te quedarás en casa, y de querer salir, tendrás que ir con uno de los guardias. ¿Está claro?

—Sí, lo está. —dije y seguí comiendo. Me sentía bien al saber que al menos, tendría la casa para mí, sin tener que estar escondiéndome por los rincones.

Cuando ambos terminamos de comer, acompañé a Hefesto hasta la puerta y lo despedí con un simple gesto de mano. Cuando desapareció completamente de mi vista, cerré la puerta y me dirigí a la habitación, grité como una niña pequeña, recordando todo lo sucedido anoche.

***

Toda la mañana la pasé junto a la chica de servicio, Elektra, quien a pesar de tener mucho trabajo, se veía feliz de charlar conmigo mientras lo hacía. Cuando llegó la hora del almuerzo, traté de ayudar a Elektra en lo poco que sabía de cocina hasta el momento. Cuando terminamos de comer, luego de que la obligara a acompañarme en la mesa, lavamos juntas los trastes y Elektra se despidió alegando que regresaba a las 6 para preparar la cena.

Cuando se hubo marchado, me quedé en la cocina comiendo unos dulces que había preparado para mí, me obligó a comerlos ahora porque a Hefesto no le gustaba encontrar ni un poco de azúcar dentro de su cocina. La entendí y gustosa, empecé a comer todo. Era un deleite para mi paladar, tanto que terminé por lamer mis dedos

Estaba tan concentrada en la labor, que cuando sentí unos manos rodear mi cintura, intenté gritar, siendo evitado por la mano que rodeó mi boca.

—¿Ibas a gritar? Pequeña traviesa. —mi cuerpo se relajó al descubrir de quién se trataba. Lentamente retiró su mano y empezó a depositar besos en mi cuello.

—Ares... —susurré. Más por la sensación de volver a sentirlo de aquella forma que por la manera en que llegó.

—¿Esperabas a alguien más? Me ofende saber que no soy el único. —reí ante su comentario. Me giré un poco para quedar frente a frente. ¿Cómo carajos hacía para verse tan caliente a estas horas?—. ¿Qué comes cariño? —preguntó de manera coqueta.

—¿Quieres? —le dije con un tono inocente que de inocente, ni la "i".

—Mmm, quiero otro tipo de dulce. —al decir esto, me tomó y me sentó sobre la mesa—. Sabes, en una de las tantas visitas que le hice a tu padre, Mika me enseñó algunos otros vídeos y técnicas. —empezó a acariciar mi muslo por debajo de mi falda.

—¿Sí? ¿Y qué aprendiste? —dije con la respiración entrecortada.

—Mmm, como tocarte, con las manos y sin ellas. —su toque llegó hasta mi intimidad y empezó a trazar pequeños círculos.

—¿Ah, sí? —la temperatura en aquel lugar se estaba volviendo insoportable. Nuestra ropa sobrando. Sabía lo que quería, pero algo en mí necesitaba escucharlo de su boca.

—Pero, tengo un pequeño problema. —su boca inspeccionaba mi cuello mientras su mano seguía acariciando mi intimidad.

—¿C-cuál, cuál es el problema? —ok, no iba a aguantar por mucho tiempo.

—El problema, mi querida Kala, -empezó a retirar mi ropa interior—. Es que no he tenido con quién ponerlo en práctica. Pero, ¿adivina qué? —cuando retiró completamente mi prenda íntima, me tiró completamente a la mesa. Sus ojos más oscuros de lo normal.

—¿Qué? —dicho esto, abrí mis piernas dejando mi intimidad ante la mirada ansiosa del dios frente a mí. Desde mi posición podía ver su erección bajo aquel traje.

—¿Te lo digo con mis palabras o con las de tu lado del mundo? —preguntó riendo. Sé que lo hacía a propósito.

—Ares por f-

—Voy a follarte con la boca.

Y eso fue todo lo que necesité para saber que tendríamos un encuentro sexual extremadamente caliente.

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora