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Ese día era un desastre, completamente.

Hanzo no había podido enfocarse en sus propios deberes ni los entrenamientos, estaba ligeramente fuera de sí y muy distraído, ineficiente.

Esa razón la sabía, había tenido una pesadilla y por más estúpido que fuera, esa pesadilla había drenado toda la energía que había recuperado con sus horas de sueño. Quizás la sangre derramada en la misión de días anteriores fue el causante, esa misión había resultado algo violenta y en un encuentro cercano sangre ajena le salpico el rostro; generando así tal pesadilla.

Al menos podía decir que conocía algo del sistema de tales sueños, puesto que no era la primera vez que ocurría, no, por supuesto que no. Tenía todo un expediente de terapias por esos sueños. Aunque sobre este estaba algo sorprendido, no era la forma normal en la que se desenvolvían sus pesadillas.

Muchas veces las había tenido desde lo sucedido del el asesinato de Genji en Hanamura, en su hogar, y sabía que por mucho tiempo eso solo era un reflejo de su culpa y el remordimiento que lo carcomieron de a poco; actualmente el pensamiento autodestructivo quedo atrás gracias a las terapias, sabía cómo tratar esos pensamientos. Sabía cómo actuar en caso de una crisis, aun cuando fuera una posibilidad remota. Sabía que el ver a Genji en esas escenas tan despreciables no tenía que afectarle; pero esta vez el foco había sido (Tn).


Restregó ambas manos contra su rostro húmedo por el agua, viendo su imagen reflejada en el espejo. Solo tenía dos opciones sobre el tema, la primera era ignorar esa pesadilla por completo y la segunda era acordar una cita con el terapeuta. Tomaría ambas, por el momento ignoraría el tema y luego haría una cita, era lo mejor.

Mencionando con eso a (Tn); hacía tres días que había partido a una entrega en Rumania; la misma le había informado de eso a él luego de calmar el llanto frustrado, mostrándose solo un poco más serena. Pero conservando aun una expresión agotada, y no era de esperar menos. Recordaba estar con ella al menos diez minutos frente a su habitación abrazándola; sabía que hubiera preferido quedarse el resto de la noche ahí de no ser porque menciono por sí misma que pronto seria el toque de queda.

Solo ahí aparto sus brazos de sus hombros y viéndola limpiar con sus dedos sus mejillas lo mejor posible, quitando los rastros de lágrimas.

— Sera mejor que me retire antes del toque, ambos sabemos lo intensos que son los monitores después de todo.

— ¿Estarás bien?

— Si, estaré bien, descuida.

Obteniendo solo esa respuesta, dejo que lo abrazara una última vez antes de murmurar un "Buenas noches", y así acabara retirándose a paso lento por el pasillo hasta perderse de su vista. Esa última acción le dejo un escalofrío en su piel, especialmente en sus brazos descubiertos, en los cuales los vellos de erizaron dejándole una ligera, y conocida, agradable calidez.

Pero por supuesto eso no quito o resto su preocupación hacia ella.

Y de ahí se llegaba hasta el momento actual, no sabía exactamente cuando había terminado en el jardín interno de la base, pero ahí estaba, de pie en medio perdido por completo. Quizás estaba esperando, pero, ¿exactamente que esperaba?

Acabo revolviendo un poco su cabello oscuro, dejando suelta algunas hebras que cayeron sobre su frente.

Pensó en practicar con su arco, pero no quería hacerlo tampoco, estando tan distraído perfectamente podría cometer un error que le costaría una cuerda, una visita al taller y posiblemente un regaño si alguna fecha iba a otro lugar.

GélidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora