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Ojalá no hubiésemos venido a la fiesta.

Es el primer pensamiento que tengo cuando estaciono la camioneta frente a la fraternidad y la ayudo a bajar.

El bullicio de los universitarios borrachos, mezclado con la música ensordecedora y el espacio reducido de una casa con algunas pocas habitaciones, hace que la atmósfera de euforia apenas pueda ser contenida.

Empujo su silla a través de la puerta y el grupo se disuelve casi al instante. Becca se va con Louis por un lado y Niall va por otro. Kat y yo nos quedamos a un lado, estáticos.

Ah, la alegría de ser joven.

—¡Kathy!

Los dos respondemos al nombre y una chica rubia se encamina a nosotros. Su nombre no me llega, pero la reconozco del equipo de animadores.

—Estás guapísima, vaya—se detiene frente a Kat y le sonríe—. No creímos que vendrías. Ven, el grupo está por allá.

Kat me mira por encima del hombro—: Iré a saludar, ¿vale? Ve a divertirte un poco, nos veremos más tarde.

Quiero objetar pero me contengo. En cambio la rodeo, le doy un corto beso en los labios y la dejo ir con su amiga.

Encuentro a Niall junto con otros chicos y me les uno. Después de unos cuantos tragos dejo de sentirme tan pesado y me permito relajarme un poco. La conversación es ligera y me encuentro pasando un buen rato. Entre carcajadas y bromas me olvido por completo del tiempo, y cuando vuelvo a revisar mi teléfono han pasado al menos un par de horas desde que me vi con Kat.

Esquivo a unos cuantos borrachos y algunas parejitas que se enrollan por ahí hasta que la encuentro. En una esquina de la sala, Kat mira distraída alrededor y no se da cuenta de que la observo.

Va usando un jean ajustado a la cintura y un suéter de cuello de tortuga. Su cabello cae sobre sus hombros pero se mantiene fuera de su rostro, apartando los mechones que siempre caen sobre su frente con una especie de cintillo de flores. Kat parece estar coronada con rosas rojas y sus labios comparten el mismo tono carmesí.

También lleva esa mierda bonita que hace que le brillen ciertas partes de la cara. El gris de sus ojos parece haber cambiado a plateado con ese fino delineado en los párpados superiores.

Con una sonrisa de lado camino y me acuclillo frente a ella.

Por encima de la música intento decir—: Estaba por allá y no pude evitar preguntarme ¿Qué hace una chica como tú, sola, en un lugar como este?

Kat me mira divertida y revolotea sus pestañas hacia mi.

—Estoy esperando a mi novio—dice con prudencia.

—¿Ah si? Apuesto a que es un tarado.

—A veces—me río suavemente y ella sonríe. Estira una mano y me acaricia la mejilla—, pero es mi tarado.

—Ese bastardo, es el hombre más afortunado del mundo.

—¿Te importaría decírselo? Creo que a veces se le olvida.

Se me encoge el corazón y me aferro a su mano en la cara. Como ella siempre hace, me la llevo a los labios para besar sus nudillos.

—Puedo olvidar muchas cosas, nena, pero nunca lo increíblemente afortunado que soy por tenerte.

Se inclina hacia mi y me da el beso más increíble del mundo.

—Soy como un maldito poeta enamorado—ella se ríe contra mis labios—. Nunca le digas a nadie lo empollón que me he convertido por ti.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora