Capítulo 19

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"Todos morimos, el objetivo no es vivir eternamente, sino crear algo que permanezca para siempre". 

—Chuck Palahniuk. 

Thomas Munteanu. 

Me odiaba a mí mismo por haber llegado temprano.

No

Me odiaba a mí mismo por sentarme aquí sabiendo lo mucho que me quejaría después. 

De esa forma sí, creo. 

—Entonces mis padres se molestaron mucho porque faltaste a la cena, te dije que era importante, Thomas. Nunca me escuchas — dijo Samantha a mi lado. 

—Lo lamento — dije sin darle mucha importancia.  

—Bueno, ya te disculpé, pero debes ir hoy. Mis padres quieren hablar contigo — dijo. 

Corrección otra vez.

Me odiaba por no terminar con Samantha hace seis meses. 

Estuvimos hablando un tiempo y fui muy sincero diciendole que sólo quería sexo casual, ella fue igual de sincera diciendome que no tenía sexo con alguien a menos que fuese su novio. 

Le dije que no sería su novio solo por querer tener sexo con ella, ya que no tenía sentimientos hacía ella. Samantha dijo que accediera, que fuéramos pareja y que con el tiempo los sentimientos surgirían. 

No fue así. 

Me esforcé en quererla, pero no podía hacerlo, y lo que más me dolía, era que ella lo sabía. 

—No puedo ir — dije. 

Quería mentirle, decirle que iría y luego enfermarme sin razón, pero hacer eso me parecía peor.  

—¡Thomas! — exclamó haciendo un reproche — Mis padres deben conocerte. 

Chillo y golpeó la mesa. 

No pude evitar hacer una mueca de fastidio. 

A la única persona que le aguantaba chillidos era a Diane, y es porque la conozco desde que nació. 

—Ya tus padres me conocen — dije. 

Esa era otra de sus reglas "No me acuesto con nadie si no conoce a mis padres" 

Estaba tan cansado de esta relación.

Era agotador buscar pequeñas cosas por las cuales enamorarme de ella y no encontrarlas. 

—Sí, pero las personas cambian en seis meses, Thomas — dijo. 

—De verdad no puedo, debo cuidar a Tyker — dije. 

—Dijiste que esté fin de semana irías y no fuiste — dijo. 

—Te dije que salió un compromiso de negocios con mis padres en el último momento — dije.  

—¡Sé que me estás engañando! — chilló con una expresión triste en su boca. 

Si, lo hacía de vez en cuando.  

—Samantha — murmuré. 

—¡Sé que me engañas con Nicole! — exclamó. 

No sólo con ella. 

—No, no te engaño con Nicole — dije. 

—¿Lo juras? — preguntó y asentí con la cabeza. 

Recibí el abrazo que me ofreció. 

Tonnevill: El legado de los 7. (Condenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora