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Kat se lesionó la muñeca derecha en la ducha hace una semana.

Ni siquiera termino de entender cómo pasó. Al parecer la pasta de jabón se resbaló de sus manos e intentó alcanzarlo. Sólo a ella se le ocurriría semejante estupidez. Las ruedas de la silla se torcieron por el piso mojado y patinaron, haciendo que se cayera. Lo peor de todo es que Becca estaba ahí, justo fuera de la ducha. Simplemente pudo pedirle que le pasara el maldito jabón.

Pero Kat es Kat, y si buscas la definición de terquedad en el diccionario encontrarás una foto de ella sonriendo orgullosa.

—Dios mío—dice mientras reflexiona sobre su reflejo en el espejo—, me he convertido en el espectro total de la incapacidad física.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —le pregunto desde la cama—. Podemos ir a McDonald's o algo.

Hemos estado saliendo. Bueno, más que nada pasando el rato. Nada como antes, más que todo encuentros casuales en el campus, casi siempre en la biblioteca. A veces vengo hasta su dormitorio, pero no me quedo. No es bueno para mí frágil estabilidad mental.

La mañana después de la tormenta estuve hiperventilando por dos horas cuando me alejé de su lado.

Así que sí, amigos. Todo está genial.

—Es el cumpleaños de Becca—dice, pero hay duda en su voz. Sé que no tiene muchas ganas de ir.

Por mi parte, creo que ya alcancé mi número limitado de fiestas por lo que me queda de vida. Y después de lo que pasó en la última, de verdad que veo lo de McDonald's como un mejor plan.

—Es sólo una fiesta. Te aseguro que nadie va por el pastel. Ni siquiera creo que haya pastel.

—Por eso tenemos que ir—suena como si intentara convencerse más a ella misma que a mí—. Será divertido.

Resoplo y me levanto de la cama de Becca para estirarme un poco. Al menos la fiesta será en lo de Louis, lo que significa que podremos encerrarnos en la habitación si el ambiente se pone pesado. Entonces pienso en encerrarme en una habitación con Kat y me agito. Sobretodo porque está usando un vestido negro de tirantes finísimos. Todo el asunto de la silla y la muñeca enyesada debería contrarrestar el aspecto despampanante, pero no lo hace.

Joder, necesito un respiro.

Justo en ese momento me llega un mensaje de Matt avisándome que está abajo.

Sí, aun no tengo coche.

—Vamos, su majestad. Su carruaje espera.

Ya dentro del auto con Matt nos dirigimos a la fiesta. Mi mejor amigo halaga el atuendo de mi mejor amiga y mi mejor amiga se desvive en risitas por todo lo que dice mi mejor amigo. Obviamente que no tiene nada de malo, pero ya me estoy cabreando. Estúpidas fiestas, estúpido yo.

Menudo reventón. La música suena altísimo desde que entramos a la calle y yo ruedo los ojos. Me pregunto qué tan horrible debe ser el ser vecino de Louis Tomlinson.

Cuando entramos, lo siento casi de inmediato. Las miradas.

Odio las miradas que recibe. Maldita sea, ya ha pasado más de medio año desde que está en silla de ruedas. ¿Por qué no la dejan en paz?

—Dios mío, gracias al cielo que viniste—Becca, que está usando una versión más dramática del vestido de Kat (negro, ajustado, pero tan largo que llega a la punta de sus tacones y con una sofisticada abertura del lado de la pierna derecha) nos intercepta y casi se abalanza sobre Kat—. Tienes que leer estos mensajes, estoy que me muero.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora