Capítulo 35

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Ares

Toda mi vida, Atenas, Londres, se detuvieron en este mismo instante. No podía moverme, pero veía cómo mi amada perdía su vida, cayendo al suelo. En aquel momento, la maldad que nunca llevé a claridad, se adueñó de mí. Grité tan fuerte, que aquel gruñido hizo que todos los presentes se tiraran al suelo. Iban a morir.

Me acerqué a Hefesto, y sin pensarlo, corté su cabeza. Luego me dirigí al hombre que había sujetado a Kala anteriormente, clavé mi espada con fuerza, varias veces y muy profundo. Se atrevieron a tocarla. Todos empezaron a salir corriendo del lugar, la situación se había salido de control. Cuando terminé de acribillar al hombre que ya yacía en el piso, me giré en busca de Kala, una joven se encontraba a su lado haciendo presión sobre su herida. No podía perderla, no de esta forma. Corrí hacia ellas y me arrodillé junto a su cuerpo. Kala sonreía débilmente, signo de que su cuerpo estaba perdiendo su fuerza. 

—Cariño… —dije, llorando.

—Viniste, viniste por mí. —dijo bastante forzada, una tos se hizo presente. Estaba perdiendo mucha sangre.

—Siempre vuelvo a ti cariño, siempre.

—Debe llevarla a algún lado, no creo que resista mucho aquí. —dijo la joven a nuestro lado.

—¿Conoces otra salida que no sea la principal? Necesito salir rápido de aquí. Y una carroza.

—Ven, sígueme. —dijo aquella chica. 

Tomé a Kala con la mayor delicadeza del mundo y seguí a la chica. Íbamos casi corriendo, debía llegar a Entrión antes de que fuera demasiado tarde.

—Ares... —dijo Kala llamando mi atención—. Gracias. Si no logro vivir, te quiero agradecer por hacerme la mujer más feliz del mundo. —negaba con la cabeza porque sé que se estaba despidiendo. No, no y no—. Si hoy muero, lo haré feliz sabiendo que morí entre los brazos del hombre que amo.

—No digas eso. No vas a morir hoy, tenemos que casarnos, tenemos que viajar fuera de Londres, tenemos que traer hermosos niños a este mundo. No vas a morir aquí, morirás anciana y con la certeza de que mientras más pase el tiempo, más te voy a amar.

Las lágrimas abandonaron sus ojos mientras luchaba por mantenerlos abiertos. 

—No quiero morir. —dijo en un hilo de voz.

—Y no lo harás, no mientras yo esté aquí. 

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora