Capítulo 10

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Todos permanecemos en silencio, yo con mi mirada fija en mi papá y en Daniela; Paula, Lauren y mi hermana compartiendo miradas entre ellas que no logro entender. Decir que estoy extremadamente confundida es poco, parece ser que la única que no sabe lo que está pasando soy yo.

–Bueno ya–alzo un poco mi tono de voz para sacarlos a todos de su trance–me pueden explicar ustedes de donde se conocen y que es lo que tengo que saber.

Daniela me mira por milésimas de segundo y vuelve a mi papá.

–Juan Carlos regale unos minutos, por favor–lo mira suplicante y veo la duda en mi papá, se nota que le tiene mucho cariño y eso aumenta mis ganas de saber porque está tan enojado con ella.

–Papá yo creo que los merece–mi hermana sale a favor de Daniela.

–También quiero hablar contigo, Vale–la mira con tristeza–tú también mereces una explicación.

Después de lo que parecen horas mi papá acepta hablar con Daniela y ellos se retiran de la sala con mi hermana detrás.

–¿Ustedes me pueden explicar que está pasando?–le pregunto a Paula y Lauren, ellas se miran entre sí sin saber que decir.

–Ehhh...–Pau mira las puntas de su cabello–¿de qué?–se hace la boba y Lauren la mira con cierta ternura.

–No te hagas la boba sabes de lo que estoy hablando.

–Esto... yo...–no sabe que decir pero es salvada por Lauren.

–Creo que eso deberías hablarlo con ellos.

–Ustedes tampoco me van a decir nada–niego con la cabeza un poco decepcionada.

–No nos corresponde, Poché–lauren me sonríe en forma de disculpa.

–¿Por...–soy interrumpida por el tono de llamada de un celular.

–Disculpen–Lauren se levanta del sofá para contestar la llamada y Paula la sigue con la mirada sin ningún disimulo, yo carraspeo para obtener su atención ya que no deja de mirar a Lauren.

–Bueno...–por fin me mira a mi‐¿cómo paso?–señala mi pierna.

–Estaba en el parque con Daniela–deja de mirarme–aunque en ese momento no sabía que se llamaba Daniela, ella salió corriendo y quise ir detrás de ella pero olvide que tengo un pie malo así que...–ruedo los ojos al ver que no me está poniendo cuidado y está concentrada en Lauren, quien sigue hablando por teléfono–deja de mirarla la vas a gastar.

–¿Ah?–pregunta con un gesto de confusión.

–Lauren no se va a ir de ahí si dejas de mirarla–me mira–¿qué te pasa con ella, Pau?

–Nada–desvía la mirada–no me pasa nada.

–Pau–sostengo una de sus manos entre las mías–no recuerdo nada de mi y mucho menos recuerdo algo de ti, lo que quiere decir que prácticamente no te conozco pero quiero que sepas que estoy aquí, que sigo siendo tú mejor amiga y jamás te juzgaría–sus ojos se cristalizan–no tienes que pasar por cosas dolorosas, tristes o confusas tú sola.

–Gracias–me abraza–en serio muchas gracias pero no puedo hablar algo que todavía ni yo entiendo.

–Esta bien–acaricio su espalda–aquí voy a estar para cuando estés lista.

–Gracias–rompemos nuestro abrazo con una sonrisa.

–Chicas me tengo que ir–nos informa Lauren mientras recoge su bolso que está en uno de los sofás.

–¿Tan rápido?–pregunta Paula un poco decepcionada.

–Si, tengo que...–duda un poco antes de seguir hablando–ir a ver a alguien.

Mi mejor amiga solo asiente con la cabeza y puedo ver un deje de tristeza en sus ojos.

–¿Quién es?–me atrevo a preguntar.

–Es...–Lauren mira a Paula y comparten una mirada que no logro entender–una amiga.

–Okey...–digo no muy convencida de que solo sea una amiga.

–Bueno...–se acerca a mi y acaricia mi mejilla con ternura–recuerda que mañana tienes que ir más temprano al hospital para que te hagan una radiografía antes de la terapia y si te duele de nuevo el pie, que puede pasar porque lo lastimaste bastante, tómate otras dos pastillas. Si necesitas algo me avisas–deja un beso en mi mejilla y un corto abrazo‐nos vemos mañana.

Se acerca a Paula, se miran fijamente a los ojos por unos segundos y después se despide de ella con un beso en la mejilla, ambas la vemos salir y no puedo evitar sentirme atraída por ella, Lauren es muy atractiva y bastante encantadora, me encanta la forma en la que me cuida y se preocupa por mi pero tengo muy claro que jamás va a pasar nada entre nosotras, no queremos dañar la bonita amistad que tenemos y ambas sabemos que no funcionaría.

Pasa más de una hora hasta que mi papá, Valentina y Daniela aparecen de nuevo en la sala, todos se ven más relajados y ha disminuido un poco la tensión.

–¿Ya me van a contar que está pasando?–los miro a los tres bastante ansiosa por saber.

–Daniela va hablar contigo, hija–mi papá se acerca y deja un beso en mi frente–vamos a dejarlas solas para que hablen–mi hermana y mi mejor amiga asienten y los tres suben las escaleras de mi casa. Daniela se sienta frente a mi bastante nerviosa.

–¿Qué pasa?–pregunto con cierto nerviosismo.

Ella toma aire antes de hablar.

–Primero quiero presentarme–sonríe–mucho gusto mi nombre es Daniela Calle–me ofrece su mano y yo la toma sintiendo cierta corriente eléctrica que traviesa todo mi cuerpo.

Daniela Calle

Daniela Calle

Daniela Calle

Ese nombre se repite varias veces en mi cabeza resultandome demasiado familiar al igual que toda ella.

–¿Tú y yo nos conocíamos antes de mi accidente?

–Si pero antes de que sigas preguntando quiero proponerte algo–asiento con la cabeza para que continúe–permiteme mostrarte quien soy. Antes de responderte cualquier cosa quiero que me conozcas.

–¿Por qué?–pregunto confundida.

–Porque si nunca me recuerdas quiero que estés segura que jamás te mentiría y que tengo mis razones para hacer lo que hice, quiero que te des cuenta por ti misma que puedes confiar en mi, que soy sincera contigo.

La miro fijamente por unos segundos sin decir nada.

–¿Quien eres en mi vida?–susurro más para mi que para ella.

–Dame la oportunidad que te pido y te prometo que después respondo todas tus preguntas–me mira esperanzada y eso me causa mucha ternura.

–Esto es muy raro, no se que decirte.

–Por favor–pone ambas manos en mis mejillas, acariciandome–confía en mi.

Me mira con tanta intensidad que me hipnotiza, lo que ella causa en mi es algo que no puedo controlar... tiene un poder sobre mi que no puedo explicar.

–Acepto pero con una condición.

–La que sea–sonríe ampliamente, se ve feliz.

–Sin importar que tan dolorosa sea la verdad nunca me mientas.

–Lo prometo.

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