Capítulo 17

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Kala

Hoy me levanté más temprano de lo normal debido a los golpes que proporcionaban en la puerta. Por la brusquedad del acto, supe inmediatamente que no se trataba de Elektra sino de Hefesto. Lentamente me levanté y quité el pequeño seguro. A pesar de ser tan temprano, él ya se encontraba totalmente vestido y listo para salir de casa. ¿A dónde iba tan temprano?

—¿Vamos a algún lado? —pregunté, aún un poco adormilada.

—Vístete, Zeus a pedido que te lleve al templo. Espero que no hayas hecho nada para ponerme en vergüenza, porque he sido muy bueno contigo pero tengo mis límites. —y dicho esto, se fue de la habitación sin esperar respuesta.

Cerré la puerta y me dispuse a hacer lo que me pidió, lo último que esperaba hoy, era una pelea sin razón, como todas las discusiones con Hefesto. Me puse un vestido sencillo y arreglé mi cabello un poco solo con el uso de mis manos. Cuando terminé, salí de la habitación. Me felicité por haberme quitado el collar justo cuando Ares se fue de la habitación.

Cuando llegué al comedor, me encontré con la falta de presencia de Elektra, sin embargo, el desayuno estaba servido sobre la mesa en el puesto en que solía sentarme. Comí sin prisa y al terminar, me dirigí a la salida, donde Hefesto me esperaba ya dentro de la carroza. Subí sin decir comentario y el trayecto inició. Mi pregunta era, ¿qué querría Zeus conmigo? ¿Acaso sospechaba algo?

***

Al llegar al templo, fuimos recibidos por Alala, quien se ofreció a llevarnos a ambos hasta el gran salón, sin embargo, Hefesto negó afirmando que vendría a buscarme en una hora antes de ir al trabajo. Entonces, si no iba a trabajar, ¿A dónde iba tan temprano? Guardé mis dudas al respecto y solo asentí. 

—¿Sabes para qué me quiere ver Zeus? —pregunté a Alala una vez estuvimos solas.

—Realmente no lo sé, Kala. ¿Y sabes qué me intriga más? También envió a buscar a Damén. —bien, esto no podría traer nada bueno, al menos eso pensaba yo.

—¿Crees que sepa lo de Ares y yo? ¿Y si me vuelven a sacar se Atenas? —pregunté alarmada. ¿Estaría Ares aquí?

—No creo que sea eso. En tal caso, hubiese optado por la presencia de Ares. Y no evitó su salida cuando lo vio irse hace unas horas. Aunque es extraño que los quiera a ambos en el mismo lugar. Trata de actuar normal, aún no sabemos cuál es la razón.

—Está bien, ¿te quedarás fuera? —pregunté. 

—Siempre te espero, Kala. Ahora, entra. —estaba tan sumida en la conversación que no noté que ya estábamos a unos metros de la gran puerta.

Al entrar, pude ver la figura de Zeus sentada donde siempre lo hacía, como la primera vez que lo vi. ¿La diferencia? Cada día que pasaba se encontraba más débil, más fuera de aquella inmortalidad que se supone, poseía. Lentamente me acerqué, y su mirada se posó en mí, una sonrisa en su rostro cansado, ya no me brindaba confianza, no después de lo que hizo. Esta vez siquiera hizo un intento de ponerse de pie, posiblemente ni siquiera podía hacerlo por sí solo.

—Kala, hija. Acercate un poco. Estamos esperando a Damén, ya debe estar por llegar. —me moví un poco más cerca y permanecí allí. Unos segundos bastaron para que la puerta fuera abierta exageradamente, ni siquiera volteé a mirar.

—¡Mi querido amigo Zeus! Que gusto ver-

Se detuvo de golpe cuando notó otra presencia, en este caso, la de alguien muy conocido por él.

—Pensé que estaba solo. —siguió hablando Damén. Me miró e intentó fingir que no le parecía familiar—. ¡Te me haces muy conocida! Pero no logro recordar de donde! —dijo, al parecer esperaba que Zeus siguiera su burla o la permitiera, pero no fue así. 

—No seas patético Damén, es irrespetuoso no rendir honor a tus dioses. —expresó Zeus, haciendo caer un balde de vergüenza sobre Damén—. Y bien, estoy esperando tu reverencia hacia la diosa Afrodita. 

De mala gana, se giró quedando frente a mí, y se arrodilló. Desde mi lugar pude sentir su lucha al seguir la petición de Zeus.

—Alabada sea, diosa Afrodita. —wow, nunca había sentido tanta hipocresía en un solo ser.

—Ya, tampoco te pedí convertirte en una estatua. Ponte de pie. —cuando Damén lo hizo. Zeus continuó hablando—. Bien, los he citado a ambos aquí por una razón. Y espero que cuando crucen esa puerta, todo haya quedado claro.

—No sé qué podríamos tener en común esta m-

—Te juro por la poca salud que me queda que si vuelves a abrir la boca sin yo pedírtelo te voy a partir en pequeños trozos Damén, o mejor, le daré tu cuerpo a Ares. —exclamó Zeus molesto por la interrupción.

—Lo siento, mi dios. —respondió Damén entre dientes. 

—Bien, seré claro. No me importa lo que haya pasado entre ustedes en un pasado, considero que ambos se equivocaron, sobre todo Ares, que no está aquí. Pero ese no es el punto. Kala está pagando por sus consecuencias y mi hijo, también. Ninguno ha desobedecido o ha intentado hacer algo para cambiar sus destinos  aunque en el fondo es lo que desean. Sin embargo, no soy un ser tan despiadado como ustedes creen. Kala. —dijo, llamando mi atención—. Sé que convivir con Hefesto no es nada fácil, y su humor es algo totalmente intolerable, pero lo has llevado de una manera muy inteligente, y eso es admirable. Sé que extrañas a tu familia, y a la que alguna vez fue tu casa, por eso, a pesar de la molestia que aquello causó en Hefesto, tomé una decisión que él no podrá negar o interponerse. Podrás ir a visitar a tu familia, dos días a la semana, eso te dará un respiro de aquel ogro, y podrás realizar algunas actividades que ya eran habituales en ti. La única condición es que regreses puntual, ya sabes lo que pasaría si decides no cumplir con lo acordado. 

—Pero, no puedo volver a Londres, al menos no sin mi esfera. —aunque estaba emocionada, no quería demostrarlo. Aquel hombre sentía que me hacía un favor al darme parte de la libertad que ya de por sí debería pertenecerme.

—Y es aquí, donde entra el papel de Damén. —el mencionado se puso nervioso, sabía lo que estaba pasando—.  El día que todo esto inició, Damén me pidió hacerse cargo de ti, pero en ningún momento concedí la apropiación de la esfera por su parte. Y mucho menos que la usara  para sus beneficios personales. 

—Señor, yo nunca, nunca hice aquella atrocidad. —trató de defenderse Damén a pesar de su evidente nerviosismo. 

—Ares y otros soldados te han estado viendo entrar y salir de aquel lugar, con artefactos, dinero. ¿Eres un saqueador? Lo que no es nuestro no se toma! Y mucho menos si ni siquiera es de Grecia! —exclamó Zeus—. Estoy esperando que entregues a Kala la esfera que cargas dentro de ese traje, Damén. 

—¡Yo he trabajo por eso! Ella no ha movido un solo dedo! —explotó Damén, bajó su voz al comprender lo que había hecho, le había gritado al mismísimo Zeus.

—Tienes tres segundos para entregarle su esfera, o de lo contrario, me voy a encargar de darte un destino peor que la muerte. —dijo Zeus, incluso su tono de voz había cambiado a uno más frío.

Con dificultad, Damén sacó la esfera de su bolsillo y me la entregó. Zeus se volvió a calmar y exclamó.

—Disfruta de tu familia, Kala. Ahora, puedes irte. —asentí y abandoné el lugar. Dejando a un Damén enojado, un Zeus a punto de aniquilar a alguien, y un atisbo de emoción en mi pecho. Vería a mi familia nuevamente. Aquello me hacía el ser más feliz en este momento. 

Sonreí al pensar que Ares fue responsable en parte, de que esto pasara. Si él no hubiese puesto a sus guardias a seguir a Damén, posiblemente Zeus nunca hubiera tomado esta decisión. 

Tenía que buscar la forma de agradecerle. 

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora