CAPÍTULO 15

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Las 7:00 am de ese mismo día

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Las 7:00 am de ese mismo día

Despertó, y lo primero que Emily hizo fue irse a pesar.

Observó la báscula moverse como loca mientras ella aguantaba el aliento. La aguja roja se detuvo de golpe, verificó que el número era el correcto y soltó un suspiro de alivio. Seguía manteniéndose con cinco kilos menos de lo que debería ser, según ella, su peso ideal. Era bueno saberlo. Por ese día al menos no tendría que preocuparse de la culpabilidad a causa de la comida.

Se contempló al espejo y giró sobre su eje. Todavía notaba un par de defectos, aunque bastante nimios, a no ser que se acercara uno bastante y eso si se daba cuenta de que los tenía; también se inspeccionó la cara y verificó que no hubiera ni una imperfección. Al parecer no. Todo estaba bien.

De pronto, el silencio de su habitación la rodeó por completo, y se sintió demasiado sola. Contempló el lado vacío del cuarto, un espacio donde antes estaba repleto de tubos de colores, fotografías pegadas aquí y allá de paisajes y recuerdos, todas eran imágenes tomadas por Miriam que ahora sólo le daban a la habitación un aspecto gélido debido a su ausencia.

Cuánto la echaba de menos.

Su labio tembló, pero se contuvo y parpadeó varias veces para espantar el ardor de las próximas lágrimas. Ya había llorado bastante, aunque al parecer su cuerpo nunca tendría suficiente.

Buscando una distracción, contempló su ventana y echó un vistazo al exterior: la mañana auguraba algo bueno, el cielo estaba claro y el sol resplandecía en tonos dorados, reflejando sombras en su lado de la casa. No podía abrir la ventana debido al candado de seguridad que Lucian había colocado en cada una de las habitaciones. Desde lo que había pasado con Sofía, Emily recordaba la paranoia del señor Luc como un periodo amargo. Afortunadamente sólo había quedado como una experiencia lejana, y por lo menos él les había devuelto la privacidad cuando las cosas se calmaron.

Posó una mano en el cristal, y vio absorta cómo el calor de esta emanaba una condensación alrededor. Cuando retiró la mano, aún permanecía la silueta como si un fantasma estuviera al otro lado.

De repente, algo le llamó la atención. Frunció el ceño y agudizó la vista.

Se trataba de un manojo de flores de color amarillo intenso, ubicadas dentro de una enorme maceta que antes no había estado ahí. Emily no recordaba haberlas visto el día anterior, pero no tardó en llegar a su memoria la discusión de Miriam con Liz acerca de dónde ubicar las nuevas flores.

El corazón se le estrujo en el pecho.

Liz se había obstinado en mantener aquellas flores muy lejos del sol del mediodía, y aquel lugar era el peor sitio de todos. El hecho de que Emily viera las flores ahí, sólo podía significar que al igual que ella, Liz también echaba mucho de menos a su cariñosa amiga.

Cerró los ojos, y sin poder aguantarlo más un par de lágrimas corrieron por sus mejillas.

Su reloj resonó justo en ese entonces, sobresaltándola. Ah sí, la hora del desayuno.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora