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Me despierto con una sacudida. Medio espabilidada me giro y me encuentro con los ojos de Harry viéndome, expectante.

En medio de la oscuridad, reconozco esa mirada.

—Hey—mi voz sale ronca por el sueño—. ¿Estás bien?

Sacude la cabeza.

—Está bien—me apoyo sobre los codos y le doy un beso en la frente—. Fue sólo una pesadilla, todo está bien.

Asiente, pero su mirada sigue rompiéndome el corazón.

—Vamos, te prepararé una taza de chocolate.

Me sacudo el sueño de los ojos con las manos y me levanto de la cama. Harry sigue entumecido en su lugar, como un niño pequeño asustado de la oscuridad. Está bien, sé cómo manejarlo. Sé cómo amarlo cuando tiene miedo.

Rodeo la cama y alcanzo su lado.

—Ven, un poco de chocolate te hará sentir mejor, lo sabes.

Consigo sacarlo de la cama y llevarlo a la cocina.

Se sienta en el taburete de isla mientras yo me muevo buscando las cosas para preparar el chocolate. Usualmente guardo barras de chocolatinas debajo de la cama y en la mesita de noche de nuestra habitación para casos como estos, pero he olvidado reponer las que se han gastado.

A veces no tiene pesadillas por semanas. Incluso meses. Y luego, una noche, simplemente vuelven. Él no grita, no realmente, pero se mueve y se agita. A veces puede sobreponerse y volverse a dormir, pero otras veces no.

—Lamento despertarte por estas cosas—dice, con la vista fija en sus dedos sobre la encimera—. Es estúpido.

—No lo es—respondo con tranquilidad—. No me molesta, lo sabes.

—¿De verdad? ¿te gusta que te despierte a las tres de la mañana porque acabo de tener la misma pesadilla que he estado teniendo desde los once años?

Dejo la leche y voy hasta él. Se resiste por un momento, pero finalmente se gira hacia mi, rodeando mi cintura con sus manos al mismo tiempo en que yo acuno so rostro con mis manos.

Le miro fijamente a los ojos.

—Sabes que no me molesta—baja la vista y besa la palma de mi mano. Hablamos en susurro para no despertar a Edward—. ¿Quieres hablar de eso?

Suspira y sacude la cabeza.

—Prepararé el chocolate, entonces.

Me doy la vuelta para regresar a la hornilla, pero él me gira al último momento para darme un beso largo.

Sonríe ligeramente contra mis labios—. Gracias.

Beso la punta de su nariz y me enfoco en la bebida.

Harry permanece en silencio mientras le preparo una taza. La luz de la sala y el pasillo están apagadas. Cuando le paso un gran tazón humeante, agarra mi mano y no me deja ir.

—¿Te das cuenta de que, prácticamente desde que nos conocimos, al menos el 90% de nuestra relación se trata de ti alimentándome?

—tú haces el café en la mañana.

—Sólo porque me despierto antes que tú. Rara vez te cocino.

—Bueno, querido, tu esposa es una reconocida chef de calibre mundial—voy hasta la sala y cojo una manta del sillón. Regreso y se la lanzo sobre los hombros, abrigándolo un poco. Cuando intento apartarme, sin embargo, él enreda uno de sus brazos alrededor de mi cintura me mantiene cerca—. Además, tú siempre lavas los trastes, funciona para mí.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora