Capítulo 24

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Hefesto

Cuando acepté el matrimonio con Kala, lo hice más por venganza que por amor. Decidí que la tomaría como esposa porque cuando quise meterme en sus sueños, Ares ya lo había logrado. ¿A mí me lanzan al nacer y él consigue todo lo que quiera solo con respirar? Aunque la verdad, iba más allá de eso.

Cantalha. Se preguntarán, ¿Qué papel juega ella en esto? Fácil. Estuve enamorado de ella desde la primera vez que la vi, siendo un niña. Siempre me despreciaba o me comparaba con Ares, hasta que descubrí que estaba enamorada de él. ¿Por qué no podía amarme a mí de aquella forma? Al menos yo le correspondería. Era su buzón cuando Ares la maltrataba, cuando se acostaba con ella y luego la echaba sin más, siempre estuve ahí, pero ella nunca lo notó. Cuando me enteré de lo de su suicidio, simplemente quería morir. Cambié drásticamente mi actitud con Kala, porque ella y Ares eran los responsables, así que aunque había considerado cancelar el matrimonio, no lo hice. Les daría una lección a ambos, a Ares quitándole lo que más ama. Y a Kala, haciéndole la vida imposible.

Pensé que aquello sería suficiente, y lo fue por un tiempo, hasta que las murmuraciones se hicieron sentir. Uno de mis hombres me informó de que en el mercado y otras partes de Atenas, se hablaba de que la prometida del deforme Hefesto lo estaba engañando. La sangre me hervía, ya me había quitado lo que más amaba, y no iba a permitir que pusiera mi nombre por el suelo. Pero tampoco podría acusarla de infiel sin ninguna prueba, eso sería imposible. 

Así que tomé una decisión y decidí visitar a la principal persona que me involucró en esta situación. Damén. Salí temprano de casa ignorando completamente a Kala, y me dirigí al templo de Zeus. Hice todo lo posible por evitar cruzarme con Ares o cualquier otro dios. Lo que me intrigó, fue ver a Ares llegar segundos antes que yo, ¿Dónde estaba durmiendo? Mantuve mi cabeza fría y fui en busca de Damén. 

Toqué la puerta de su laboratorio e inmediatamente me abrió. Me invitó a pasar y lo hice.

—Tu visita no debe ser por nada bueno. —supuso Damén. 

—Creo que Kala está viendo a otro hombre. —si esperaba sorpresa en su rostro, no la conseguí en absoluto. Una sonrisa apareció en su rostro.

—Bueno, yo tengo una idea de cómo podrías averiguarlo. Digo, si estás de acuerdo. —dijo fingiendo desinterés.

—Dime. —dije seguro. Su sonrisa se amplió. 

—Escucha atentamente, y podrás atraparla. 

No iban a seguir viéndome la cara. No más. 

***

Damén 

Cuando conté a Hefesto todo lo que debía hacer, abandonó el lugar y yo daba saltos como un conejo por la pradera. Tenía el momento perfecto para vengarme de ellos. Ares y Kala lo pagarían. Zeus no sería considerado bajo un acto así. 

Sabía que Hefesto iba a hacer exactamente lo que le recomendé. Aunque debes ser muy estúpido para no notar algo que sucede sobre tus narices. Aunque no lo culpo por no notar el aroma de Ares dentro se su casa, ya que la peste que siempre carga este hombre, es superior.

Faltaba poco para la gran función y aunque desearía verla en primera fila, dejaré que el mundo arda estando fuera de él. Después de esta, después de esta no creo que logren escapar más. O muertos o separados, no hay otro camino.

Esperaba con ansias la caída del dios de la guerra y de la diosa del amor. Ni aquello último podría salvarlos. 

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora