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Después de aquella intensa confrontación en aquel local, luego de evadir las miradas curiosas y risueñas de algunas de las personas que los habían visto ahí, y de disculparse con el encargado y recibir una mirada picara del mismo, pudieron dejar el lugar.

Más que molestos por la interrupción de la paz en el sitio parecían felices, bastante extraño si se le preguntaba a ambos. Ahora iban devuelta a donde estaba Genji a un paso extrañamente lento que el principio, ninguno, especialmente Aller, parecían tener prisa. Ella tenía en su mano derecha una pequeña bolsa reciclada que tenía adentro una caja donde estaban las rebanadas del pastel que no pudieron siquiera tocar, y también otra caja con un trozos extras para el cyborg y los otros. Y en su mano izquierda estaba el gorro blanco de lana que Emily le había obsequiado, tenía una expresión tan relajada que dejaba claro que no le importaba mucho el no usar la prenda.

Esta vez fue la oportunidad de Hanzo para mirar su cabello, esparcido a los lados en pequeñas ondas desechas que pretendían ser, en algún momento, risos. A veces lograba ponerse en su lugar e entender por qué usar gorros o una liga. Pero sabía lo de sus auriculares; se fijó en ellos y noto en la luz de la calle como había viejas cicatrices de donde habrían estado unos aretes.

Eso le genero curiosidad, recordando luego sus palabras.

— Entonces solo debo preguntar– Dijo Hanzo, atrayendo su atención en una mirada curiosa– Para saber de ti, solo hay que preguntar.

— Exactamente, ¿qué ronda por tu mente ahora, Shimada?

Aller bajo más el ritmo de sus pasos, mostrándose completamente en calma; aunque los dos lo estaban sorprendentemente, prácticamente se habían declarado y estaban muy tranquilos como si nada hubiera pasado. Aunque sabían que era algo de lo que hablarían más tarde en privado, ahora no era no el lugar.

Metiendo ambas manos en los bolsillos de su chaqueta, Hanzo miro un momento su rostro antes de preguntar:

— ¿Desde hace cuánto utilizas los auriculares?

— Desde hace diecisiete años– Su expresión no cambio como él lo hubiera pensado, seguía serena– Tenia veintiuno cuando comencé a usarlos.

— ¿Qué ocurrió para que terminaras usándolos?

— Hubo un ataque terrorista en mi ciudad natal, una bomba, estaba cerca de la zona. Sobreviví de milagro pero al estar tan cerca hubieron secuelas– Giro su rostro un momento para darle una mirada ligeramente decaída–. El nervio interno de mis oídos acabo lesionado por el ruido, luego recibí los auriculares.

Hanzo permaneció en silencio, escuchándola atentamente y prestando atención a como su rostro se iba volviendo turbio de a poco, cambiando su expresión por cada palabra. Casi se arrepiente de haber preguntado, pero debía hacerlo y de cierta forma también era necesario que se lo dijera.

Aller continúo hablando:

— Estuve muchos meses en terapia, las primeras dos semanas me los quitaba e intentaba arrojarlos lejos de mí; me hacían sentir tan... horrible. Donde vivía no habían personas que usaran alguna clase de aparato u prótesis, y el saber que era la única solo volvía todo aun peor. Me hacia sentir acorralada y una completa extraña– Hicieron una pausa al cruzar entre un grupo de personas saliendo de una tienda– Pero como dije, los meses en terapia ayudaron bastante, aun después de tantos años no logro usarlos totalmente en público, pero estoy mejor. En el cuartel nadie más que los superiores saben que los uso, los demás y tú... Huh. Fuiste el primero en preguntar y saber que no sea un superior, de hecho.


Y ahí estaba de nuevo, estaba sonriendo, en un tono más apagado pero lo hacía, con sinceridad. Girando su cabeza para verlo justo en el momento en que él estaba estirando su mano para colocarla sobre su hombro a modo de consuelo antes de su acción. No estuvo seguro de seguir por lo que solo dejo la mano en el aire un momento, pero un momento después fue cubierta por una de la suyas, tocándolo con la textura del gorro.

GélidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora