Ares
Cinco meses, cinco meses desde que Kala fue robada de mi lado. Cinco meses en los cuales he sufrido por no tenerla. Mi única distracción son las guerras, y las muertes que provoco dentro de ellas. Mi padre ha enfermado un poco, pero aún sigue en el poder. Mientras tanto, Atenea y yo estábamos en un tipo de guerra, nos hemos enfrentado unas tres veces, y Atenea, me había vencido. Sin embargo, aquellas derrotas no eran nada, porque al llegar a casa lo único importante para mí era irme a dormir con la ilusión de encontrar a mi amada aunque fuera en sueños. Aquello nunca pasó, y las pesadillas cada vez se hacían peor, empeorando mi ira junto a ellas. Las personas me temían más, si antes era destrucción, ahora era el maldito fin del mundo.
El primer mes lejos de Kala, decidí ir hasta Eretria, donde me informaron, se encontraban ella y Hefesto. El único contacto que tuvimos fue al verla desde una ventana gritando mi nombre y luchando para que aquellos soldados no se la llevaran. Cuando logré entrar, ya se habían ido. El segundo y tercer mes, las cosas fueron extremadamente peores, luché contra Atenea unas dos veces más y asesiné a todos sus hombres, y por último y no menos importante, le dejé a Hefesto un pequeño regalo. Para su suerte, se encontraba refugiado en el templo de Apolo, y yo, por respeto, no podía irrumpir.
Esperaba que huyera a otro sitio porque no pararía hasta recuperar a mi amada. Sin embargo, mis planes nunca pudieron llevarse a cabo. ¿La razón? Les cuento.
♤FLASHBACK♤
《Llegando de mi gran triunfo, dejando atrás a una Atenea molesta como nunca la había visto, y yo, un poco feliz para variar. Iba hacia mi habitación cuando vi a Alala corriendo a mí de manera veloz y preocupada. Algo había pasado y esperaba que no haya sido con Kala. Porque alguien más tendría que morir hoy.
—Ares, debes ir a salón. Hefesto, le contó a tu padre lo que has estado haciendo, buscando a Kala. —habló Alala con temor.
—¿Qué ha hecho, Alala? —pregunté nervioso.
—Tiene al padre de Kala. Debes ir antes de que le hagan algo a-
No le di tiempo a terminar porque ya me encontraba corriendo hacia el salón. Kala nunca me perdonaría si dejo que le pase algo a su padre. Estando frente al salón, ignoré a los guardias y abrí las grandes puertas. El padre de Kala yacía atado en una silla, inconciente. Mi padre, estaba en su asiento común, un poco desmejorado, pero al parecer, la ira lo ayudaba a seguir de pie.
—Ni siquiera voy a pedir que te sientes. Solo escucha. Si me entero que has vuelto a buscar a Kala o a causar uno de tus muchos desórdenes, te juro que personalmente iré a Londres a matar a toda la familia y amigos de esta chica. Y no importa si luego me matas, tú vivirás con aquel pensamiento de que la única persona que ha tomado la osadía de amarte, te detesta. Si sigues así no tendrás el pod-
—No quiero tu maldito trono, puedes llevártelo al infierno cuando mueras. Quiero a mi mujer, a mi lado. —exclamé.
—Yo quería que mi hijo no fuera el causante de mi muerte, pero cada día confirmo aún más, que no puedo cambiar aquello.
—Antes no pensaba hacerlo. Pero tranquilo, te hice una promesa, y la voy a cumplir. Te voy a cortar la cabeza, y luego, se la daré a tu hija como señal de que ya puede tomar su lugar. Luego iré a tu tumba y me acostaré con mi mujer sobre ella. Ahora, tranquilo, por el momento no haré nada. Felicidades, lograste lo que querías. Espero que lo disfrutes, porque no durará mucho.
—¿Qué harás Ares? —preguntó mi padre asustado por la calma con la que me expresaba.
—¿Yo? Nada. ¿No es eso lo que querías? Agradece que por primera vez te estoy obedeciendo.
Y dicho esto, abandoné el lugar. Al llegar a mi habitación, empecé a tirar y destruir todo lo que en ella se encontraba. Cuando no pude más, me tiré al suelo y empecé a llorar. Lloré todo lo que no había llorado toda mi vida, mientras con mi mano derecha sostenía el anillo de matrimonio que ahora usaba como collar, como amuleto. Ese anillo era lo único que realmente me inspiraba a levantarme todos los días y recordar que debía luchar por Kala, por cumplir la promesa de cuidarla que hice.
Sin embargo, ahora no podría hacer más que quedarme aquí y esperar, porque si no, el padre de Kala moriría. Era una decisión difícil, pero no podía sacrificar a una persona que me ha apoyado tanto por un impulso de ira. En contra de mi voluntad, debía desistir de mi búsqueda para recuperarla.
Aquello iba a matarme, principalmente porque Kala creería que había desistido de ella, o que había encontrado a alguien más.
Nunca podría encontrar a nadie que pudiera ocupar su lugar, es que yo destruiría todo el planeta si ella lo pidiera, o buscaría la forma de construirle otro si así lo quiere algún día. No hay nada que mi amor no haría, y yo lo sé, y espero que ella también.
¿Estás bien, amada mía? Te extraño y te pienso. Porque los latidos de mi corazón solo son audibles cuando tú estás presente.》
♤FIN DEL FLASHBACK♤
Estos últimos dos meses, estaba irreconocible. Peleaba, y luego llegaba a casa e iba directo a mi habitación, a llorar. Alala era la única que se preocupaba por si comí o si necesitaba algo. Aunque no lo dijera, sé que ella extraña a Kala igual que yo, bueno, yo más. Hoy no peleé, pero decidí ir a Entrión a pensar, a recordar los momentos en que, por primera vez en mi vida, fui feliz y tuve alguien que me amara sin importar lo que era, y lo que sigo siendo. Siendo bastante de noche, decidí volver a casa.
Solo hice entrar a mi habitación para encontrar a Alala, y por primera vez en mucho tiempo, vi una sonrisa en su rostro que me brindó cierto tipo de esperanza.
—¿Qué sucede? ¿Sabes algo de Kala? —pregunté desesperado.
—Ares, mañana. —dijo Alala ampliando su sonrisa—. Hefesto llamó informando que él y Kala vendrían mañana para el banquete.
Aunque el hecho de que viniera con Hefesto me llenaba de cólera, no pude evitar sonreír. Iba a volver, iba a verla después de tantos meses. Aún no procesaba la información. Mi amada volvería.
—Ares, debes aprovechar y explicarle todo lo que ha pasado.Tengo entendido que ella y Hefesto duermen en habitaciones separadas. —aquella información me hizo respirar. No me imagino a nadie más tocándola.
—Va a volver. —era lo único que salía de mi boca.
—Sí Ares, tu amada volverá. Y haremos todo lo posible para que puedan ser felices, cuenta conmigo.
Nos dimos un fuerte abrazo sin poder contener la emoción en nuestros interiores.
En un día vería a la reina de mis sueños.Y esta vez no la dejaría ir.
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ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]
FantasyCuando los Dioses del Olimpo se hacen notar y Afrodita se hace presente entre ellos, las necesidades de los mortales por ver caer el Olimpo se hacen incesantes. El Dios de la Guerra no está dispuesto a dejar aquel amor que lo obliga a quemar ciudade...