Aquella semana desde la velada de navidad paso casi desapercibida, sin muchas emociones fuertes para el grupo completo, parecía que cada uno a excepción de Emily y Lena se había dividido para hacer las cosas que les apeteciera. Como descansar con mayor gusto por el aura tranquila de las fiestas.
Aller estaba aquella noche sobre su cama, jugueteando con el regalo de Emily, un gorro tejido de lana blanca, no pretendía tener preferencias pero entre los demás regalos que había recibido ese era el que más le había gustado. Solo por el hecho de tratarse de un gorro; le gustaban como un accesorio a su vestimenta normal y al uniforme de los hangares. Pero también sabía que se trataba de sus audífonos, sí bien era algo que ya había aceptado como parte de cuerpo, como algo obligatorio de usar en sus vida; no desaparecía el hecho de que no se sintiera cómoda al enseñarlos.
Después de todo no siempre estuvo sujeta a ellos, antes del desastroso accidente que le produjo su dependencia a era una mujer normal, cómoda con su aspecto, incluso había sido fanática de usar pendientes en aros llamativos.
Dejo el gorro de lana sobre su cuerpo para llevarse ambas manos a sus oídos, tocando un momento los audífonos antes de girar las perillas, provocando que un silencio casi total se esparciera a su alrededor; ya no pudo oír los ligeros murmullos de las conversaciones que pasaban en la sala u en la cocina. Apenas podía captar unos ruidos en la habitación, se levantó de su cama impregnada por el olor a cloro para caminar hasta la ventana pero se detuvo un momento para observar el arco que reposaba sobre el escritorio.
Ciertamente apenas había cruzado palabra con Hanzo esa semana, solo lo necesario, al menos de su parte, más de una vez intento buscarle conversaciones sin obtener alguna respuesta que le indicara que estaría dispuesto a seguir. De hecho ya ni siquiera le contestaba al desearle buena noche. Casi parecía haber vuelto al principio con sus respuestas cortantes y la pregunta era, ¿por qué?
Pues tampoco tenía una respuesta clara, ningún ser humano razonable podría dejar de hablar con alguien por algo como lo que les sucedió a ambos, ¡Podría haberle pasado a cualquiera! ¡Y solo porque ese cualquiera hubiera sido él no le daba derecho a reaccionar así! Los accidentes pasaban a menudo pero no significaba que debía aislarse así.
Lo intento, intento hablar con él y solucionar lo que sea que hubiera pasado para que se pusiera así, pero no obtuvo nada. Y no era ninguna mentira que había empezado a sentirse mal por ello, rechazada.
Chasqueo su lengua ignorando el escritorio y termino de una vez frente a la ventana, observando atentamente como la azotea del edificio seguía cubierta por la nieve caída en el transcurso de los días. Giro su cabeza al lado de la pequeña calle entre los otros edificios residenciales y no vio pasar algún alma por ahí. Miro nuevamente el marco de la ventana y decidió que sería mejor salir por un ambiente diferente que no fueran esas paredes.
Ajusto las correas de sus botas poniendo uno por uno sus pies sobre la escalerilla de la litera, tomando su saco marrón y poniéndoselo al igual que el gorro blanco mientras bajaba las escaleras. Encendiendo otra vez sus audífonos antes de que los cubriera.
Camino hacia la puerta mirando a ambos lados, notando como Jesse estaba en la cocina revolviendo algo en una olla, en la sala estaban ambos hermanos, pero solo Genji noto su presencia ya que Hanzo estaba de espaldas a ella. Parecían estar hablando sobre algo, por lo que solo movió su cabeza cuando el cyborg le dio mirada, así que camino hacia la cocina.
Saludo al castaño pasando por su espalda para abrir el refrigerador:
— Hey Jesse, ¿qué haces ahí?– Bebió del vaso de agua en su mano.
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Gélido
FanfictionDurante el invierno las cosas suelen cambiar de manera drástica. Los árboles y flores simulan perecer. La necesidad de buscar calor aumenta. Y los cuerpos parecen acercarse entre sí solo por inercia. Tras la llegada sorpresa de un invitado a mitad...