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Los días empiezan a transcurrir con una rapidez alarmante. El fin del semestre y el inicio de otro me tiene dando vueltas de lugar en lugar pagando facturas y haciendo deberes a última hora. Me reúno con Niall tantas veces como puedo para estudiar y con Kat también. Louis asegura que está perdiendo cabello a causa del estrés y Becca tampoco lo está manejando muy bien que se diga.

Las ojeras marcadas en los ojos y la palidez de la piel de todos nos hace lucir como una cuerda de emos cada vez que salimos juntos a algún sitio.

―Todos los días despierto y le doy gracias a Dios de no ir a la universidad―dijo Matt cuando me encontró a las dos de la mañana con tres libros de textos abiertos, frente a la laptop y en completa miseria, tratando de escribir un maldito ensayo que debía entregar esa misma mañana.

Ya que los Brown casi nunca utilizan la mesa del comedor, he transformado el lugar en un escritorio de estudio no oficial. Siempre dejo libros y guías sobre él porque es más fácil tomarlos cuando me toca salir de improvisto. Max no camina pero está en esa edad en la que aparece en todos lados y no terminas de entender cómo llegó allí en primer lugar. Un día lo encontré debajo de la mesa, rayando con marcadores una monografía que ya tenía lista y que debía entregar al día siguiente.

Me pasé toda la noche rehaciendo el jodido trabajo mientras maldecía a Roxanne por no saber cuidar a su hijo.

Mis encuentros con Kat se reducen, más allá de la rutina de buscarla en la mañana y llevarla al centro médico, en estudiar en la biblioteca. Nos pasamos noches en vela compartiéndonos apuntes o leyéndonos guías de estudio. También escribimos ensayos y le pedimos al otro que los lea con objetividad.

―No le encuentro errores―me aseguró sobre uno que no me convencía―. Está perfecto.

―No, claro que no―le arranqué el papel de la mano y lo arrugué molesto―. Lo puedo hacer mejor, sólo que no sé cómo.

Pasamos hasta bien entrada la noche en la biblioteca, pero no somos los únicos. La mitad de los estudiantes de Westmour está sufriendo un colapso cerebral y la otra mitad está a punto de hacerlo.

Si antes dormía poco, ahora duermo prácticamente nada. La cantidad de cafeína que ingiero es ridículamente peligrosa, pero al menos no me pongo a experimentar con bebidas energéticas como lo hace Niall. El día en que vació un Monster sobre su café recién comprado tuvimos que llevarlo al hospital para que le lavaran el estómago.

Cuando le dieron de alta a las pocas horas regresamos al campus para que pudiera presentar su parcial de economía.

―Mira, voy a dejar al pequeño Max aquí para que vea a su tío Harry trabajar y desee ser como él cuando sea grande―dijo Roxanne sentando al bebé sobre la mesa, una tarde en la que trabaja en unas investigaciones.

Ese día la camioneta había dado problemas y llegué tan retrasado a un examen que me perdí los primeros cuarenta minutos para responder las preguntas. Después quedé con Kat para estudiar un poco más, pero estaba tan dormido que accidentalmente arrojé el café que estaba bebiendo sobre uno de sus trabajos. Ella se había rehusado a dirigirme la palabra, y no tuve otra opción más que irme para seguir estudiando en casa.

Hice contacto visual con Max, que me veía atento con sus grandes ojos marrones.

―Alguno de los dos está a punto de llorar―dije―, y creo que seré yo.

La universidad es una patada en el culo, no dejen que nadie les diga lo contrario.

Pero hoy es viernes, y a pesar de que el lunes inicia otra semana infernalmente cargada de evaluaciones, intento regocijarme en la idea del fin de semana. Kat y yo estamos en su habitación y me está contando alguna historia sobre la mitología griega, pero no le presto mucha atención.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora