Capítulo 27

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Miro junto a Poché una a una las fotos que decidí escanear un mes después del accidente, las tengo todas en un álbum y verla mirarandolas atentamente con una sonrisa radiante en su rostro me hace muy feliz. Poché tiene un encanto natural, su energía se siente donde quiera que este y mirarla resulta hipnotizante, tiene ese algo que llama la atención y que hace que te deleites con solo mirarla, yo soy una fiel admiradora de su belleza, de su fuerza y de cada uno de sus encantos.

—¿Esta foto cuando fue?—sonrío con nostalgia al observar la foto, es una en la que yo estoy rodeaba de muchos globos—parecías muy feliz.

—Estaba muy feliz—dejo de mirar la foto y me concentro en ella, perdiendome en el verde claro que reflejan sus ojos hoy—ese día me pediste que fuera tú novia y yo claramente acepte.

—Me gustaría recodar ese momento—susurra con melancolía—y cada uno de los que viví a tú lado.

—Posiblemente lo logres—acaricio su mejilla y ella sonríe brevemente.

—Espero que las terapias con la psicóloga funcionen, esa es mi única esperanza.

—Se...—soy interrumpida por el sonido del citofono que se encuentra en la sala de estar—ya vuelvo—me levanto de la cama y voy a hasta la sala para contestar.

Tomo el teléfono.

—Señorita Calle, su papá va para allá hice todo lo posible por detenerlo pero él entró a la fuerza, lamento no haber cumplido con su orden de no dejar pasar a nadie.

Suspiro y cierro los ojos porque sé lo que se viene.

—Esta bien, Alberto. No fue tu culpa.

—Le ofrezco mis disculpas, señorita Calle; no cumplí adecuadamente con mi trabajo.

—No pasa nada, que tengas un bien dia

—Igual para usted, señorita Calle.

No he terminado de dejar el teléfono en su puesto cuando la puerta de mi apartamento es tocada con más fuerza de la necesaria.

Me preparo mentalmente antes de abrir; al hacerlo lo primero que hace mi papá es abrazarme fuertemente, tengo que admitir que nunca pensé que esa iba a ser su primera acción al verme.

—Papá—intento soltarme de su abrazo—ya puedes soltarme, me estás dejando sin aire.

—Te extrañé mucho, hija—rompe nuestro abrazo pero deja sus manos en mis brazos—y antes de regañarte necesito que me asegures que estas bien de salud y me expliques porque el medico de la familia me llamo a avisarme que estuviste preguntando por tu historia clínica.

Sus últimas palabras me ponen nerviosa y me obligo a pensar en una respuesta rápida.

—Solo quería asegurarme que todo estuviera bien y me di cuenta de ciertas cosas importantes sobre mi que desconocía completamente—me cruzo de brazos e intento parecer disgustada.

—No señorita, a mi no me cambies la película—me mira con preocupación—dime que esta pasando, Dani. Van casi dos meses que no te veo, dejaste de visitar a Poché en el hospital y tú nunca harías algo así, cortaste comunicación con todo el mundo durante más de un mes y ahora resulta que estás consultando tu historia clínica, algo no esta bien.

—Papá—tomo aire y dejo de mirarlo a los ojos—estoy haciendo todo lo posible para estar bien, no quiero que te preocupes.

Después de varios segundos en silencio él sostiene mis brazos de nuevo y me obliga a mirarlo a los ojos.

—Dime su volvio—me pedí con la voz temblorosa y una expresión de pánico en su rostro.

Siento un nudo en la garganta y las lágrimas se acumulan en mis ojos.

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