Al terminar mi reporte de esa tarde, me sentí un tanto intranquila. Repasé el escrito y experimenté un deja vu, pues al igual que ese día en el que Derek casi me había traído a casa, esta vez también omití contar algunas partes de lo sucedido; por ejemplo, de lo bien que me había sentido al comprender que estaba preocupado por mí, o toda la historia de mi vida resumida en unos cuantos diálogos como si ambos fuéramos verdaderamente amigos; y, sobre todo, que me había acercado a él no para cumplir el plan de Lucian, sino porque así lo había deseado.
Arranqué la hoja y revisé mi ortografía, que a mi parecer carecía de errores, pero conmigo nunca lo sabría. Me pregunté si Liz se encontraría en mejor estado para ayudarme a darle el visto bueno, ya que desde que retorné a mi trabajo, no volví a ocupar mi puesto como su enfermera personal y desconocía su salud actual. No obstante, al llamar a su recámara no escuché ni una respuesta de su parte, además de que la puerta estaba bajo llave. Arriesgándome a recibir uno de los reclamos de Wen, me aventuré a buscarla en su oficina; sin embargo, en cuanto pisé la planta baja me encontré con Karla.
—Sam —me llamó desde la entrada de un pasillo. Curiosa, me acerqué a preguntarle si necesitaba algo, pero en cuanto la alcancé me tomó del brazo—. Ven, Layla quiere hacernos cumplir nuestra parte del... —se detuvo, clavó su vista en los vendajes que Derek me había puesto—. ¿Cómo te las vendaste?
Las cubrí con una mano.
—No fue tan complicado —respondí sin mirarla a los ojos.
Karla los observó un segundo, luego soltó un suspiro.
—Vamos, Layla nos espera.
—Pero necesito entregarle esto a Wen —dije mostrándole mi reporte.
—Ya lo harás después, ahora mismo necesitamos es borrar ese pendiente con la señorita pecas.
Me arrastró por el corredor, pasamos por varias puertas con escáner hasta que dobló otro pasillo, y justo allí, una de las puertas estaba abierta. Adentro encontramos a Anne, Tiana y Lia. No había rastros de Wen ni mucho menos de Emily. Layla las había reunido en una habitación simple y sin decoración; al fondo tenía un pequeño escritorio con algunas hojas, paquete de lápices y plumas. Reconocí su computadora plateada y volví a preguntarme cómo Lucian le había permitido conservarla. El resto del espacio se encontraba muy reducido debido a una gran pila de cajas acumuladas hasta el techo.
—Bienvenida, Samy —saludó Layla, sonriente. Mostré una mueca—. Samanta, Sam, como sea. Llegas justo a tiempo para nuestra entrevista en grupo. Nos alegra que hayas llegado.
Observé los rostros indiferentes de las demás.
—Bueno, ya pronto todas se animarán —repuso, abrió una de las cajas y hurgó dentro de ella—, verán que sí.
—¿Qué es lo que ocurre contigo? —me oí decir antes de que me detuviera a pensarlo—. Ayer Lucian casi te abre los músculos de la espalda, ves sus arranques de ira y actúas... ¿como si no hubiera sucedido nada?
ESTÁS LEYENDO
Mentirosa | Bilogía Mentiras #1 [COMPLETA]
Ficción GeneralSexo por dinero. Mentiras y secretos. Un amor oculto. Y una joven, que no se detendrá hasta conseguir su libertad. ¿O sí? Samanta huyó de casa cuando sufrió de violencia doméstica por parte de su padre. Desde ese día juró que solo ella tomaría las...