CAPÍTULO 25

218 40 3
                                    

Quise volver con Liz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Quise volver con Liz.

Necesitaba de alguien que compartiera conmigo una de mis mayores inquietudes. Sólo había una persona presente en toda la casa que experimentaba la misma conmoción que yo. Bueno, a decir verdad, dos, pero Wen estaba lejos de ser la mejor opción para ofrecerme consuelo.

Envuelta entre cobijas, rodeada de pequeñas plantas en macetas y flores pintadas en la pared, Liz yacía tranquila y sumida en sueños. No tenía intención de husmear en su habitación, aunque tenía mucha curiosidad por contemplar su colección de pequeñas plantas. Con timidez, me acosté a su lado, haciéndome un ovillo y esperé que despertara por su cuenta.

Debí haberme quedado dormida, porque de un momento a otro abrí los ojos. Liz me estaba llamando.

—Pequeña Sam...

—Lo siento —me removí, intenté levantarme, pero ella me detuvo con una mano—. No quería despertarte.

Su aspecto enfermizo no había cambiado ni un ápice.

—No lo hiciste. Es sólo que no esperaba encontrarte todavía aquí.

—No toqué nada, te lo juro.

—¿Qué sucede?

—Nada, es... —dudé. No quería afectarla más de lo que ya estaba.

Liz, al parecer, dedujo mis inquietudes. Se removió hasta quedar sentada, recostando su espalda contra la cabecera de la cama.

—¿Karla no está despierta?

—Creo que hoy está demasiado indispuesta para recibir visitas —insegura, recosté mi cabeza sobre sus piernas, y ella comenzó a acariciarme el pelo—. He visto una nota más.

Se detuvo. Le conté lo que había pasado en la cocina mientras estaba con Anne y Karla, además de lo de Wen. Pero en vez de preguntar por el papel, pareció más sorprendida por lo de Karla y la semana libre.

—Bueno, algo bueno ha salido después de lo de la fiesta. Con respecto a Karla, ya se le pasará —dio un bostezo—. En cuanto a lo de Helga, lo pensé un poco. Dudo que nos afecte tanto como pensamos. ¿O eres demasiado holgazana como para lavar tu ropa interior?

—No, pero sigo pensando que tenía un poco de razón con lo de las notas.

—Ya te dije que eso no es del todo posible. ¿De verdad crees que una de nosotras sea capaz de traicionar a las demás?

—No —mentí.

—Entonces, ¿por qué te torturas por algo que tal vez sea falso?

—Liz, ¿y si la que miente, no tuviera más opción que hacerlo? ¿Qué tal si Lucian la tiene amenazada? ¿No deberíamos ayudar?

Mis preguntas tardaron en obtener respuesta. Al parecer, Liz no había considerado esa opción, y a decir verdad tampoco yo, pero en cuanto lo hube dicho, la frase cobró mucho sentido.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora