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Cuando Aller finalmente recibió nuevamente sus audífonos, fue de mano de Ángela, acompañada su superviso; este no tardó en darle la señal verde para volver al hangar. Siendo lo que había estado ansiando por todo el tiempo que estuvo en reposo.

Por supuesto que había disfrutado de esos días en los que pudo descansar de forma decente, a pesar de la falta de sus audífonos o el hecho de que su brazo hubiera tenido que mantenerlo cubierto de cremas y tener que ir a chequeos constantes; lo había disfrutado un poco; pero no era el tipo de persona que disfrutaba de aquello por demasiado tiempo.

Prefería mantenerse ocupada en un oficio y pudo volver a ese apenas poner pie en el hangar, siendo recibida por algunos compañeros y amigos cercanos en la zona, aunque no todo iba a ser perfecto. Todavía tenía un objetivo que cumplir, y ese era el mantener nuevamente al día su rendimiento. Aun le quedaba tiempo para calificar al puesto así que no tardo en poner manos en ello.

Pronto sus días agitados volvieron, aliviándose ahora por cada vez que veía a sus amigos agentes bajar de los aviones luego de sus misiones. Logrando sacar una sonrisa en su rostro manchado por la grasa motriz cada que agitaba su mano hacia Hanzo.

Estaba agradecida de haberlo tenido a su lado durante su recuperación y espera, si bien los demás también habían estado apoyándola y animándola cuando no estaban en misiones; él mantuvo su imagen cerca, aun cuando volviera de misiones exigentes le otorgaba pequeños tiempos de tranquilidad en cortas conversaciones que lograban dejarle un cosquilleo en la piel.

Todo se había mantenido bien para ella durante un tiempo, pero por supuesto, no podía ser por siempre, lo quisiera o no las misiones en los hangares no tardaron en volverse desgastantes y constantes. Si bien eran por reparaciones u entregas, estaban allí.

También estaban los momentos con sus compañeros, si bien algunos también estaban aspirando a un ascenso, no impidió que volvieran sus choques bromistas o agradables. Otros mantenían distancias a fin de evitar roces, o ligeras rivalidades.

Después de todo, por sobre el compañerismo también estaban los intereses personales, eso era obvio.



Al final de un día de jornada, Aller camino por los pasillos con una carpeta en manos, por tercera vez en aquella semana su escuadra había sido asignada a una entrega. Habían sido días ocupados pero estaban seguros de poder con una entrega más.

Pasando por los vidrios que otorgaban vista al jardín interno, se detuvo frente a uno de ellos, divisando allí la imagen del mayor de los hermanos Shimada alzando su arco. Pronto su atención recayó en su rostro revuelto, parecía estar pasando un mal momento, por lo que cambio su dirección para ir hasta allí.

Cuando cruzo la puerta, escucho el sonido de algo silbando en el aire un segundo y luego el sonido seco de un objeto sobre una superficie, también escucho una frustrada frase en japonés y cayó en cuenta del lugar donde había terminado la flecha.

El césped bajo sus botas crujió al moverse hasta su lado, recibiendo de inmediato una mirada.

— Aller, pensé que estarías en el comedor ya.

— Tuve que ir a una reunión antes, pero iba de camino cuando te vi– Hizo un gesto con su mano libre hacia su imagen– Te veo distraído, ¿estás bien?

— He estado distraído, es todo.

— ¿En serio?

— Hoy no ha sido mi mejor día.


Hanzo resoplo, cansado y frustrado de sí mismo. Ni siquiera podía mostrarse sereno frente a ella aunque lo intentara, porque sabría cómo darse cuenta de que estaba mintiendo, tal como él lo hacía con ella. Así que cuando noto su mirada fija sobre él junto con una inclinación de su cabeza acabo bajando el arco aun alzado.

GélidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora