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No tenía idea de que a dos horas de Westmour había un lago. Los chicos tampoco lo sabían.Pero por supuesto que Becca y Kat sí.

Al parecer, este era su lugar secreto al que venían al principio del primer año, cuando aun no las conocía. Becca viene de un pequeño pueblo al norte de Nueva Zelanda y dice que este lugar le recuerda a casa.

Es bastante bonito, rodeado de árboles gigantes por todos lados. Y es completamente entendible que no haya nadie más que nosotros, dado a la cantidad de kilómetros que tuvimos que rodar para llegar hasta aquí. Ni siquiera sé cómo es que estas dos chicas lo encontraron en primer lugar, a saber Dios a dónde planeaban ir antes de perderse y llegar hasta acá.

Me toca cargar a Kat para atravesar el tramo de maleza entre la carretera donde dejamos los autos y el lago. Afortunadamente, hay unas rocas gigantes alrededor de toda el agua donde extendemos unas toallas y nos sentamos todos.

Pero no pasan ni cinco minutos antes de que los muchachos y yo nos lancemos al agua. Niall, Louis y yo nos zambullimos entre aullidos salvajes, retándonos entre juegos estúpidos de clavados que hacen reír a las chicas.

Y me siento librado de culpas y mortificaciones. No quiero irme nunca, y no lo haré. Me convertiré en un árbol o en un pez o en una nube y me quedaré aquí para siempre.

―Así que, ¿cómo está yendo tu cursito de la ira? ―me pregunta Niall mientras nado de espalda.

―Lo terminaré en un par de semanas.

―Caray, felicidades―interviene Louis―¿Te van a entregar un diploma o algo así? ¿quieres que te contratemos un mariachi o te compremos un birrete?

Niall se ríe y yo ruedo los ojos. Les cuento acerca del certificado que me van dar y que empezaré a trabajar en el gimnasio con Matt―. Lo cual es un alivio―digo―, porque necesito pagar la matrícula del semestre. Estoy a días de que me suspendan por pagos atrasados.

Obviamente no voy a ganar ni la mitad de lo que ganaba en una pelea clandestina, pero ya saben. Toda la mierda del trabajo honrado y eso.

Pero ahora que vivo con los Brown no tengo que preocuparme por pagar las cuentas del arriendo o comida, ni corro el riesgo de terminar viviendo en mi auto.

Agh, mi puto auto. Está más jodido que cuando lo rescaté de aquel cementerio de coches.

―El viejo Harry―Louis se aparta el cabello mojado de la cara―, siempre preocupándose por dinero.

―No todos tenemos un lingote de oro metido en el culo como tú.

―Si voy a tener algo en el culo mejor que sea de diamantes―se burla―, no me ofendas.

Seguimos nadando y bromeando con el otro. Niall habla de la chica con la que está saliendo pero asegura que en nada se compara con Becca, así que me contengo de contarle sobre Georgia para que no se deprima todavía más.

Becca y Kat toman el sol en una roca mientras secretean, hasta se han quitado las camisetas. Joder, que lo último que me hace falta es ver a Kat tomando el sol en un maldito sostén. El sol se le refleja en la piel y parece que estuviera cubierta de luz; distraída se mueve el cabello de un lado al otro, sin saber que con ese ligero gesto me deja aniquilado.

Me doy cuenta de que me le he quedado viendo embobado por más tiempo del que se considera normal. Ella lo nota y levanta una ceja, inquisitiva.

―¿Por qué me miras así? ―me pregunta desde la roca.

―Porque eres hermosa―le grito a los cuatro vientos y sonrío cuando ella lo hace.

El resto de la tarde pasa volando. Becca se nos une en el agua y como nadie trajo bañador todos nadamos en ropa interior. Por razones obvias ni Louis ni yo nos inmutamos con ella, pero Niall es otro cuento. No exagero, el chico se ve miserable.

Compass, Vol. 2 [HS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora