CAPÍTULO 18

229 47 2
                                    

Karla estaba parada frente a mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Karla estaba parada frente a mí.

"¿Por qué lo hiciste?" preguntaba con voz distorsionada.

Nos hallábamos en una habitación encerrada, sin puerta ni ventanas, oscura, con una enorme flor invertida con cinco pétalos bajo nuestros pies y hecha de mármol. De repente, la habitación se inclinó, tropecé y caí de rodillas. Por su parte, aquella irregularidad no pareció afectarla a ella, pues se mantuvo recta en su sitio, casi inerte.

"¿Por qué, Sam?" Lloró lágrimas negras.

"¡No quise hacerlo!", le grité, y el suelo se inclinó aún más, tan peligrosamente que me pegué a la pared para evitar perder el poco equilibrio que tenía. "¡No tenía otra opción!"

Escuché un ruido atronador como el de un derrumbe, y una esquina del suelo empezó a resquebrajarse. Miré horrorizada a mi amiga, pero ahora sus ojos eran dos lagunas oscuras.

"¡Yo confiaba en ti!", exclamó, ignorando la devastación que nos rodeaba. De su boca salió otro líquido oscuro que bañó su bata, formando un charco vivo que corría hacia mí.

"¡Karla!"

"¡¿Por qué lo hiciste?!", dio un paso adelante, sin preocuparle que pudiera mancharse más de aquella extraña viscosidad.

"¡Quería mi libertad!", detrás de ella, surgió una enorme grieta del suelo que avanzó a gran velocidad. "Karla, espera".

"Mientes, ¿por qué mientes, Sam?"

No me di cuenta que estaba hiperventilando. La grieta llegó hasta a ella, intenté alcanzarla, pero aquella viscosidad oscura me hizo resbalar. Con horror vi cómo Karla caía al vacío.

—¡Sam, apaga esa cosa de una vez!

Me levanté.

Respiraba entrecortadamente, con las sábanas alrededor de mis piernas y un sudor frío en la frente y el cuello. Anne tenía la almohada tapándole los oídos, y el sonido estridente de mi despertador en su máxima intensidad. Antes de que pudiera apretar el botón para apagarlo, Anne se adelantó, tomó el aparato y lo silenció de un golpe. Me lo devolvió con un gruñido.

Todo había sido un sueño.

Eché un vistazo a mi uniforme en la silla.

—Espero que no te hayas olvidado que Lucian te ha prohibido salir —dijo mientras se acomodaba para darme la espalda.

Miré la habitación sin saber qué otra cosa hacer. Me di cuenta que había muchas cosas que estaban fuera de lugar, a decir verdad, rara vez la ordenábamos, a pesar de que Anne odiaba que todo estuviera en desorden.

—¿Hace cuánto que no arreglamos este sitio? —Anne gimió como respuesta. Tomó de nuevo la almohada y la puso sobre sus orejas—. Está bien, ya lo hago yo.

Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora