Dos semanas después...
En mis sueños, yo regresaba a ese edificio.
A veces era Barb, quien mantenía su mirada de granito mientras azotaba el cuero contra mi piel desnuda. En otras, se trataba de Lucian riendo maquiavélicamente. Pero en ocasiones, veía a mi padre, con su rostro colérico y gritándome hasta reventarse la garganta.
Sin embargo, esa vez antes de que el látigo me golpeara, desperté.
—¡Apaga esa puta alarma! —gritó Anne.
Justo un instante después, alguien tocó a la puerta.
—¡Samanta! —Por el acento, supe que era Liz—. ¡Apaga esa cosa o te juro que entro y lo aventaré por la ventana!
—¡Ya voy, ya voy! —Apreté el botón de encendido y reinó el silencio.
—Por los amantes, ¿qué mierda sucede contigo? —Se quejó Anne—. Que hoy sea tu primer día de trabajo afuera no significa que me despiertes a esta hora.
—Lo siento.
Ella gruñó, se reacomodó entre las cobijas y tapó sus oídos con la almohada.
Caí en cuenta de qué día era. Miré a mi izquierda, donde mi nuevo uniforme de mesera del café "Mininos" me esperaba. Recordaba que cuando Karla lo había visto se había metido un dedo a la boca simulando una arcada, argumentando que era tan horrible como un tipo con mucho acné en la espalda.
"¿En serio usarás esto? ¡Ni siquiera muestra pierna! ¿Qué tipo de uniforme es sino enseña algo de carne?"
"¿Uno normal?"
"Aburrido".
Pero al ponérmelo, tuve la curiosa sensación de que era para mí. Me alegraba usarlo no por el estilo, sino por lo que significaba, pues iba a tener un empleo, uno fuera de esa casa. Aun me costaba creerlo, ¿sería un sueño todavía?
Amarré mi pelo en una coleta, y me vestí con cierta excitación. Tuve la tentación de despertar a Anne solo para molestarla, pero preferí dejarla tranquila. Segundos después salí de la habitación casi de puntillas y cerré la puerta con suavidad.
—Vaya que pareces una persona decente.
Me giré.
Liz tenía su acostumbrada tacita de té de todos las mañanas, con una mano en su cadera. Tenía puesta su bata verde y aunque se veía recién despierta, con el pelo hecho en un moño y mechones por todas partes, se veía igual de preciosa. Hizo un repaso rápido a mi conjunto con mirada crítica.
—Hace que parezcas la antigua tú —señaló.
—Yo creo que es bonito.
—Pues te falta gusto.
—A mí me agrada.
Rodó los ojos, pero sonrió.
—Entonces qué se le va a hacer —negó con la cabeza, luego se dirigió a su cuarto—. Por cierto, Lucian te está esperando.
ESTÁS LEYENDO
Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]
Narrativa generaleSexo por dinero. Mentiras y secretos. Un amor oculto. Y una joven, que no se detendrá hasta conseguir su libertad. ¿O sí? Samanta huyó de casa cuando sufrió de violencia doméstica por parte de su padre. Desde ese día juró que solo ella tomaría las...