CAPÍTULO 10

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Así fue que al siguiente día regresé a mi empleo

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Así fue que al siguiente día regresé a mi empleo.

Al ponerme el uniforme estuve tentada de arrancar el horrible logotipo del gato con café, o colocarme un suéter para apartar la mala sensación de estar siendo observada. No hice ninguna de tales cosas. Aunque había visto a Lucian quitar la microcámara, además de que Wen y Karla aseguraban que ya no debía preocuparme por esta, toda prevención me era insuficiente, así que ¿qué más valía lo que hiciera? Incluso cuando llegué a la puerta de entrada de la casa, temí que el guardia me restringiera la salida, pero me ignoró como siempre. También temí que la tarjeta no pasara a verde, pero ésta abrió la puerta sin ningún problema.

En el camino, desvié la vista en todas direcciones, esperando ver a Lucian o a su asistente detrás de mí, acechando, espiando cada uno de mis pasos. ¿Aquel pasajero no tenía las cicatrices de Barb? ¿Un distinguido auto estaba siguiendo al autobús? ¿Lucian estaría allí? ¿Ambos me esperarían en el café? Sobraba decir que me sentía insegura, a pesar de que actuaba con aparente indiferencia

Cuando llegué al local, encontré a Wilma haciendo intentos de abrir la cerradura con dificultad.

—Ábrete, puerta de hojalata —batalló unos segundos más, hasta que oímos un ligero clic—. Listo —me miró de reojo—. ¿Estás bien?

Levanté la vista con brusquedad. ¿A qué se refería con que si estaba bien? ¿Habría averiguado sobre el castigo? ¿Sobre Lucian y su relación conmigo? ¿Por fin descubría la otra parte de mi vida? De pronto, me di cuenta que me estaba dejando llevar por el pánico. Debía tranquilizarme, era imposible que Wen soltara tan fácilmente mi secreto si el mismísimo Lucian me obligaba a guardar silencio. ¿A qué podría referirse entonces Wilma?

—¿Bien?

—¿Ya no tienes...? Ya sabes.

—¿Qué cosa?

Ella apartó la vista.

—La razón por la que faltaste al trabajo —aclaró—. La mujer con la que vives se comunicó con el señor Jesper. Dijo que por problemas de tu herpes anal tuviste que ingresar a una clínica para tu tratamiento. Te salió un brote, sucede de vez en cuando.

Tardé en procesar la información.

Un her... ¿qué?

Iba a matar a Wen. La arrastraría por su bello y perfecto cabello y se lo cortaría mechón por mechón hasta que gritara de dolor, y luego ¡ah! ¡Pum! Adiós.

Me quedé viendo a Wilma estupefacta, ella se ruborizó y al final se rio con nerviosismo.

—Disculpa, no debí meterme. A veces uso la boca para decir estupideces —empezó a tartamudear—. Mira, yo no... quiero decir... es que...

—Estoy bien —le respondí. Pero por dentro no dejé de idear varios escenarios donde podría quemar a Wen en una hoguera.

—Lo siento —dijo, y luego se metió al café, dejándome con mi cara de estúpida en el suelo.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora