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La cosa no salió bien.

Y digo, para nada bien.

Hice todo lo que tenía que hacer: regresé a casa para bañarme y ponerme ropa limpia. Fui a la cafetería e intenté pensar como Kat por un momento, comprando un montón de postres, galletas y dulces. Fui con todas las intenciones de dar ese primer paso.

Y él se negó rotundamente a verme.

Quiero decir, no esperaba que me recibiera con los brazos abiertos ni mucho menos, pero joder, ¿negarse a verme? Me tomó por sorpresa.

Aunque no sé porqué. Ahora que lo pienso, me parece absurdo que siquiera haya creído que tenía alguna oportunidad. Desaparecer de la vida del chico por meses, no decirle nada acerca de las investigaciones que hacía, dejarlo a la intemperie en manos de Robert y Greg...Las cosas están tan turbias, siempre lo han estado, demasiado jodidas como para pretender arreglarlo con una caja de galletas.

No pretendía arreglar todo lo que está mal en un segundo, sólo quería verlo.

Pero supongo que las cosas nunca pueden salir bien para mí. El universo y ese humor negro que le gusta aplicar conmigo.

Maldije y me autocompadecí durante unas cuantas horas antes de sacudir mi cabeza y obligarme a no sucumbir en el patético vórtice que es mi vida. Me puse los pantalones de muchacho grande y en vez de hacer una tontería, fui a buscarla.

La rapté con una sábana y un montón de sus almohadones. Dejé la camioneta estacionada y nos llevé al lugar dónde comenzó todo.

Y aquí estamos.

La primera vez que la traje aquí lo hice sin pensarlo. Parece que han pasado años desde que la vi llorar en ese salón de clases por lo que esos idiotas dijeron de ella y la arrastré hasta acá. Me había convencido de que aceptaba ser su amigo solo para hacerla callar, cuando en realidad fui de ella mucho antes de que me hablara.

No hemos discutido. Estoy con la espalda apoyada del gran árbol con Kat entre mis piernas recostada de mi pecho. Mis brazos la abrazan por la cadera mientras ella juguetea con unas florecitas blancas que crecen a un lado.

No hay nadie cerca. Esta pequeña montañita no representa un gran atractivo para la población estudiantil de Westmour, aunque a mí siempre me ha servido de refugio. Este es mi escape y mi lugar seguro.

Como a la chica entre mis brazos.

Sin pensar, digo en voz alta:

—"Tú también eres colina y sendero de piedras" —Kat gira un poco su cabeza para verme mejor—, "y juego entre las cañas y conoces la viña que calla de noche. Tú no dices palabras"

Ella sonríe brillante y me sorprende añadiendo:

"Reencontrarás las nubes, el cañizal" —mi pecho se contrae mientras pienso: esta es la mujer de mi vida—, "y las voces como una sombra de luna".

Aprieto un poco más mi abrazo y respiro su aroma. Murmuro los últimos versos en su oído mientras vuelve a enlazar las flores de su mano por el tallo.

"Eres la tierra y la viña. Un silencio encendido quemará la campiña como fogatas nocturnas".

Un pajarito revolotea a nuestro alrededor antes de posarse en una de las ramas del árbol que nos da sombra. Creo que nunca he sentido tanta tranquilidad en toda mi vida.

Kat vuelve a girarse un poco hacia mí y me coloca una especie de corona de flores en la cabeza.

—Siempre supe que las flores se verían bonitas en ti—dice y yo me río. Esta chica me tiene en la palma de su mano.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora