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Lo primero que hizo Hanzo al estar lo suficientemente consiente fue gruñir, percibiendo esa tan conocida sensación de que un taladro estuviera atravesando su cabeza hasta el cerebro, toco con la punta de sus dedos un lado de su cabeza siseando ante el dolor. Detallando como cada fibra de su cuerpo semidesnudo estaba totalmente descolocada; estaba mareado.

Abrió sus ojos esperando encontrar como de costumbre el techo de color beige de la habitación, pero solo encontró tubos metálicos. Frunció su rostro ante eso, enfocándose más y dándose cuenta de que era la parte inferior de la litera en donde estaba; estaba en la cama de abajo. Se apresuró a buscar con la mirada a su compañera y no la vio en ninguna parte, pudo relajarse por un segundo, pero solo por uno ya que cuando quiso levantarse noto un peso en su cuerpo; comenzó a entrar en pánico cuando lo primero que cruzo su mente fue el resultado más común luego de una velada con alcohol.

Coloco por un momento ambas manos sobre su pecho, entrelazando sus dedos, teniendo la mirada perdida en las barras metálicas que sostenían el peso del colchón; intentando recordar que había pasado anoche con exactitud para haber termino ahí; pero su mente estaba en blanco luego de algún punto de la velada y solo llegaban imágenes borrosas de él compartiendo con el resto.

¿Se había acostado con ella? ¿Acaso sería posible aquello? No, no hubiera sido tan irresponsable como para hacer tal cosa, ni siquiera estando ebrio, y tampoco lo hubiera sido Aller. ¿Verdad? El alcohol podía hacer que cualquiera se volviera irracional. ¿Qué demonios había pasado anoche?

Inhalo intentando calmarse, haciendo un recuento de lo que tenía hasta ahora; estaba en la cama de Aller, sin camisa y cubierto hasta el pecho por la sabana y con la mencionada durmiendo en su torso; aun sin verla sabía que estaba rodeando su cuerpo con un brazo y con una pierna. También sabía que aún conservaba su pantalón, eso era bueno, pero no descartaba el dilema principal, ¡perfectamente pudo haberlo hecho aun con el pantalón! Se esforzó un poco más y se dio cuenta de la sensación de suavidad en donde estaba Aller, lo que significaba que aun traía su suéter pero tampoco podía estar seguro por eso, no sabía y seguía vestida o solamente tenía eso.

Tomo el borde de la sabana y la levanto estando decidido a obtener respuestas.

Finalmente pudo suspirar aliviado al ver como Aller conservaba su ropa entera, eso lograba calmarlo, desechando completamente la idea que rondaba en su mente. La calma volvió a su cuerpo y echo su cabeza contra la almohada otra vez; por supuesto que aún estaba el hecho de que Aller seguía sobre él, podía soportarlo, tampoco era desagradable. No le molestaba que parte de su peso estuviera encima, que estuviera su pierna entre las suyas y que uno de sus brazos estuviera sujeto a su costado; prácticamente estaba aferrada a él. Pero el calor que emanaba su cuerpo era acogedor, estaba cómodo.

Bajo la cobija hasta que su rostro quedo afuera, experimentando un vago recuerdo al notar marcas de maquillaje corrido en su rostro, había estado llorando, ¿por qué? ¿Acaso había ocurrido algo durante la velada?

Estrujo su rostro exhalando con fuerza, necesitaba tantas respuestas y ninguna seria respondida hasta que ella despertara, quizás podría decirle que ocurrió anoche. Si es que recordaba algo y pedía que fuera así.

De repente comenzó a oír quejidos de su parte, sintiendo como estrujaba su rostro varias veces sobre su piel hasta levantarlo, teniendo una expresión completamente de molestia, parpadeando varias veces mientras miraba a los lados hasta quedarse mirándolo. Parecía más dormida que despierta aun, esperaba que saltara para alejarse al darse cuenta de su posición pero siendo lo contrario solo volvió a apoyar su cabeza contra su torso.

Hanzo quedo perplejo, pasaron algunos minutos en silencio y ya la creía dormida otra vez, pero la escucho hablar con un tono rasposo.

— Tenías razón– Dijo entre quejas bajas–, la migraña es un castigo bien merecido.

GélidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora