Aunque todo el mundo parecía estar atrasado con algo, cerca de las seis de la tarde todas regresaron a sus habitaciones. Ni Helga ni sus ayudantes se encontraban ya, y ahora la casa se sumía en una actividad diferente: la de las horas activas.—¡Ya casi son las nueve! —gritó Wen al tiempo que abría la entrada de nuestra habitación. Anne aprovechó para sisearle como serpiente—. ¿Qué se supone que haces?
—Intento hablar tu idioma, a ver si así consigo que te calmes.
Wen bufó.
—Infantiles. Eres igual a Tiana, al menos ella tiene más creatividad —me echó rápido un vistazo—. ¿Así es como saldrás vestida?
Me revisé desde los zapatos de tacón puntiagudo hasta la diminuta falda de seda.
—Es lo que tú me dijiste que el cliente había pedido.
—Imposible —revisó rápidamente sus papales, desesperada—. Claramente creo recordar que te di... ay amantes, ¡quédate ahí! —no dudó en salir corriendo.
Que ella cometiera un error significaba que de verdad estaba demasiado estresada.
Habiendo terminado de ayudar a Liz, además de dejar sus materiales a cargo de Helga para que se las guardara, me había ido directamente a mi habitación; a partir de entonces, no salí de allí en toda la tarde. El ajetreo que me había recibido ese día continuó hasta bien entrada la noche. Los ayudantes de Helga terminaron de levantar un pequeño escenario de madera en una parte del jardín trasero, aunque aún les hacía falta decorarlo.
En contraste con el ambiente mi encerramiento me había hecho sentir como una holgazana; no obstante, la idea de enfrentarme a Lucian, sobre todo debido a lo que había ocurrido ese día, me infundía más miedo que cualquier otra cosa. El hecho de que todavía no recibiera un castigo no significaba que me hubiera librado de él, y me temía que retrasarlo solo hiciera que las consecuencias fueran más severas, sin embargo, el pensar que debía enfrentarlo sólo conseguía que mi cuerpo se paralizara.
Por lo demás, notaba en las chicas el peso del agotamiento. Karla se había encerrado dentro de su habitación y, al igual que Wen, mantuvo la cara de una persona que estaba a punto de perder la paciencia con algo, aunque no fuera con nosotras; en el almuerzo, Tiana no había tenido tiempo de prepararnos ni siquiera un bocadillo, tan concentrada en terminar los preparativos de muestras para el evento; Liz revisó los arbustos con los que le había ayudado y me sentí orgullosa cuando comprobé que los miraba con aprobación; a Emily, en cambio, no la encontré el resto de la tarde, mucho menos cruzamos palabra al igual que Lia; por su parte, Anne había llegado a la habitación azotando con fuerza la puerta, y dejándose caer sobre la cama sin dar atisbo de querer levantarse hasta al día siguiente, y cuando Wen pasó la hoja de instrucciones para el turno de la noche, emitió un sonoro gemido, arrugó la hoja y la tiró a la basura.
Había esperado encontrarla de peor humor.
—Un día —habló Anne, colocándose sus zapatos oscuros cuando Wen se hubo marchado—. Lucian se la comerá viva. Créeme, solo le falta conseguir un collar con correa antes de que le lame los pies. No me sorprendería que ya tenga uno a estas alturas. ¿Crees que será la primera que él deseche como muñeca cuando nuestro cuerpo ya no le sirva?
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Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]
Ficción GeneralSexo por dinero. Mentiras y secretos. Un amor oculto. Y una joven, que no se detendrá hasta conseguir su libertad. ¿O sí? Samanta huyó de casa cuando sufrió de violencia doméstica por parte de su padre. Desde ese día juró que solo ella tomaría las...