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Antes de dormirme me aseguré de contactar con un nuevo piloto y preparar todo para que mi regreso fuera seguro. Dejé mi ropa acomodada ya que la alarma sonaría muy temprano, arropé mi cuerpo cubierto por un suéter y unos pantalones de tela.

Horas pasarón cuando el sonido de unos violines me despertó, estire mi cuerpo y desconecte mi teléfono del cargador apagando la alarma también. Me dirigí hacia el baño llenando mi cara de agua helada acelerando el proceso de despertarme, lave mis dientes y me hice una cebolla en el cabello.

Saqué de mi maleta una malla para ponerla en mi cabeza y unos pasadores para prensar firmemente mi peluca rubia corta. Maquille mi rostro y coloque un suave rosa en mis labios después unos pupilentes color café oscuros fueron colocados. Mis manos agarraron un suéter negro ancho lo suficiente para que pasara desapercibido en mi abdomen mi arma y cuchillo con funda, los prense con una liga más larga de la que ponía en mis muslos. Unos pantalones rasgados y pegados de mezclilla fueron puestos mientras trataba de localizar mis tenis bajos blancos.

Empaque lo que hacía falta y salí de inmediato, deje las llaves en la canasta de la recepción. Alce la mano para llamar a un taxi que estaba en espera cruzando la calle, cuando me vio de inmediato se acercó y bajó para ayudarme a abrir la cajuela subiendo mi maleta después de que ingresó al asiento del piloto pude abrir la puerta. Le dije la dirección a la que nos dirigimos y por la hora las calles estaban totalmente silenciosas.

En el reloj de su tablero se podía ver que eran las 4.35 a.m. me relajé unos minutos con la música de jazz que tenía en el auto y solo 10 minutos después ya estábamos frente al edificio. Él se bajó para entregarme mi maleta lo cual agradecí, le entregue el costo del viaje y se retiró.

Oprimí el botón del elevador, empecé a subir hasta el piso uno, camine por el mismo pasillo de ayer y toque la puerta. No hubo respuesta, esperé un momento para volver a tocar pero nadie salía, revise mi teléfono para verificar la hora y eran diez para las cinco ya debían de estar preparados. La tercera vez aplique más fuerza pero aún no había nada saque el cuquillo de mi abdomen y empecé a jugar con el picaporte hasta que después de unas vueltas hizo clic permitiendo la entrada.

Se escuchaba mucho silencio para la casa de un niño pequeño, recorrí la sala del departamento después la cocina y no encontré cambios. Mis pasos lentamente se acercaron a las habitaciones, levanté mi suéter y saqué mi arma, abrí la puerta con calma pateando para poder ingresar.

Era la habitación de Giovanni quien aún se encontraba durmiendo con su pijama de superhéroes al parecer admiraba a Batman, tenía una gran maleta en la esquina de la habitación, unos cuantos peluches con juguetes empacados en una bolsa transparente y unos libros braille. Toque levemente su frente para después salir a la habitación de enfrente, hice el mismo movimiento que antes pero al ingresar la cama estaba tendida.

De hecho todo el espacio se encontraba de manera impecable a diferencia del cuarto del niño la puerta del baño se encontraba semi abierta, pegué mi espalda a la pared y di respiraciones profundas, patee la puerta e ingrese rápido con el arma.

Ahí estaba ella, colgada. Baje mis manos, guarde el arma y regrese a su recamara para tomar una silla, me junte hasta estar lo suficientemente cerca de su cuerpo. Cuando estuve frente a ella pude notar lo pálidos que estaban sus labios se debió de haber ahorcado justo después de acostar a su hijo.

Era mi quinta vez presenciando un suicidio y siempre trataba de apartar la vista pues me parecía sin importancia pero esta vez, no lo hice no pude apartar mis ojos de ella. Aún era joven, su rostro era bello al igual que su figura, heredaría una fortuna y viviría por siempre cómodamente aunque con algunos deberes pero se rindió más rápido.

Mi MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora