Dos meses para la bodaKala
Un mes ha pasado desde que Ares y yo dimos incio a este amor secreto, o relación. Las cosas han estado bastante bien desde que volví a Atenas, aunque algunas cosas aún no me dejaban respirar tranquilamente. Faltaban dos meses para la boda y, al parecer Ares aún no ha encontrado una forma de lograr sacarme de aquí sin que nadie más salga perjudicado. Hefesto por su parte, cada día amanece de un humor más insoportable, nada le agrada, todo le parece irritante y luego, descargaba su rabia sobre Elektra y obviamente sobre mí, quien trataba de cargar también con la ira que intentaba liberar sobre Elektra.
Cuando quería pedir perdón, permitía que Alala viniera a visitarme a modo de disculpa. Hablábamos de todo, a veces me daba mensajes o me entregaba cosas que Ares me enviaba. Aunque venía a verme la mayor parte del tiempo, algunas veces no podía venir ya sea por trabajo, o por no levantar sospechas. Entre nosotros las cosas han ido extremadamente bien, excepto por hace unos días cuando cometí el error de contarle que Hefesto en medio de una acalorada discusión, me había levantado la mano. Grave error de mi parte, Ares estaba hecho una fiera, buscando salir de la habitación para ir a buscarlo. Eso era una clara demostración de que lo mataría. Al negarme a dejarlo irse de la habitación, empezamos a discutir porque él alegaba que lo estaba defendiendo. Al final decidió irse y yo quedé sola en la penumbra que adornó el lugar a su salida.
Pensé que no vendría al menos por unos días, muy enfadado como para enfrentarme. Sin embargo, la noche siguiente cuando ya me había ido a dormir, sentí el grueso colchón de la cama hundirse a mi lado. No me asusté porque sería capaz de reconocer su aroma incluso a dos mundos de distancia. No me moví ni abrí los ojos, cuando hubo llegado completamente a mi lado, me abrazó pegando con fuerza su pecho contra mi espalda, sentía su respiración en mi cuello y el aroma de culpabilidad que adornaba cada inhalación que dejaba escapar.
—Sé que estás despierta, Kala. Mírame, te lo ruego. —lentamente me giré hacia él, sus ojos hinchados, ¿estuvo llorando?—. Perdón, es lo único que puedo decir. No soy bueno en estas cosas, pero realmente lo siento. —sus palabras se enredaban entre la sinceridad que se envolvía sobre ellas. Le di una pequeña sonrisa y acaricié si rostro.
—Está bien, Ares. Vamos a dormir. —le di un pequeño beso en los labios y volví a mi posición anterior. Su agarre se reforzó en mi cintura, como si tuviera miedo de que desapareciera.
—Sabes —dijo Ares cerca de mi oído—. El collar que Atenea me dio, solo puede proteger los sueños de uno de los dos, en este caso, de quien lo usa. —era claro que no estaba durmiendo bien, pero escucharlo de él, hacía doler mi corazón.
—¿Tienes pesadillas? —pregunté.
—Cuando duermo en casa. Cuando estoy contigo, mis demonios no aparecen en mi sueño. Te había dicho que tú eres mi amuleto, no necesito ningún collar, siempre que tú estés conmigo.
Y si pensaba que mi corazón no podía latir con más fuerza, estaba equivocada. Porque cada día, cuando sentía que ya no podía ser más amada, Ares me demostraba que él era capaz de darme más de lo que yo creía suficiente.
Porque para mí, tenerlo era demasiado para un ser como yo, quien nunca tuvo ni la mitad del afecto que Ares me provee.
Ares
Dos meses, dos meses faltan y aún no he encontrado cómo lograr sacar a Kala de aquelka casa sin que su familia muera en el intento. Por mi parte, creo que nadie sospecha que Kala está teniendo algo con cualquier persona, pero aunque mi padre no lo diga, sé que le parece extraño que yo esté tan estable. Ambos sabemos, que solo estoy retrasando lo que él y yo sabemos que va a suceder. Debería de agradecer a Kala por conseguirle unos meses más de vida, porque hace tiempo lo hubiese matado si no fuera porque ahora tengo cosas más importantes en las cuales centrarme.
En cuanto a Damén, supe que mi padre lo trajo de vuelta, y las ganas de atravesar su garganta con mi espada, no me han faltado. Alala ha ido a visitar a Kala los días en que no puedo ir, para asegurarse de que todo esté bien, mientras yo, me encargo de visitar a su padre para evitar que algo suceda fuera de mi alcance.
Mi hermano Apolo accedió a permitirnos quedar en su templo, tuve que prácticamente avergonzarme y contar exactamente cómo han sucedido las cosas, y como esperaba, Apolo desaprobó totalmente las decisiones de mi padre y sus aliados, y además, tomó en cuenta el hecho de que Kala resultó ser totalmente de su agrado. Accedió a dejarnos vivir en su templo hasta que yo pudiera conseguir calmar las aguas.
Atenea y yo seguíamos en pie de guerra, yo ya no quería el trono, pero debía pretender que sí. Atenea no sabía aquello, ¿el dios de la guerra resistiendo de algo que puede proveer de poder su alma? Poco creíble, incluso para la mujer más inteligente de Grecia.
El día que pudiéramos marcharnos, me llevaría a Alala conmigo, de ningún modo me permitiría dejarla aquí luego de todo lo que ha hecho por nosotros. Por primera vez estoy pidiendo por algo, no me importa perder la vida en el proceso siempre que logre darle a Kala la vida que merece, aunque yo no esté en ella.
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ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]
FantasyCuando los Dioses del Olimpo se hacen notar y Afrodita se hace presente entre ellos, las necesidades de los mortales por ver caer el Olimpo se hacen incesantes. El Dios de la Guerra no está dispuesto a dejar aquel amor que lo obliga a quemar ciudade...