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—¡No intentes actuar como si esto no es la gran cosa! —le grito mientras agito los sobres que acabo de encontrar en unas de sus chaquetas.

—Es que no lo es —medio se ríe y es lo que me hace enfurecer más. De verdad cree que esto es divertido.

—Por Dios Harry—me quejo—. Te pedí que llevaras estas invitaciones al buzón de correos ¡Hace tres semanas! ¿quieres explicarme cómo es que llevan tres semanas en el único abrigo que usas todos los puñeteros días y no te diste cuenta?

—Lo olvidé, cielo—me las quila de la mano y las vuelve a guardar en la chaqueta—. Mañana las enviaré, lo prometo.

—¿Y eso es todo lo que vas a decir al respecto?

Me mira como si no supiera cómo proceder—. ¿Sí?

—Demonios, Harry, si entiendes que esto me molesta mucho, ¿cierto?

El toma una gran exhalación, como si estuviera cansándolo—. Ya he dicho lo haré mañana —vuelve a recostarse sobre la cama y se pone sus gafas para leer el libro que descansa sobre la mesita de noche—.No hagas de esto un drama, por favor.

—¿Perdón? ¡Tengo todo el derecho del mundo de hacer un drama si quiero!

—¡Solo olvidé enviar unas malditas invitaciones, Kat!—alza la voz, pero se recompone de inmediato—. No es el fin del mundo. Mañana las pondré en el puto correo y problema resuelto.

—¡Si te lo pedí hace tres semanas es porque las necesitaba enviadas hace tres semanas! Las personas necesitan confirmar, Harry, necesitamos saber quienes asistirán para organizar...

—Eso es una chorrada—justifica—. Te aseguro que habrá espacio suficiente para a quien le apetezca venir. Ni siquiera sé para qué nos molestamos en esas tarjetas de invitación, podemos enviar un jodido texto y ya está.

Coge el libro y se dispone a leer, dando fin a nuestra discusión. Me vuelve loca cuando no me toma en serio.

—Vale, lo que tú digas—voy por mi almohada y también saco una cobija doblada del armario.

—¿Y ahora qué coño estás haciendo? —pregunta poniéndose de pie.

—No puedo verte la cara en este momento—refunfuño y paso por su lado para salir de la habitación—. Me voy a dormir al sofá.

—Por Dios, nena, no seas tonta.

Ugh. A veces me cae muy mal—. Y tú no seas tan idiota, idiota.

Cierro la puerta tras de mí y me lanzo en nuestro sillón que gracias al cielo y es bastante cómodo y no me supondrá problema para pasar la noche.

Enciendo la tv y le presto muy poca atención al reallity que están pasando. En mi mente intento reorganizar la lista de invitados y todas las cosas que dependían de una confirmación a tiempo.

La verdad es que no me sorprende que lo haya olvidado. No es que Harry no haya estado ayudando con la planificación de la ceremonia, pero digamos que lo suyo es sentarse conmigo a probar tartas y escoger centros florales de un catálogo. Todo lo que implique más de una hora me lo ha delegado a mí.

Como suele pasar, me basta apenas un rato a solas entender que aquello por lo que hemos discutido no es la gran cosa. Son solo unas invitaciones, no pasa nada.

Pero dijo que no hiciera un drama de esto y no pienso darle el gusto, además que su comentario sobre las tarjetas sí me molestó. Pienso ignorarlo por lo que queda de noche, se lo merece.

Le subo al programa y tranquila me dejo absorber por el culebrón de la televisión. Estoy riéndome de una pelea entre dos participantes de la Isla de los Ex's cuando escucho la puerta de nuestra habitación abrirse.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora