CAPÍTULO 47

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No hubo funerales, no teníamos ningún cuerpo

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No hubo funerales, no teníamos ningún cuerpo.

Lo único que hicimos fue dedicar varias horas hablando de ellas, de sus recuerdos y los momentos que compartimos. Yo no tenía mucho que aportar, sobre todo de Emily. Además, no quería admitir que la última vez que la había visto había sido en esa fiesta, con su ropa manchada de rojo y con la cara contorsionada por las arcadas. Era una imagen que ninguna deseaba recordar; sin embargo, sí que me atreví a contar aquella última vez que había hablado con ella, exponiendo su fragilidad y lo asustada que se veía, con tal de que pudiera ofrecerle un consejo.

«Emily no era muy suelta en una conversación», dijo Lia en cuanto confesé que lamentaba no haberla ayudado, «Pero estoy segura de que te llegó a admirar más que a cualquiera de nosotras. Si hizo lo que hizo, es porque deseaba tener tu coraje para enfrentarse a su propio trato».

Si buscó reconfortarme con sus palabras, el efecto resultó siendo lo contrario.

Horas antes de que el turno de la noche diera inicio, Karla dictaminó que Wen también tenía que estar al corriente de la noticia de su muerte. No le hizo falta aclarar que ella asumiría el papel de portavoz, lo cual me puso muy nerviosa. Si Wen le contaba a Lucian que sabíamos sobre lo de Emily, él no tardaría en atar los cabos. No presencié la reacción de Wen al enterarse, y cuando nos explicó los últimos detalles de la noche como siempre lo hacía, se limitó a mantener una postura distante y neutral. Si la noticia le llegó afectar, fue muy buena en ocultarlo. Sin embargo, me tranquilizó el hecho de que Lucian no se hubiese presenciado para exigirnos alguna explicación, lo que significaba que no se lo había dicho. Aún.

Fuera de eso, a pesar de que la situación se había agraviado, no pudimos hacer gran cosa, por lo que dejamos correr los días sin que hubiera más noticias, días en los cuales algunas de ellas se sumieron en un luto apagado, (Lia llorando ocasionalmente, Tiana cocinando con desgana y Karla... bueno, ella a su manera). Poco a poco, el dolor de la pérdida se hizo menos notorio, o al menos podíamos fingir que no nos afectaba como en verdad lo hacía, por lo que retomamos a nuestras actividades cotidianas.

Cabría esperar que Helga regresara en busca de resultados o evidencias, pero no volví a recibir novedades suyas. No obstante, no sentí pánico al no encontrarla otra vez, pues al igual que Anne, de pronto tenía plena confianza en que ella sabía lo que hacía. Tampoco es que tuviéramos algo que darle, pues todavía no conseguíamos dar con ningún plan para obtener las susodichas pruebas, así que el temor de que nunca las obtuviéramos se volvió en una posibilidad patente.

Un miedo que me negaba a aceptar, en especial, porque fuera del ambiente sombrío de la casa, las cosas en el exterior dieron un giro sumamente interesante.

Derek no aclaró nada de lo que le ocurrió esa tarde. Noté que él esperaba que se lo preguntara, algo que no hice y que pareció aliviarlo. Tal vez por eso, desde que tuvimos nuestra conversación telefónica no apartaba los ojos de cualquier cosa que yo hiciera en el café. Ya ni siquiera disimulaba al verme, lo hacía tan abiertamente que debía reprimir mis ganas de reír.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora