CAPÍTULO 48

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—Digamos que un libro tiene como objetivo recrear emociones fuertes, pero ¿estaría mal si utiliza la fantasía o situaciones absurdas para conseguirlo?

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—Digamos que un libro tiene como objetivo recrear emociones fuertes, pero ¿estaría mal si utiliza la fantasía o situaciones absurdas para conseguirlo?

—Hola buenos días, un gusto volver a verte.

—¿Lo estaría?

—¿Alguna vez nos saludaremos normal como la gente corriente? —Derek cerró la puerta, dejando entrar los últimos resquicios del aire frío exterior contra el clima cálido del establecimiento. Su nariz estaba tan roja que se asemejaba a un tomate—. ¿Qué tal si lo intentamos? —reparó en mi semblante serio y desistió—. No, Sam. No está mal usar la fantasía.

No era lo que quería escuchar, ya que todavía percibía cierto cosquilleo inquieto. Derek advirtió que su respuesta me había dejado insatisfecha.

—Deberías comenzar a considerar que tus opiniones merecen respeto, —dijo mientras sacaba su computador—. No puedes esperar a que siempre tenga la razón en cualquier tema, ¿y si me equivocara en algo?

—Entonces yo me equivocaría en fiarme de ti.

—No me refiero a eso.

Con la llegada del invierno, el café había pasado de ser un recinto invisible y vacío, a convertirse en un contenedor de gente aglomerada. Cuando antes debía esperar aburrida sentada en una mesa solitaria a que la campanilla de la entrada repiqueteara, ahora era un milagro tener un momento de respiro.

Por ello, en cuanto divisé a Derek no dudé ni un segundo en abordarlo. Pronto vendrían los clientes y quién sabía cuándo tendría otra oportunidad para librarme de tales dudas. Me había despertado con ellas, atreviéndome a llevar los libros al trabajo por si la ocasión lo ameritaba; no obstante, al recibir su contestación concisa, sopesé que todo ese tema sí que era una pérdida de tiempo, lo que solo confirmaba que estaba dándole vueltas a algo que era indigno de mi atención.

Pero cuánto me llamaba la atención.

—¿Por qué preguntas? —cuestionó él.

—No sabría decirlo.

—Inténtalo, tal vez así pueda darte la respuesta que buscas.

Esperó paciente a que me explicara. Recordé sus palabras cuando me entregó el obsequio y de alguna manera supe lo que tenía que hacer. Fui a donde tenía guardada mi mochila y la llevé conmigo de vuelta a donde estábamos. Al verme con ella, alzó ambas cejas y sonrió divertido.

—Hey, Scooby Doo.

—No te burles.

—No me estoy burlando —su sonrisa se hizo aún más pronunciada—. Está bien, tal vez me da un poco de gracia.

Me sentí sorpresivamente cohibida e hice amago de alejarme.

—Espera, espera —dijo deteniéndome del brazo—. No lo decía en serio, fue solo un chiste.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora