Kala
Luego de que Ares se fuera la tarde de ayer, decidí ducharme para no reparar en sospechas y arreglé todo para no hacer notar que alguien a parte de Elektra estuvo aquí.Cuando dieron las seis, la ya mencionada regresó puntual cargando algunas cosas con ella, me pidió que me fuera a la habitación porque si Hefesto me encontraba allí, le causaría algunos problemas,decidí hacerle caso y me dirigí hacia la habitación.
Me entretuve mirando a través de mi ventana hasta que los toques en la puerta me indicaron que Hefesto posiblemente ya había vuelto del trabajo. Practiqué para actuar lo más normal posible y salí en dirección al comedor. Al llegar, encontré a un hombre sudado y completamente lleno de sucio, grasa por lo que pude notar. El desagradable olor que emanaba era tan fuerte, que tuve que hacer un intento por no tapar mo nariz. Me acerqué y me senté en el mismo lugar que esta mañana. Elektra sirvió mi cena y en un leve susurro le agradecí.
—¿Qué hiciste todo el día? —preguntó Hefesto. Es que su estado incluso me retiraba las ganas de tener cualquier conversación con él, pero igual debía hacerlo.
—Nada, solo anduve de la habitación a el resto de la casa. —dije, bastante desinteresada.
—Trataré de conseguirte algunas cosas para que te entretengas.
—Gracias. —agradecí el gesto—. Hefesto. —llamé su atención—. Es posible que... ¿que logres que Alala me visite mañana? Es la única persona que puede saber algo de mi padre y realmente necesito saber de él. Por favor.
Cerré los ojos esperando un grito o cualquier respuesta negativa. Ninguna llegó a mí. Solo un suspiro escapó de sus labios antes de hablar.
—Está bien, haré que Zeus la envíe aquí mañana. Así tienes compañía. —y dicho esto, volvió a comer.
—Gracias.
Si Ares vendría en la noche, tendría toda la tarde para estar con Alala, tenía muchas preguntas para ella.
***
Ares
Luego de dejar a Kala, me dirigí a Entrión asegurándome que nadie me siguiera. Cuando por fin estuve ahí, activé la esfera y me encaminé a través del túnel hasta llegar al otro lado, donde Mika me esperaba.
—Hola cuñado. —dijo amistosamente. Lo cierto era que el tiempo que Kala estuvo lejos, me acerqué más a su familia porque eran los únicos capaces de darme un tipo de afecto parecido al suyo.
—No quiero preguntar qué es un cuñado por miedo a la respuesta. —dije mientras tomaba la ropa que me ofrecía. Ropa de su época.
—Tranquilo, es algo bueno, pronto lo sabrás.—dijo mientras reía—. Ares, ¿Y Kala?
Una sonrisa se dibujó en mi rostro ante su mención, una sonrisa que no hizo acto de presencia en mucho tiempo.
—Vengo de estar con ella.
—Esa sonrisa dice más que "estar con ella". ¡Te la follaste! Sabía que no iban a aguantar mucho! —Kala nunca se equivocó al decir lo tan expresiva y directa que podría ser Mika.
—¿Por qué gritas todo? ¿Tienes sordera? —recibí un golpe en el hombro de su parte. Fingí que me había golpeado fuerte cuando en realidad ni lo sentí—. ¡Auch!
—Hey, la dramática soy yo. Ahora vístete, el padre de Kala nos espera.
Mika salió dejándome solo para que pudiera cambiarme. La razón de mi visita a Londres era sencilla, Entrión. Durante todos estos meses estuvimos investigando las razones que tendría Damén para querer apoderarse de la esfera de Kala. Investigamos mucho, sin tener éxito. Hasta hace unos días cuando Alala escuchó una conveniente conversación entre Damén y otro señor.
Tenía un plan para llevar a cabo en Grecia, pero debía asegurarme de que nadie de aquí saliera perjudicado. Es por eso que hoy decidí reunirme con Mika y el padre de Kala. Debía ocuparme de ponerlos a ellos a salvo para poder iniciar mi plan en Grecia. Un plan que desataría una gran guerra. Pero que nos liberaría a Kala y a mí.
Faltando tres meses para la boda, debía mantener mi plan oculto de Kala, ya que por ahora ya estaba sometida a mucha presión. No quería que las cosas se salieran de control, y la necesitaba completamente en todos sus sentidos.
Aquella boda no se realizaría, y de hacerlo, correría mucha sangre por las calles de Grecia.
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ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]
FantasíaCuando los Dioses del Olimpo se hacen notar y Afrodita se hace presente entre ellos, las necesidades de los mortales por ver caer el Olimpo se hacen incesantes. El Dios de la Guerra no está dispuesto a dejar aquel amor que lo obliga a quemar ciudade...