ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]

EXTRA

Eros

Luego de celebrar mi cumpleaños número 16 en Atenas, me encontraba de camino a Londres a pasar el día con el abuelo George. Sí, mamá y papá me contaron toda su historia. Debo aceptar que podría escucharla mil veces más y aún me seguiría pareciendo una maravillosa historia de amor. Al cumplir los 15, fui presentado ante toda Atenas como Eros, dios del amor y el deseo sexual, sí, así como lo escuchan.

Estaba feliz de ver al abuelo porque prometió enseñarme a conducir al cumplir los 16. Papá ya me había enseñado a conducir carrozas, pero también quería aprender a conducir carros como el de el abuelo. La tía Mika me recogió desde la casa del bisabuelo George, y me entregó mi regalo luego de un abrazo que casi me deja sin aliento. El día pasó súper rápido principalmente por lo mucho que nos divertimos. El abuelo me dejó justo en la casa del bisabuelo, y nos despedimos. Con todos mis regalos en mano, me adentré. Subir las escaleras luego de encender las luces y me adentré a la habitación. Encendí la última luz y empecé a caminar. Dejé mis bolsas en el suelo para activar la esfera de mamá, pero cuando estuve a punto de hacerlo, algo llamó mi atención. 

Se nota que siempre estuvo ahí pero, ¿Por qué nadie hablaba sobre la puerta al lado de Entrión? Nunca he escuchado a mis padres hablar al respecto, como si no les importara o como si algo los hubiese llevado a pasarla de largo. Pero lamentablemente para mí, si algo heredé de mamá, fue su curiosidad. 

Retiré la mesa y demás artefactos que bloqueaban su entrada, tosí por todo el polvo que salió de aquella esquina. Me debatía entre abrirla o no, pero algo me estaba empujando hacia ella. Caminé lentamente y con mi mano, limpié unas letras que se hacían un poco visibles debajo de tanta suciedad. Restregué mi mano con fuerza y me quedé estático leyendo las palabras escritas en ella.

⚠️CENTRIÓN⚠️

PROHIBIDO INGRESAR AQUÍ 
NO PASADO, F.

Tomé el pomo y lo giré muy despacio, abriendo la puerta lentamente. Estaba anonadado, mis ojos ardían pero no era por la luz, era por lo que estaban viendo. 

—Mierda...