Capítulo 10

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Ares

Lentamente empecé a dejar un camino de besos por todo el interior de sus muslos, de vez en cuando levantaba la cabeza solo para ver cómo Kala mordía su labio intentando no dejar escapar ningún gemido de ellos. Aquella imagen debería de ser plasmada dentro de un altar, porque la belleza que emanaba su ser, era algo inigualable. Ni siquiera en la situación más vulnerable perdía su encanto.

Cuando terminé de besar, mordí suavemente el interior de su muslo derecho y luego succioné, Kala no pudo evitar el sonido que escapó de sus labios, se sintió como el jodido llamado de un ángel. Aquello no podía ser humano, pero el tener mi cabeza entre sus piernas me confirmaba lo tan real que era todo en este momento.

Satisfecho con la reacción obtenida hasta el momento, me levanté y me acerqué a su boca a dejar un beso que Kala recibió con orgullo.

—No digo que va a ser perfecto, pero voy a intentar hacerlo lo más placentero posible para ambos. —ella rió y asintió. Demasiado ida como para responder.

Dejé otro pequeño beso en sus labios y volví a mi lugar anterior. Lentamente empecé a frotar la zona sensible con mis dedos, tal y como Mika me había dicho. Kala empezó a retorcerse dándome a entender que hasta el momento lo hacía bien. Cuando tuve la suficiente certeza de que ya había hecho bastante con los dedos. Decidí usar la boca.

Empecé dejando pequeños besos sobre su intimidad y luego, empecé a usar mi lengua. Acariciaba lenta pero certeramente, Kala no aguantó y los gemidos salieron de su boca. Debía agradecer a Mika luego, tal vez le regale un lingote de oro. Chupaba, mordisqueaba ligeramente y succionaba, y por último decidí añadir mis dedos.

Alejé un poco mi rostro para apreciar a la mujer que se encontraba gimiendo mi nombre con esfuerzo. Esto era un sueño. Volví al ataque, esta vez un poco más seguro de mis movimientos luego de encontrar un punto débil en Kala. Cuando su mano haló mi cabello con fuerza invitandome a pegar mi rostro aún más e ir más profundo, me sentí como un puto rey. Sin embargo, no iba a dejar que terminara así.

Cuando mi boca se sintió satisfecha, tomé a Kala y la senté aún sobre la mesa. Saqué mi miembro y lo alinié en su entrada, lentamente lo dejé caer todo dentro de ella. Kala arqueó su espalda cuando mi miembro abarcó todo su interior y se sujetó a mí poniendo una de sus manos en mi cuello y otra en mi espalda. Se acercó a mi oído y como pudo, susurró:

—No quiero que seas gentil conmigo, Ares. —y como si de fuego se tratara, aquello terminó de prenderme por completo.

Las embestidas eran rápidas y solo se escuchaba el sonido de nuestros cuerpos al hacer contacto junto a los gemidos de Kala. Aquello era mejor que la gloria. Kala alcanzó su orgasmo y yo, luego de unas embestidas más donde la penetré fuertemente, me dejé llevar.

Ambos respirabamos pesadamente, pero felices por el momento que habíamos compartido.

—Me voy a casar contigo. —dijo Kala, y luego dejó un corto beso en mis labios.

—Te vas a casar conmigo. —otro beso.

—Y me harás el amor todos los días.

—A cada hora.

—Y tendremos un hijo.

—Te daré cinco. —reímos y nos quedamos viendo fijamente a los ojos, ambos sabíamos que a pesar de no decirlo, teníamos miedo de lo que pasaría.

—Te amo, Ares. Mi dios.

—También te amo, mi amada Afrodita.

—¿Vas a quedarte? Elektra no volverá hasta las 6.

—Quisiera, pero no puedo. Por eso vine a verte ahora. Debo salir de Atenas y posiblemente no llegue hasta caída la noche, y no quiero impedir que duermas por estar esperándome. Pero vendré mañana sin falta.

—Está bien. ¿Al menos te veré en mi sueño? —la inocencia que en ella habitaba, a pesar de todo lo que había pasado, me hacía admirarla. Sonreí y la besé.

—Claro que sí, no te vas a librar de mí. Recuerda cerrar tu puerta con seguro y si llega a suceder algo, puedes hacer una oración pidiendo por mí. Y vendré de inmediato.

—¿C-cómo lo harías si no estás en la ciudad? —reí. Sí, era el ser más inocente que conozco.

Kala, soy un dios, tengo poderes. Tú también, pero aprenderás de ellos más adelante, ahora prefiero tener a la Kala mortal conmigo.

—Es cierto. —bajó su cabeza avergonzada, empecé a hacerle cosquillas obligándola a mirarme. Mi gesto se volvió duro.

—Debo irme ahora. Recuerda, no necesitas ninguna oración en específico, solo debes agregar mi nombre a tu petición, y aquí estaré. Te amo Kala, y te sacaré de esto.

—Te amo, y confío en ti.

Y dicho esto, dejé a mi amada para dirigirme a mi destino, no solo iba a salir de Atenas, iba a salir de Grecia. Específicamente, iba a Londres. Pero Kala no podía saberlo.

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora