Capítulo 25

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Hefesto 

Siguiendo el Consejo de Damén, a la mañana siguiente le avisé a Kala que volvería a casa hasta el día siguiente por problemas del trabajo. Por primera vez en mucho tiempo analicé su reacción y puedo jurar haber visto un atisbo de sonrisa en su rostro. Me controlé para no hacer nada y me dispuse a salir de casa, esperando la hora que Damén me había indicado para volver.

Esta vez no se me escaparían, y esperaba que Zeus se hiciera responsable en caso de que aquello, sea cierto.

***

Kala 

Feliz, era poco para describir mi emoción al saber que Hefesto no llegaría hasta el próximo día, a pesar de que Ares solo vendría en la tarde, podría pasar una noche bastante tranquila, cosa que no lograba tener desde hace días. Elektra desayunó a mi lado y luego tuvimos una divertida conversación. Ares llegó puntual luego de la comida, justo cuando Elektra se marchaba. 

Luego de una pequeña pero acalorada conversación en la cocina, terminamos en la habitación. Ambos sabíamos lo que querían nuestros cuerpos.

—No sabes cuánto extrañé sentir tus labios, tu piel, todo de ti. —decía Ares mientras devoraba mi cuello. No me importaba si dejaba alguna marca.

—Te… necesito Ares, ahora. —exigí ganándome un gruñido de su parte. Me tiró sobre la cama y se posicionó sobre mí. Esta vez no había calma, las penetraciones eran cada vez más profundas y ninguno de los dos podía contener sus gemidos. 

Varias posiciones y embestidas de Ares, fueron suficiente para darnos a ambos el placer que necesitábamos. Solo hicieron falta unos diez minutos para que estuviera sobre Ares nuevamente. Se introdujo en mí sin dudarlo y empecé a montarlo con fuerza, dejándome guiar de las sensaciones de mi cuerpo, y haciendo a ambos estremecernos. El sexo con Ares siempre era superior, todo lo era, realmente. 

Luego de aquel maratón, nos dormimos hasta caída la noche, cuando nos despertamos, Elektra ya estaba en casa y se ofreció a hacer cena para mí y el invasor que me acompañaba. Aceptamos y luego de una guerra de besos, fuimos hasta la cocina. Ares tomó lugar en el puesto en que solía sentarse Hefesto y yo a su lado. Comimos entre risas. Ares al igual que yo, prometió a Elektra llevarla a Londres cuando todo se calmara. Le habló tanto del McDonald's, que creo que de ahora en adelante soñaría con él. 

Cuando terminamos de cenar, ayudamos a Elektra a limpiar y luego volvimos a la habitación y en efecto, Hefesto no había vuelto a casa. Estando nuevamente en la habitación, fui apresada contra la pared por Ares, rodeé su cintura con mis piernas y nuevamente, hicimos el amor. Cuando tuvimos suficiente el uno del otro, Ares se despidió y se marchó por aquella ventana y yo, dormí como un bebé. Todo estaba bien, y lo estará.

***

Hefesto 

Justo a la hora que Damén me había dado, estuve vigilando el jardín que daba a la ventana de la habitación de Kala,aquella habitación por la cual había pedido. ¿Por qué justamente esa? Incluso, es la más alejada de la mía. Tenía casi una hora mirando sin éxito, decidiendo si debía irme, hasta que lo vi. Vi escabullirse una figura, no podía distinguir su rostro, miraba a todos lados en búsqueda de alguna mirada, escaló hasta llegar a la pequeña terraza de la habitación de Kala, cuando estuvo dentro, vi a Kala salir al balcón y, besarlo. Aún no veía su rostro, pero cuando se giró y retiró aquella tela que cubría su cabeza, lo supe. Ares.

Una, dos, tres horas, y no se iba. La noche llegó, y aquel intruso no abandonaba el lugar. Las ganas de entrar y asesinarlo allí mismo estaban pudiendo conmigo. Decidí seguir el Consejo de Damén y no hacer nada de eso. En cierto momento los vi volver nuevamente al balcón, se besaban apasionadamente, de la misma forma que me hubiese gustado besar a Cantalha. Ares salió por el mismo lugar por el que había llegado, y Kala volvió dentro con una sonrisa. 

Se divertían mientras yo estaba matándome en el trabajo, se revolcaban en mi casa, quién sabe si lo hacían en mi presencia. Pero me lo pagarían, no iba a permitir que todos en el pueblo se rieran de mí, primero por lo de Cantalha y luego por esto. Los iba a exponer e iba a dañar sus reputaciones, y encima, haría lo imposible para que no volvieran a cruzarse. Nunca más. 

Me dirigí en busca de Damén, no podía volver a casa. Me abrió inmediatamente luego de entrar al templo casi corriendo. Su rostro expresaba claramente que ya sabía lo que había visto.

—Ahora, querido Hefesto, vas a escuchar exactamente lo que harás mañana. Ya nadie se va a burlar de ti, y los verás pagar por lo que te hicieron. —expresó Damén mientras yo solo asentía. 

ENTRIÓN II: El retorno de los dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora