Capítulo 23

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*Calle*

Después de que todas terminaramos la comida que Paula y yo compramos nos sumergimos en un incómodo silencio, ninguna se levanta de la mesa pero tampoco decimos nada, parece que cada una está perdida en sus pensamientos y la tensión entre mi mejor amiga y Lauren es casi palpable; yo por mi lado no dejo de mirar ha Poché, ni tampoco puedo sacar de mi cabeza los momentos en que la he visto tan cerca de Lauren, quiero pedirle una explicación y forzarla a que sea sincera y me diga que siente por ella, también quiero reclamarle a Lauren y que me cuente si está pasando algo. Sin embargo, sé que eso solo empeoraría las cosas entre Poché y yo, ella no me debe nada y eso lo tengo más que claro; salgo de mis pensamientos al escuchar un tono de llamada, miro hacia el lugar de donde proviene el sonido y me encuentro con Lauren intentando sacar su celular del bolsillo, al hacerlo se disculpa para luego alejarse y responder dejándonos solas a Vale, Paula, a Poché y a mi, solo estamos nosotras ya que Juan Carlos no pudo quedarse a comer, Vale se levanta de la mesa diciendo que tiene algunas cosas pendientes por hacer, siendo así, en la mesa solo quedamos Paula, Poché y yo.

–Gracias por la comida, chicas–Poché es quien decide terminar con el silencio, cosa que le agradezco–estaba delicioso.

–No tienes nada que agradecer–respondo con una sonrisa, ella también sonríe y siento las típicas mariposas en el estómago–¿cómo te fue con la doctora?.

–Bien, ella sugirió que además de mi terapia física sería adecuado hablar con un psicólogo, ya que tal vez eso me puede ayudar a recuperar la memoria.

–¿Son altas las probabilidades que recuperes la memoria?–pregunto, poniendo toda mi atención en ella.

–Al parecer no–se ve triste–posiblemente solo recuerde algunas cosas o en el peor de los  casos nada.

–Siendo así, ¿Cómo explican que hubieses recordado algo sobre nuestra relación?

–Por las emociones que me provoco el beso.

–¿Qué quieres decir?–la miro sin entender.

–Tú fuiste muy importante en mi vida y uno de los sentimientos más fuertes que puede sentir el ser humano es el amor, ese beso genero tantas cosas en mi que ayudo a que recordara una pequeña parte de mi vida, fue más como un déjà vu o eso fue lo que me explicaron.

–¿O sea que si te besa de nuevo puedes recordar algo más?–pregunta Paula, de quien me habia olvidado por completo, no recordaba que estaba con nosotras.

–No porque ya nos besamos en otra ocasión, supongo que eso sucedió la primera vez porque yo no sabia quien era Calle, ni era consciente del amor que siento por ella.

Sus últimas palabras se quedan grabadas en mi mente.

"Ni era consciente del amor que siento por ella"

Se me acelera el corazón y siento que me tiemblan las manos.

–¿Tú... todavía estás enamorada de mi?–hago todo lo posible para que mi voz no delate mis nervios.

–Pensé que eso había quedado claro la última vez que nos vimos–me mira fijamente a los ojos–el accidente borro mi memoria pero no mis sentimientos.

Me falla la respiración debido a la emoción, quiero gritar de felicidad porque aunque en el fondo sospechaba que el amor que Poché sentía por mi antes del accidente seguía ahí, su insistencia en mantenerme lejos me hizo dudar.

Permanezco en silencio varios segundos intentando ocultar mi alegría.

–¿Entonces por qué insistes en mantenerme lejos?.

Ella suspira y se toma unos segundos antes de responder.

–Porque aunque te ame no estoy segura de querer estar contigo–la luz de esperanza que empezaba a crecer en mi corazón se apaga de inmediato y ella parece notarlo ya que pone su sobre la mía–no estoy diciendo que jamás vamos a volver a estar juntas, lo que quiero que entiendas es que primero tengo que recuperarme del accidente antes de pensar en algo más.

Hago todo lo posible por tragarme el nudo que se forma en mi garganta antes de hablar.

–Pero... ¿qué lugar voy a ocupar yo en tú vida?

–El que tú elegiste hace unos meses cuando me abandonaste en el hospital.

Sus palabras entran como puñales en lo más profundo de mi corazón, logrando que este se desangre lentamente; permanezo en silencio, reteniendo las lágrimas e intentando deshacer el nudo en mi garganta porque sé que si me atrevo a pronunciar una sola palabra mi voz se va quebrar y va a ser imposible para mí no llorar. Me levanto de la mesa sin siquiera mirarla y  sintiéndome completamente débil camino hasta la salida, buscando que tal vez así el dolor disminuya aunque sea un poco pero me detengo al ver a Lauren frente a mi.

–¿Qué tienes?–pregunta preocupada mientras sostiene uno de mis brazos.

Niego con la cabeza incapaz de hablar y ella parece entenderlo.

–Vamos afuera para que tomes un poco de aire.

Me guía hasta la puerta y ambas abandonamos la casa, respiro hondo y dejo salir un par de lágrimas.

–¿Qué paso?

–Poché acaba de sacarme de su vida–hablo en voz baja, sintiendo el dolor latente en mi pecho.

–¿Qué?–frunce el ceño–no puede ser, ella y yo hablamos de otra cosa.

–Pues parece que esa "otra cosa" de la que hablaron no funcionó–digo molesta pero sobretodo herida.

–¿Piensas que yo tengo que ver algo en su decisión?

–No sé, dímelo tú.

–Por supuesto que no–alza un poco su tono de voz–entre Poché y yo no hay nada más que una amistad.

–No es lo que parece.

–Nada es lo que parece, Calle–habla con firmeza– Ambas creamos un vínculo muy fuerte por la otra pero se basa meramente en una amistad.

–Entonces explícame porque me esta sacando de su vida–la miro con lágrimas en los ojos–la Poché de antes jamás habría hecho algo así.

–Porque tiene miedo, Calle; hace menos de un mes ella estaba luchando por su vida, no recuerda nada y se siente desorientada. Después vienes tú, quien le provoca tantas cosas al mismo tiempo pero que a su vez, le miente y la hace dudar de su amor al no permanecer a su lado en su peor momento, tú y la relación que tuvieron es una incógnita para ella–pone su mano sobre mi hombro y lo aprieta–Entiendela un poco, ¿sí?, dale tiempo.

–Sé que es mi culpa pero eso no evita que duela.

–Lo sé, bonita–acaricia mi espalda y me mira compresiva–démosle un poco tiempo.

Asiento con la cabeza y limpio mis lágrimas.

–Gracias, Lau.

–No nada por lo que debas agradecer–sonríe con cariño–y por favor no metas cosas en tú cabeza que no son, Poché y yo somos amigas nada más.

–Lo siento–digo un poco avergonzada.

–No te preocupes–sonríe levemente–¿quieres entrar?

–No, prefiero irme a casa.

–¿Estás segura?

–Si.

–¿Quieres que te acompañe?, creo que a los dos nos haría bien un poco de compañía.

–Tienes razón–suspiro con pesar–lo que menos quiero es estar sola–la miro con una pequeña sonrisa–¿Vamos?.

–Vamos.

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