Capítulo 13

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Me quedo sentada en mi lugar viendo como se aleja de mi y procesando lo que acaba de pasar, o mejor dicho lo que acabo de hacer; me deje llevar por un impulso pero no me arrepiento, extrañaba tantos sus besos y sentirla junto a mi que fue como si nada hubiera pasado... la sigo amando tanto o incluso más. Decido dejar mi carro en el estacionamiento del hospital y caminar hasta mi casa, no está muy lejos de aquí y me ayuda a relajarme.

–Buenas tardes, Alberto–al llegar a mi edificio saludo al portero.

–Señorita Daniela que bueno verla–sonríe con amabilidad–me alegro de que ya no vaya a estar tan sola.

–¿A que te refieres, Alberto?–pregunto confundida.

–A la señorita María José–dice como si fuera lo más obvio del mundo–yo nunca la había visto así que la busque en la base de datos de los inquilinos y está dentro de la lista de propietarios–me mira curioso–¿estaba de viaje o tuvo algún accidente?... lo digo por las muletas.

–¿Qué?–se me acelera el corazón–¿Poché estuvo acá?

–No sé quien sea Poché pero si se refiere a la señorita María José ella no se ha ido sigue en el apartamento.

–No puede ser–me pasa las manos por el pelo, nerviosa–¿cómo es?

Me mira sin entender pero responde.

–No muy alta, cabello oscuro, ojos claros y venia en muletas.

Es ella, es ella.

–¿Estás seguro que iba para mi apartamento?

–Si, incluso tenía la llave.

No puede ser.

–¿Hace cuánto llego?

–Más o menos diez minutos.

–Gracias–camino hasta el ascensor pero al ver que está ocupado decido usar las escaleras, las subo lo más rápido que puedo y al llegar veo que la puerta está medio abierta entro con cierto temor de lo que pueda pasar al ver a Poché pero mi corazón se detiene cuando la veo tirada en le piso inconsciente.

–Amor–corro hacia ella y sostengo su cabeza–amor, por favor–las manos me tiemblan, tengo miedo de perderla–reacciona Poché... por favor–varias lágrimas bajan por mis mejillas mientras la muevo intentando que despierte.

–Señorita...–miro a Alberto que acaba de entrar al apartamento y al ver lo que está pasando se acerca rápidamente a nosotras –¿Qué paso?

–No sé, llama a una ambulancia por favor–el asiente y escucho como habla por teléfono pidiendo la ambulancia.

–Ya vienen–se arrodilla a mi lado–¿le tomó el pulso?

–No.

Él pone dos de sus dedos en el cuello de mi novia y después dos en su muñeca sintiendole el pulso.

–Está un poco lento–me mira preocupado–pero la ambulancia no tarda en llegar.

Después de no sé cuanto tiempo por fin llegan los paramédicos, le ponen oxígeno y la suben a la camilla para poder llevarla al hospital, yo corro detrás de ellos y me voy junto con mi novia en la ambulancia.

–¿Qué paso?–me pregunta unos de los parámetros.

–No sé, cuando llegue estaba así–lo miro temerosa–¿se va a poner bien?

–Si, tranquila al parecer solo fue un desmayo lo que me preocupa es su pierna y su costilla derecha–me mira atentamente–¿sabe si sufrió un accidente recientemente que pudo afectar estas zonas?

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